Comenzó en la televisión a los nueve años en su Perú natal. En los 80 consiguió el éxito en Venezuela
Una voz potente, con pinta de rockera en perfecta combinación con los colores variopintos de los 80, comenzó a cantar no solo baladas; sino también melodías más fuertes para el movimiento que estaba dándose en ese momento. Fue el de los cantautores venezolanos luego del viernes negro de 1983. Pero, a diferencia de la mayoría, Melissa no componía.
Fue así como la nacida en Lima, pero adoptada desde niña por Venezuela se fue abriendo camino. Esa explosión profesional no fue más que el resumen que, desde los 9 años venía haciendo. El programa peruano Villa Twist fue el primero en darle la oportunidad en el medio artístico. Sus contactos con el rock le llegaron en la adolescencia por haber pertenecido a varios grupos.
Junto con su familia emigró a Venezuela. Su padre, ministro peruano, fue transferido al Banco Interamericano de desarrollo a Caracas. Luego de que culminó su trabajo se fue. Pero Melissa decidió quedarse. Comenzó como lo hacían mucho antes, y también ahora: cantando en centros nocturnos y haciendo coros. Poco se ha difundido que fue corista de Colina, cuando él comenzó a despuntar dentro de ese movimiento.
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También estuvo en el grupo Tinajas, que lideraba Guillermo Carrasco, y de Adrenalina Caribe, de Evio Di Marzo. También su nombre apareció pequeño en el aviso que a finales de los 70 promovía el concierto de Gloria Gaynor en en el Poliedro de Caracas.
Así, poco a poco, fue forjando su carrera. Precisamente en uno de esos lugares de la entonces pujante Caracas nocturna la descubrió Rodolfo Rodríguez Mirana, el presidente de Sonorodven. Esta era una de las dos más importantes disqueras de la época. Fue así como se le dio la oportunidad de grabar su primer disco.
Me estoy sintiendo sola fue el tema que marcó oficialmente su debut profesional a mediados de los 80. A partir de entonces, comenzó un ascenso tan vertiginoso como corto. El éxito no le fue ajeno a Melissa a partir de ese momento.
Melissa y su habilidad para varios géneros
Hizo giras con sus compañeros de disquera, como Aguilar, Guillermo Dávila o Karina. Incluso, uno de los temas que grabó para el disco en conjunto El taller del orfebre, en honor a la primera visita de Juan Pablo II, fue considerado una ópera rock. Compuesta por Carrasco, críticos de la época consideraron que podía llevarse a escena; sobre todo tomando el impulso que producciones como Jesucristo Súper Estrella o Evita tenían en Latinoamérica en ese momento. Pero la disquera no apoyó la idea.
En 1984 se lanzó su segundo disco, el cual contiene uno de sus temas más emblemáticos, No soy una señora. Más discos, más lanzamientos. Más videoclips. Su ascenso la convirtió en la primera, y hasta ahora única, artista femenina venezolana en llenar sola con su concierto el Poliedro; el recinto más grande e importante de espectáculos en Venezuela.
Seis discos fueron lanzados hasta principios de los 90 cuando decidió retirarse. Hizo grabaciones con artistas como Jermaine Jackson y Riccardo Cocciante. Compartió giras y escenarios con sus compañeros. Su fulgurante paso por el medio artístico le dejó su apodo eterno, “La reina del rock”.
Rompiendo el silencio
Lanzó una línea de ropa, abrió una fundación y decidió vivir en la calma y la belleza de la Colonia Tovar. De ese silencio, Melissa salió en dos oportunidades. En 1994 ya sin Rodven para lanzar Siempre Melissa y en 2007 cuando hizo su última gira en Venezuela, con el artista con quien hizo la primera, Jorge Aguilar. También estuvo Sergio Pérez en dos noches mágicas en el Centro Sambil de Caracas.
Al año siguiente, regresó a su Perú natal, donde reside actualmente. Ahí, ha colaborado con grupos de su país y ha apoyado a otros con su propia productora.
Su vida personal tuvo altibajos. A los 17 años tuvo a Christian, su hijo. Y luego de muchos rumores no confirmados de relaciones con gente del medio venezolano, mantuvo por años una sólida relación con Jairo Zuleta; quien lamentablemente falleció el abril de 2020 de un infarto a los 68 años.
