Es la única reina venezolana en lograr el back-to-back en el Miss Unverso. Por eso, ella y Dayana Mendoza entraron al libro Guinness
Stefanía Fernández cumplió tres sueños antes de cumplir los 30 años. Se coronó como Miss Venezuela, como Miss Universo y se casó con su príncipe azul. Pero, como en los cuentos de hadas, no se trata solo de besar al sapo de la historia. En su caso, tal vez no comieron perdices en la boda y por eso no fueron felices por siempre.
Stefanía nació en la ciudad venezolana de Mérida en 1990. Es hija de una pareja de hijos de inmigrantes. Su padre, comerciante de la madera, y su madre descendiente de ucranianos. En común las familias de ambos tienen que los abuelos Fernández-Krupij llegaron a Venezuela en la oleada de inmigración europea que se produjo en ese país a finales de los años 40, 50 y 60.
Y lo hicieron como muchos, huyendo de la difícil situación que dejaron las guerras. En el caso del padre Fernández, sus familiares quisieron dejar atrás lo terrible del régimen de Francisco Franco y todo lo que implicó. En el caso de la madre Krupij, los horrores que dejó la II Guerra Mundial se lo pusieron difícil a la suya.
Así, Stefanía nació en un hogar multicultural, por cuanto la formación de los padres, más la propia que le dio haber nacido en los Andes venezolanos le proporcionaron una belleza que llamó la atención desde el principio.
Stefanía Fernández y su historia de belleza
Concursos locales fueron las primeras pasarelas en las que se fogueó la joven. Estudió en academias de modelaje y tuvo su primera experiencia en las Ferias del Sol, las más importantes de ese estado, cuando cumplió los 18 años. No ganó.
Participó en el Miss Mérida para poder llegar a la plataforma de muchas; el Miss Venezuela. Tampoco ganó pero le dieron un cupo para llegar a Caracas. Hizo el casting ante Osmel Sousa y le adjudicaron la banda del estado Trujillo. Aunque no fue el de su estado natal, Trujillo también representa a la zona andina donde vio la luz.
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Aunque Stefanía Fernández fue un nombre que sonó desde el principio como favorita, muchos no apostaban por ella. Quienes la secundaron, María Milagros Véliz y Laksmi Rodríguez eran a quienes los entendidos veían con la corona sobre sus cabezas. Pero no fue así, la noche final del certamen, el 10 de septiembre de 2008, la joven merideña fue quien logró la tiara sobre su cabeza.
“Nunca me voy a censurar para decir qué sucede realmente en venezuela”
Stefanía Fernández, modelo y empresaria.
Fernández le disputó esa noche, sin quererlo, el protagonismo a Dayana Mendoza, quien había llegado unos días antes al país como la quinta Miss Universo venezolana. Ella fue quien acaparó la atención de las 12 mil personas que se reunieron esa noche a ver la elección en vivo; y la de quienes, una vez más, convirtieron al concurso en el programa de televisión más visto de la TV venezolana.
Sin embargo, no todo sería rosas para ella. Al no ser la gran favorita de esa edición del certamen, tampoco le daba ciertas ventajas que normalmente tenían quienes y lo eran y ganaban. En la prensa del momento, por meses se destacó que Stefanía recibía muy poco apoyo por parte de la Organización para prepararse con miras la Miss Universo 2009. Pero tres meses antes de partir a Bahamas, su historia dio otro giro.
De Mérida al Guinness
En virtud de que se acercaba la fecha, y la preparación no era la adecuada, se dio un giro a su preparación. Se le cambió, por ejemplo, de entrenador. Richard Linares se encargó de prepararla físicamente porque estaba pasada de peso. Y no lo inventaba nadie, pues eso lo decía Osmel Sousa, quien para ese momento era el presidente del certamen.
Cosa que el propio Osmel ratificó hace unos meses en la serie de sus programas Por los ojos de Osmel; donde dijo que, efectivamente Stefanía Fernández había viajado gorda a la elección de Bahamas.
La historia no tardía en favorecerla. Desde su llegada, como normalmente sucede en todos los certámenes de belleza internacional, llamó la atención desde su llegada. La representante de Venezuela, en este caso Stefanía, era de las preferidas de los fotógrafos. Llevaba con ella el aval de además obtenido los títulos de Miss Elegancia, Miss Rostro y Mejor Cuerpo de la edición venezolana.
La noche del 23 de agosto de 2009, Stefanía Fernández apareció en su desfile de traje de gala con un look totalmente diferente al cabello lacio que normalmente la ha identificado. Unas ondas que evocaban a actrices de la época dorada de Hollywood caían sobre sus hombros. Quedó de manos agarradas con la representante de República Dominicana. La venezolana ganó.
Pero no solo ganó para convertirse en la sexta Miss Universo, sino que fue la mujer récord. Ese triunfo hizo que tanto ella como su antecesora, Dayana Mendoza, estén aún invictas en el Libro Guinness de récords mundiales. Al igual que Venezuela, ellas son las únicas, hasta ahora, que han logrado el back-to-back, en lo que la reina saliente le entrega la corona a una compatriota.
A partir de entonces Stefanía se dedicó al modelaje. Primero en su año de reinado y luego a su regreso a Venezuela. Estudiaba comunicación social y aunque no terminó la carrera, se dedicó a campañas solidarias para la niñez y para su estado.
Vida personal no tan serena
“La novia del estudiante, no es la esposa del doctor” dice un adagio popular. Y así, normalmente, sucede con quienes se coronan como reinas de belleza. Aunque no se cumple en todos los casos, en el de Stefanía Fernández se dio. El novio que la acompañó en su aventura missérica no pudo con el trajín.
Poco después, la exreina se relacionó por varios años con Guillermo Zuloaga Siso, hijo del dueño y presidente del canal Globovisión. Se comprometieron pero no llegaron al altar. En el camino, la reina se unió al diseñador zuliano Douglas Tapia para lanzar una línea de ropa, de la cual no se ha sabido más nada en los últimos tiempos.
Luego de la ruptura de la pareja, Fernández se residenció en Colombia para, según dijo, estudiar. Poco después, formalizó el noviazgo con el empresario, también venezolano, Bernardo Asuaje, dedicado al comercio inmobiliario. Se comprometieron en 2016 en una romántica ceremonia que ella compartió con sus seguidores. Al año siguiente se casaron en una boda de ensueños en Cartagena.
Enlace que contó con la cobertura de los medios y hasta un paseo en carroza por las calles de la hermosa ciudad colombiana. La luna de miel incluyó a las islas Maldivas y países como Tailandia, entre otros.
Pero de eso ya no hay rastro en sus redes sociales. Fernández borró cualquier registro fotográficon con Asuaje, aún antes de anunciar, en junio de 2020, en plena pandemia, que habían decidido divorciarse. Él hizo lo propio, salvo las fotografías en las que aparece solo o con paisajes de lo que fue la luna de miel de la pareja.
La confirmación de la ruptura llegó meses después de que ella borrara todas las fotografías con su, todavía esposo, y, con motivo de su 29 cumpleaños, publicara unas de la celebración en las que él no aparecía. Sin embargo, en un principio lo negó. Había asegurado que las había eliminado para separar su vida privada de la pública.
Una línea de cosméticos es el emprendimiento más reciente que la mantiene ocupada. También ser vocera de la situación venezolana la ha tiene siempre presente. Es de las pocas celebridades que participó en todos los procesos electorales que se han hecho en los últimos años. “No importa dónde esté. Siempre que pueda voy a votar para buscar un cambio en mi país. No me voy a callar; voy a seguir alzando la voz porque no hay medicinas. Porque el pueblo la pasa muy mal”, ha dicho tanto en sus mensajes en redes, como en entrevistas.
