viernes, abril 26, 2024

VENEZUELA NO ES DUBAI, pero es el país más caro para vivir (+Cifras)

El precio de la canasta de alimentos en divisas, en octubre, alcanzó su máximo histórico de 343,75 dólares para una familia de cinco miembros. Esta es una variación de 12,77 % respecto a la del mes anterior, ubicada en 304,83 dólares

El encarecimiento de los precios de los alimentos en el mundo comienza a pasar factura en las economías de América Latina. Por supuesto, para Venezuela, con cuatro años consecutivos de hiperinflación y políticas cambiarias a la orden del día, la situación es mucho más aguda. Por ello, Venezuela se ha convertido en uno de los países más caros para vivir.

La Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), en su índice de precios de los alimentos, ubica en 30% el aumento de la comida en 2020. En Venezuela, el incremento se sitúa en 42%, muy por encima de la media, publicó el diario El Tiempo.

Según el economista Ángel Alvarado, los precios de la canasta alimentaria, el reajuste de los combustibles y la sobrevaluación del tipo de cambio, han llevado a que en Venezuela sea cada vez más costos sobrevivir.

Un panorama que se agravará en cuestión de tiempo. Esto, porque Nicolás Maduro eliminará la exención de los aranceles de 600 productos importados. Lo que si bien estaba previsto para que entrara en vigencia desde el 1 de diciembre, se postergó para después del 31 de este mes. Para Alvarado, eso se traducirá en “un aumento de 16% en el precio de algunos alimentos”.

El experto resalta que el fin de la hiperinflación que pudiera darse en los próximos meses, no necesariamente significará una mejora de la capacidad de compra.

“Es necesario impulsar políticas que fomenten la competencia interna y externa”. La idea es hacer más competitiva la industria nacional y hacer más económico el costo de vida en el país”, indica el economista.

Para octubre, la inflación en Venezuela esa de 8,1%, la interanual se ubicó en 1.258% y la acumulada en 576,3%. El rubro que mostró mayor variación es el esparcimiento, con 19,2%, seguido por educación (11,8%). Luego vienen transporte (11,3%) y bebidas alcohólicas con (10,5%).

Lea también: BAJA LA INFLACIÓN PERO NO HAY MEJORÍA: las explicaciones de los expertos sobre este fenómeno

Canasta alimentaria

El precio de la canasta de alimentos en divisas, en octubre, alcanzó su máximo histórico de 343,75 dólares para una familia de cinco miembros. Esta es una variación de 12,77 % respecto a la del mes anterior, ubicada en 304,83 dólares.

Eso se traduce en que el acceso a la canasta alimentaria, según el sueldo mínimo fijado en menos de tres dólares mensuales, es de 0,69%. Por ello, se necesitarían más de 100 salarios mínimos para alcanzar la canasta de alimentos.

El economista Jesús Casique recuerda los estragos por la caída de la economía. Desde marzo de 2013 hasta octubre de 2021, la inflación acumulada de Venezuela es de 642.378’683.453%. Así, el país se encuentra en una pobreza mayor que la de Honduras, Nicaragua e incluso Haití. “Somos el país más pobre del continente, gracias a la revolución”.

Las reservas en caída

“La peligrosa caída de las reservas internacionales del BCV”, así ha calificado el economista José Guerra la disminución de estos depósitos. Para el 19 de noviembre, las reservas se situaron en 5.879 millones de dólares, menos que en diciembre de 2020 cuando el registro era de 6.264 millones de dólares, siendo una caída de 485 dólares, equivalente al 7,6%.

Guerra explica que esto sucede porque el BCV ha privilegiado la estabilidad en el tipo de cambio para frenar el aumento del precio del dólar con respecto al bolívar para intentar bajar la inflación, y “para eso se requieren reservas” por lo que intervienen.

El Banco Central entrega las divisas a las casas de cambio y bancos nacionales; el ciudadano, con los bolívares que percibe por los bonos estatales, va en busca de esos dólares, y es ahí cuando el BCV no tiene para sacar esa cantidad, “empieza a hacerse inefectiva la intervención; si interviene con mucha fuerza, se va quedando sin reservas”, le dice Guerra a El Tiempo.

Esto ha ocurrido en el contexto de una significativa recuperación de los precios del petróleo y un aumento de las exportaciones de hidrocarburos. “Las reservas que entran al BCV por exportaciones petroleras salen en forma de ventas de divisas a un mercado cambiario insaciable”, explica.

Según el Banco Mundial, la disminución de ingresos por el impacto de la pandemia ha sido más grave en los países más pobres, reduciendo sus ingresos y aumentando la pobreza mundial. Para el organismo, 97 millones de personas viven con menos de 1,90 dólares al día, 163 millones lo hacen con menos de 5,50 dólares y, en general, el número de pobres ha aumentado en América Latina y el Caribe.

En Venezuela, las perspectivas no son muy claras. Con más del 90% de pobreza, según la última Encuesta de Condiciones de Vida (Encovi), de la Universidad Católica Andrés Bello, es más difícil acceder a los alimentos aunque los anaqueles están llenos.

Venezuela “sigue viviendo con más de 90% de la importación”

Con la eliminación de la exoneración de los impuestos a los productos importados, el peligro está en que estos muchas veces son más económicos que los de producción nacional. Además, el país “sigue viviendo con más de 90% de la importación”, enfatiza Aaron Olmos, economista y profesor universitario.

Olmos detalla que mientras se mantengan políticas erradas, la situación no va a cambiar. “Me cuesta creer que vaya a mejorar la economía: el PIB viene cayendo, un encaje legal de 85 por ciento y el BCV quemando las reservas, nada mejora”, advierte.

De ahí que la incertidumbre vuelva sobre el mercado, que había experimentado una apertura con la importación. Los llamados “bodegones” –negocios con productos importados– permitieron abastecer con algunos rubros, “por lo que eliminar la exoneración parece un mensaje contradictorio”, según Luis Crespo, economista y profesor de la Universidad Central de Venezuela.

Mientras tanto, en las calles de la capital venezolana, aunque hay más comercios y locales, la capacidad de compra se reduce y son menos los productos que portan los ciudadanos. Niños y ancianos pidiendo comida en los semáforos contrastan con las tiendas llenas de alimentos que pocos pueden compra.

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