Los padres de los niños venezolanos lo arriesgan todo con tal de que lleguen vivos. Los entregan a los coyotes que abusan sexualmente de las niñas, los lanzan al río o los dejan abandonados en las fronteras. Es la historia que se atrevió a contra un guardia estadounidense de todo el horror que ha vivido vigilando las fronteras de Estados Unidos
Según cifras extraoficiales, más de 100 niños venezolanos son entregados por sus padres a los llamados coyotes para que los pasen por las diferentes fronteras que existen entre México y Estados Unidos.
Esto sucede con niños venezolanos y de otras nacionalidades, cuyos progenitores, sin saber el grave peligro que corren en manos de estos delincuentes, los entregan pensando que llegarán a tener un futuro mejor.
Algunos llegan a las orillas del Río Bravo (México) y el Río Grande (Estados Unidos), allí son miles las historias que contar.
La periodista Sabanah Hernández habló con uno de los guardia estadounidense que contó algunas historias que dejan a la luz pública el horror que allí se vive.
El objetivo de esta nota es llamar a la reflexión a las organizaciones humanitarias y a los gobiernos para salvar a esos pequeños del horror que se vive en las fronteras de Eagle Pass, Texas y Yuma, Arizona.
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“Algunos padres venezolanos han entregado sus hijos menores a los coyotes para que los crucen sin medir la gravedad de los peligros y los daños emocionales que esto acarrea”, contó la directora de Raíces Venezolanas, Patricia Andrade, a Impacto Venezuela.
Asegura que los niños, entre ellos muchos venezolanos, llegan a una casa de acogida llamada “Foster Home” hasta que ubican a los padres.
Un muerto no se compara con el horror que vive un niño
El funcionario que conversó con la periodista pidió el anonimato y contó algunos momentos duros que vivió al ver a varios niños casi perder la vida.
La Fundación Raíces Venezolanas publicó los videos de la entrevista que hizo la periodista, allí el guardia cuenta que ha visto como mueren a tiros algunos migrantes pero, asegura que, ese horror no se compara con el de los niños que quedan a manos de los coyotes.
Habló de una niña de 3 años, venezolana, abandonada con su hermanito de 7 meses. “Los dejaron llorando a las orillas de un río para que yo los pudiera encontrar”.
“Ella (la niña) es de Venezuela, ella tenía miedo. Sus padres la dejaron ahí”, contó el funcionario a Savanah.
Indicó que otra niña de 7 años, “el coyote la lanzó a la orilla pero ella quedó atascada en los alambres. Yo estaba regresando de hacer mi patrullaje caminando y la encontré”.
Comenta que allí, “fácilmente la temperatura estaba sobre 39 grados centígrados, ella estaba usando una chaqueta impermeable gruesa así que puedes imaginar lo calurosa que ella estaba”.
“Yo le quite la chaqueta, la agarré y lleve a nuestro punto (de la patrulla fronteriza o Border Patrol). Esto es muy duro de asimilar. Yo sabía que estaba mirando y para mí era muy duro creer que yo estaba mirando esto”, resaltó.
El abuso sexual
Pero uno de los casos más grave del que habló este funcionario es el de una niña cubana de 11 años de edad que cuando estaba cruzando “su madre le entregó una caja de condones y le dijo a ella que lo hacía para poder encontrarse con ella, tenía que cruzar sola, por ella misma”.
Cuando el guardia encontró a la niña le quedaban 3 condones y la caja es de 15. “Era una caja grande (…) Los coyotes hicieron lo que querían con ella y ella solo tenía 11 años”.
Asegura el funcionario que muchos de estos inmigrantes, reciben maltratos de los militares mexicanos y de los carteles que allí operan.
“Los extorsionan, los golpean, ellos toman los que ellos quieren y esto significa que ellos (migrantes) están a su propio riesgo. La vida allí no vale nada”.
El sueño americano es un horror
El sueño americano para muchos se convierte en un horror, un infierno que viven adultos y niños que jamás se recuperarán de las secuelas psicológicas que significa ser abandonados, pasar por violaciones a sus derechos humanos o perder a sus padres en un río o lo que es aún peor, verlos morir de varios disparos.
Así son las fronteras y no hay autoridad de ningún país que sea capaz de poner punto final a este horror que se vive en México y otros países para cruzar a Estados Unidos o la selva del Darién.
Son historias que se repiten y que lamentablemente se han convertido en el día a día de los medios de comunicación y de organizaciones que piden ser escuchadas por los Estados y no hay respuestas.
