Como lo ha hecho en los últimos cinco años, Gilberto Sánchez alegró por cuatro horas el paso de los caraqueños por la transitada vía
Por más de cinco décadas, el Santa de la Cota Mil le dio la bienvenida a la Navidad. Menos en 2016 cuando el personaje original, Ramón Canela, volvió a su España natal para someterse a un tratamiento médico que necesitaba y que, por las condiciones del país, no podía costear en Venezuela.
Al no presentarse en el ya tradicional compromiso en la avenida más alta de Caracas, Gilberto Sánchez, un empresario de seguridad, decidió utilizar una barba que compró en Estados Unidos y no sustituirlo. Si no ocupar el lugar que había quedado vacío en una tradición que, literalmente, todos los 1 de diciembre paralizaba la transitada arteria vial caraqueña.
De eso este 1 de diciembre de 2021 se cumplieron cinco años. Sánchez, junto con su hija, se visten muy tempranito, pues a las 5 am ya estaban en el distribuidor Boleíta (sentido oeste) de la avenida Boyacá. Hasta allá se van, con tapabocas como lo manda la pandemia, con su saco verde lleno de chupetas para dárselas no solo a los niños; sino también a los adultos que no tienen pena de bajarse y tomarse una fotografía con ellos.
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“Hola, Feliz Navidad a toda la gente que transita la Cota Mil. Tengo muchos años haciendo esta tradición, porque quiero llevar alegría en estas Navidades. Y que el Santa de la Cota Mil les desea Felices Pascuas y un próspero año nuevo 2022”, dijo en un alto junto a su “elfita”.
Contrario a lo que hacía Canela, aún Gilberto Sánchez no está para cultivar su barba blanca durante el año. Sus 58 años se lo impiden. Sin embargo, eso no le impide atender campañas benéficas como Santa Claus. Aún sin Cota Mil.
