viernes, abril 19, 2024

Vocación y estómagos vacíos: el día a día de trabajadores de hospitales en Venezuela

Miles de mujeres y hombres, trabajadores de hospitales, caminan largos trayectos para laborar. Viven la destrucción del sistema de salud

Wendy tragó grueso para poder responderme una pregunta que le hice en la Plaza Caracas. Su tapaboca dejaba en evidencia solo sus ojos; una mirada llena de tristeza, como la que viven millones de trabajadores de hospitales en Venezuela.

¿Qué hay en tu nevera? Pasaron 5 segundos para lograr que articulará alguna palabra y luego de un suspiro, me dijo “En mi nevera no hay nada”.

Nuestra conversación tuvo lugar frente a las puertas del Ministerio de Salud luego que participara, junto a cientos de sus compañeros, en una protesta de muchas que, aunque generan incomodidad en los altos jerarcas del régimen, se quedan sin respuestas y, mucho menos, solución a la crisis.

A pesar de trabajar muchas veces con el estómago vacío Wendys saca fuerzas para no abandonar a sus pacientes.

“Desde hace años la costumbre de salir los domingos a hacer mercado se perdió. Si compras pasta no compras mantequilla, si compras mantequilla, no compras azúcar y si compras azúcar no te alcanza para el café”.

En Venezuela hay muchas Wendys. Millones de mujeres y hombres del sector salud que caminan largos trayectos de su hogar al trabajo porque su sueldo no alcanza ni para el pasaje.

Hombres y mujeres que padecen en primera persona la destrucción del sistema sanitario.

En un escenario de pandemia se suma además el tener que improvisar tapaboca para evitar el contagio del COVID-19 en largas jornadas de guardia en los hospitales.

Lea también: “Se dejaron ARRASTRAR»: Arreaza rechaza postura de Argentina en Comisión de DDHH de la ONU

¡Mi corazón solo siente indignación!

Eddie Sioché confesó tener en su nevera medio kilo de sal y medio kilo de harina de maíz para el almuerzo y cena de sus hijos.

“Yo hoy solo tengo eso para hacerle unas arepas a mis hijos, que voy a estar pensando en hallacas de diciembre”.

Su ingreso mensual son 1,5 dólares que se diluyen en una hiperinflación que golpea duramente su bolsillo.

“Mi corazón solo siente indignación, yo salgo del Hospital de los Magallanes de Catia y llego a mi casa en Caricuao y no tengo ni agua para bañarme y evitar contaminar a mí familia”.

Trabajadores hospitalarios continuarán en protesta exigiendo condiciones dignas de vida. Piden a Carlos Alvarado Ministro de Salud de Maduro lleve el salario como mínimo a 400$.

Pidieron además equipos de bioseguridad que a 7 meses de pandemia en Venezuela continúan con dotación intermitente. La desesperación por el personal para resguardarse del virus es coser tapabocas rudimentarios o con tela reciclada que deben realizar en sus casas.

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