Los regímenes totalitarios de esos tres países ven en el nuevo presidente de la nación austral un posible aliado para consolidar en el continente el ascenso de la izquierda
El triunfo del izquierdista Gabriel Boric en Chile, no sólo cierra un simple capítulo de elecciones en ese país; también abre otro de expectativas por el rumbo que siga tomando Latinoamérica, una región en la que varios países tienen regímenes de izquierda, y en otros -Brasil y Colombia- habrá elecciones el año entrante.
La llegada de Boric —de la coalición Apruebo Dignidad, que reúne a su partido Frente Amplio y también al Partido Comunista— provocó el natural aplauso de gobiernos de izquierda como Argentina, México y Perú, elegidos en el marco de democracias lideradas por presidentes que no se han atornillado al poder, y también de los regímenes de Cuba, Venezuela y Nicaragua, caracterizados por estar en manos de las mismas personas desde hace muchos años.
Para esos regímenes, el triunfo de Boric es una bocanada de oxígeno en la medida en que se puede entender como un irreductible avance de la izquierda en el continente.
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Aún está por verse si el joven izquierdista hace un gobierno que consolide el proceso de apuntalar una constitución para su país, y la respete, y mantenga la idea de las democracias que acatan las elecciones libres y la renovación de los liderazgos, con lo cual dejaría sentada una diferencia con lo que pasa en Cuba, Venezuela y Nicaragua.
Por ahora, al menos en su discurso después de conocerse los resultados de los comicios, Boric parece mirar más lejos, y no precisamente a los modelos de Cuba, Venezuela o Nicaragua. Entre sus promesas de gobierno, el joven presidente de Chile, que se define como ecologista, feminista y regionalista, dijo que va a ampliar el papel del Estado hacia un modelo de bienestar parecido al de Europa.