viernes, abril 26, 2024

Venezuela y Colombia: dos años sin relaciones bilaterales

Desde febrero de 2019 Venezuela y Colombia no tienen relaciones diplomáticas, tampoco una frontera abierta. Así, ¿Cómo implementar el Estatuto de Protección?

Dos años sin relaciones bilaterales entre Venezuela y Colombia, es decir, sin contacto diplomático ni consular.

Son algo más de 720 días de un intento fallido de Colombia por ayudar a Venezuela que derivó, para ese entonces, en la decisión de la administración Maduro de expulsar a todo el cuerpo diplomático colombiano de territorio venezolano.

Ya lo había hecho con el último embajador de Colombia en Venezuela, Ricardo Lozano.

Un quiebre que permitió no solo expulsar al cuerpo diplomático y consular, sino cerrar la frontera.

Han sido dos años sin relaciones entre los dos Estados y en simultánea 720 días más donde se consolida Maduro en el poder.

Después de dicha acción anti diplomática, Venezuela y Colombia atraviesan hoy el peor momento de su historia.

“La relación entre las autoridades de los dos países se limita a la diplomacia del micrófono y a las mutuas acusaciones y descalificaciones”, según el politólogo e investigador Ronald Rodríguez.

El mayor tiempo de cierre fronterizo

En la actualidad el cierre de la frontera tiene un sentido preventivo a raíz de la pandemia por COVID-19.

Sin embargo, con el anuncio del director de Migración Colombia de extenderlo hasta junio, se cumplirá el periodo más largo de la historia en el cual están cerrados los pasos fronterizos.

Entre las dos naciones hay siete pasos fronterizos (seis han funcionado normalmente).

Se trata del mayor periodo de cierre desde 2015 desde cuando inició la crisis migratoria, momento en el cual 22 mil ciudadanos colombianos fueron expulsados de Venezuela.

Qué pasará con el Estatuto

En medio de este panorama hostil, sin relaciones diplomáticas y una frontera cerrada, la migración no cesa.

Pero aparece el Estatuto de Protección Temporal para Migrantes Venezolanos que el presidente Iván Duque decretó el 1 de marzo.

Y en el mismo momento en que un comando especial contra el narcotráfico y las amenazas trasnacionales inicia operaciones en la zona de frontera por parte del Ejército colombiano.

“Un Estatuto que tuvo más de 300 recomendaciones (…) y que habrá que ver cómo fueron incluidas y cómo una frontera cerrada influye en su implementación”, asegura María Clara Robayo, internacionalista del Observatorio de Venezuela de la Universidad del Rosario.

En ese sentido la también internacionalista de la Universidad del Rosario, Daniela Monroy asegura que para una adecuada implementación del Estatuto se necesitaría tener relaciones consulares abiertas y plenas.

“Si bien es cierto hay una excusa válida que es la emergencia sanitaria, se ha vuelto excusa para mantener las fronteras cerradas y, aunque pase la pandemia, no hay intensión de los dos gobiernos de reanudar las relaciones”, explica.

No hay voluntad política

Es así como tener una “agencia” sobre la frontera resulta difícil sin tener cooperación entre los dos Estados, teniendo en cuenta la extensión de la frontera y la presencia de grupos al margen de la ley que permanecen allí.

Si bien es cierto en el caso colombiano se reconoce a Tomás Guanipa como embajador y a Juan Guaidó, no tienen incidencia en la agenda bilateral.

“La verdad es que el control efectivo del Estado venezolano está en manos de Nicolás Maduro y el ‘régimen chavista'”, explica Ronald Rodríguez.

Es así como ni Guaidó o Guanipa tienen incidencia en los temas de la agenda bilateral.

A esto se suma que las relaciones también están rotas con las instituciones con las cuales se debería tener algún tipo de diálogo para manejar el tema consular.

En medio de la polarización entre Maduro y Duque, habría que pensar si ha llegado el momento de despolarizar la relación y empezar a ver un tema común.

Y podría ser la migración. En la actualidad 3,4 millones de colombianos aún permanecen en Venezuela y 1,7 millones de venezolanos están en territorio colombiano.

Además, después de dos años de la ruptura de las relaciones consulares, el gobierno del presidente Duque no ha logrado establecer un canal de atención para esos colombianos en territorio venezolano.

¿Y los colombianos en Venezuela?

“La realidad es que nuestros nacionales en Venezuela han quedado desamparados ante un gobierno que es reconocido como violador sistemático de los derechos humanos”, dice el politólogo colombiano.

Colombia no tiene un representante para sus nacionales en Venezuela y la negativa del gobierno de establecer cualquier diálogo con Maduro, ha empeorado la situación.

“Si bien se afirma que los temas del COVID-19 son manejados en el marco de la OPS y la respuesta a la migración se aborda desde el Estatuto de Protección, ninguno de los dos mecanismos garantiza la atención y protección de los colombianos en Venezuela”, explica Rodríguez en una columna escrita para El Espectador.

¿Y los migrantes qué?

Para la socióloga venezolana Ligia Bolívar, tanto Hugo Chávez como Nicolás Maduro han apostado hace muchos años al aislamiento de Venezuela frente a los países democráticos (Comunidad Andina o Mercosur).

Incluso, dice la socióloga, han apostado por rupturas de las relaciones con países europeos, la expulsión de embajadores, como la reciente de la representante diplomática de la Unión Europea y tiene en la mira a España.

“Ese aislamiento hace que tengamos hoy una población más vulnerable en esta etapa de la pandemia, con los ‘caminantes’ en condiciones muy negativas, sometidos a todo tipo de situaciones de riesgo”, explica.

Y concluye:”La ruptura de relaciones no está afectando solamente a dos gobiernos y bloques comerciales, sino a un pueblo que se quedó sin poder tramitar ningún documento”.

Lo peor del caso es que la administración Maduro se estabiliza y los ciudadanos realmente se preocupan más por su cotidianidad y lo político les resulta cada vez más ajeno.

Además, “desde que se cerró la frontera no hay espacios de acompañamiento para los caminantes quienes deben recorrer un largo trayecto sin hidratación, orientación, baño, saber de la geografía colombiana…”, describe Bolívar.

La solución humanitaria

Después de dos años de una dolorosa y preocupante ruptura de las relaciones diplomáticas entre Venezuela y Colombia, se hace urgente buscar alternativas de restauración.

Es así como los analistas consultados por Impacto Venezuela, plantean la reconstrucción de la infraestructura institucional y recomponer unas relaciones mínimas consulares.

Así como establecer prioridades e intereses del Estado colombiano para relacionarse con el Estado Venezolano en favor de los nacionales de cada país y, principalmente, de los migrantes.

Lograr que el desentendimiento político entre Caracas y Bogotá se solucione requiere:

“La reanudación de algunos servicios consulares porque las carencias de la población migrante venezolana y la colombiana en Venezuela ameritan algún tipo de contacto consular”, propone Txomin Las Heras, periodista e investigador venezolano.

Un contacto que no significa que sea político, sino que abarque una dimensión integral como es el enfoque desde los derechos humanos.

La solución para los migrantes

La migración venezolana no va a parar y no cesará ante una frontera cerrada, ni una condición de pandemia, ni cerca a una crisis cercana de refugiados.

Pero sí existen una serie de acuerdos que se pueden generar en temas migratorios, a pesar de que Venezuela niegue la diáspora, no sea un estado de derecho ni una democracia formal.

“Hay que pensar como región la manera de apoyar a población venezolana y la forma de afrontar la gobernanza de la migración desde el plano nacional y local; además crear alternativas novedosas y creativas”, propone la investigadora María Clara Robayo.

Entre las propuestas están la efectividad con la presencia de organizaciones internacionales y la creación de puentes entre gobernantes locales colombianos y venezolanos.

Lea también: ¿Qué pasó con? Elisa Rego

La solución comercial

Así como a principios de los años noventa se habló de la “desgolfización” de la relación bilateral. Para ese entonces (1987) los dos países estuvieron a punto de irse a una guerra.

Tal vez el momento más punzante de la relación bilateral e incluso se llegó al hostigamiento militar, no obstante, después de ese evento se decidió “desgolfizar” la relación.

Y no fue más que construir una relación comercial mutuamente beneficiosa para los dos Estados.

“Buscar el interés superior de los ciudadanos de los dos países y recuperar la relación comercial, comercio que dio frutos entre las dos naciones e hizo a nuestras dos economías crecer en su momento”, concluye Ronald Rodríguez como propuesta.

Con el apoyo del Observatorio de Venezuela de la Universidad del Rosario en Colombia

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