miércoles, abril 24, 2024

“Un polvo por una bolsa de comida”: Perla es enfermera y sexoservidora

Perla le tocó dejar su vocación y profesión por ser la sexoservidora de cualquier persona que le ofrezca comida o dinero

A ella la llaman “La enfermera”, pero su seudónimo nada tiene que ver con el oficio que en la actualidad, por necesidad le tocó desempeñar, sexoservidora.

Una mujer de 28 años, con buen léxico, baja de estatura, morena, ojos cafés; cabello castaño oscuro, sedoso y corto por los hombros, delgada, con glúteos grandes, y senos firmes; manos pequeñas, pero marcadas con algunas cicatrices, uñas largas y postizas que combinaban con su corto vestido rojo con negro, piernas depiladas y brillantes.


Ese día cargaba puesto unos tacones rojos no muy altos, una cartera grande bien equipada con condones de marca, maquillaje; un vestido arrugado, ropa interior extra, un cepillo dental, y sus documentos, lista para ser la sexoservidora de un buen cliente

Sus ojos maquillados con sombras de colores fuertes, su boca con labial color rojo, y rubor oscuro para llamar la atención.

Así es Perla una mujer profesional, sexy e inteligente; de esas mujeres que le tocó dejar su carrera en el olvido por ganarse una bolsa de comida y dinero.

Ella es una sexoservidora, una mujer que nos brindó su testimonio de vida.

Nos cuenta que acostumbra a pararse en un municipio del este, se agenda para trabajar desde el miércoles hasta el domingo, y deja lunes y martes para descansar.

Su trabajo consiste en vender su tiempo y cuerpo a cambio de dinero, pero también por bolsas de comida, no importa si son de marca o no.

Comienza a las 6:00 pm de la tarde, en el mismo lugar de siempre, trata de no repetir la ropa durante la semana, ella busca variar y que sus clientes la vean distinta y arreglada siempre.

Siempre anda acompañada con un grupo de mujeres dedicadas a lo mismo, mujeres que se han convertido en sus amigas y hasta familia. A ella la llaman “La enfermera”, seudónimo que le colocaron luego de saber que era una profesional de la salud

Perla trabajaba en El Hospital Dr. Domingo Luciani​, El Llanito.

Con guardias dobles, atendía en el área de emergencia de este centro hospitalario; pero nada valía la pena para Perla, pues lo que recibía como salarió no alcanzaba ni para subir hasta su casa en transporte público.

Aunque Perla es una mujer sin hijos, acarreaba con ella la responsabilidad de sus sobrinos y sus padres, y también el pequeño de su pareja, Berta. Es así, Perla es bisexual y vivía con su compañera de vida, una mujer que ha sabido comprender la difícil tarea que le ha tocado a su novia.

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Al ver la suma de responsabilidades: vivir en un sector popular y peligroso como Petare, realizar guardias diarias para solo llevar a su casa rubros de vegetales, y que para ella al final nada alcanzaba, Perla decidió abandonar su profesión de enfermera, por vender su cuerpo.

Esta joven mujer empezó con dos vestidos cortos de esos que llegó a usar un poco más joven cuando salía en las discotecas, con esto arrancó su nueva vida.

Llegó al lugar donde le tocó pedir permiso a otras mujeres para empezar a venderse; donde transitaban cualquier cantidad de personas que podían reconocerla. A ella solo le importaba producir dinero.

En uno de los tantos días en que Perla estaba buscando clientes; se detuvo un Aveo pequeño frente a ella, ella se dobló hacía la ventanilla, y el sujeto le dice: “un polvo por una bolsa de comida”; sin pensarlo y tras días difíciles en medio de la pandemia y días radicales Perla dijo que sí.

Sin habitación, sin cuarto, en un pequeño carro le tocó a Perla el turno de destacarse por una bolsa de comida que contenía al menos 10 productos.

Al finalizar la faena sexual

Perla se bajó en el mismo lugar que comenzó y esperando el amanecer caminó hasta la parada con su bolsa, su vestido corto y entaconada, esta vez sin dinero, pero con alimentos.

Perla entendió que no solo en este trabajo podía recibir dinero, sino también comida; desde ese día ella accede a esos trueques, “justos”, tratos que pueden alimentar a su familia.

Perla es una joven que no está tocada por el bisturí, hermosa; una enfermera de esas que enamoró a más de un paciente por su belleza y entrega laboral.

Hoy en día Perla ve lejano que su profesión vuelva a su vida. Algunas veces inyecta por la zona donde reside, pero no más de eso; por eso ella cuenta que seguirá vendiendo su lujuria hasta que su edad lo permita y la vejez la alcance.

Y es que la grave crisis del país ha llevado a cantidad de personas a la venta de su cuerpo.

Una venta de placer puede ser la garantía de una cena para sus familias o la sobrevivencia en tiempos de pandemia; como lo fue para esta enfermera que se convirtió en sexoservidora.

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