miércoles, abril 24, 2024

Una colombiana sobrevivió a explosión en Beirut: esta es su historia

“Nos vamos de este país”, le dijo su esposo

Juliana Moreno es una colombiana residenciada en Beirut. El día de la tragedia hablaba con sus padres por videollamada (ellos están en Bogotá)… Y solo habían pasado diez minutos cuando sintió que la tierra se movió, se puso de pie y sintió un temblor más fuerte.

Posteriormente, escuchó un sonido devastador. El cabello de Juliana se le fue a la cara, se cayó la señal telefónica y se cortó la llamada con su familia. “Fue como si un carro bomba explotara frente a mi casa”. Según contó al diario colombiano El Tiempo.

El ventanal de la casa de Juliana, que tiene un balcón que con vista a la calle, explotó. Los vidrios salieron como proyectiles y pasaron por toda la sala. Ella y su esposo estaban a solo un kilómetro y medio del epicentro de la explosión que devastó la capital del Líbano.

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“Nosotros vivimos en una parte de Beirut donde viven muchos extranjeros. Entonces lo primero que pensé fue que estaban atacando a los extranjeros y debía ser Israel. Porque había muchas amenazas y se ha escuchado que han visto jets israelíes cruzando espacio aéreo libanés. Entonces yo pensé que estaban bombardeándonos”. Contó la joven colombiana.

Pero Juliana, en cuestión de segundos pensó otra hipótesis: que querían bombardear a los niños de un colegio francés que hay en su misma calle.

Mientras la joven hablaba con sus padres alrededor de las 6:00 de la tarde, su esposo estaba en una llamada laboral. Él estaba en el sofá, que queda en el ventanal más grande del apartamento. Pero justo en ese momento se fue al comedor y ahí llegó la explosión.

“Si no es por esa llamada ese hombre no estaría lleno de vidrios o no estaría contando el cuento”, dice su esposa Juliana.

Nicholas Bodanac, quien no sufrió lesiones, salió fue corriendo a la habitación a buscarla y le dijo: “nos vamos de este país”. Su perro de cinco meses, salió volando de la sala a la cocina, luego se fue caminando a la habitación, sin ladrar, también estaba en ‘shock’.

Juliana abrazó al cachorro y se metió con él, al baño. Su esposo le dijo que no saliera hasta que él le avisara. “Llamé de nuevo a mis papás y ellos me dijeron: ¡Se te cortó! Y yo les dije: “¡No, fue una bomba! Mi papá, que es un coronel retirado me decía: tranquila, y me decía que exhalara. Ellos empezaron a buscar noticias y no encontraron nada”.

En ese momento Juliana recibió una llamada de un amigo que le dijo que su esposa estaba herida, la amiga con la que horas antes había almorzado.

Ella llegó a la casa de la pareja “con el brazo rebanado. Se veía que se le caían las capas de piel”. Su apartamento había desaparecido, sobrevivió de milagro. “Mientras ella se tenía la mano para cerrarse la herida yo le hacía pañitos de agua, pero yo no sabía dónde tocarla porque la cabeza también la tenía abierta. Se la llevaron a un hospital pero no la operaron ese día, ni el siguiente, porque había casos de personas mutiladas”.

A los pocos minutos los contactaron de las empresas en las que trabajan y a la media hora los evacuaron. Salieron con maletas, pasaporte, dinero y el perro para un apartahotel que queda a 20 minutos de su residencia.

Esa noche fue difícil para ambos. “La primera noche sentí que era como un sueño, como una pesadilla”, cuenta Juliana.

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