Comenzó a los 8 años y su carrera ya supera el medio siglo de profesión. Vivió amores y desamores.
Hace cinco años, Beatriz Valdés le confesó a Shirley Varnagy que emigrar de Cuba no le dolió tanto, como hacerlo de Venezuela. La inseguridad, la crisis que comenzó a acentuarse en 2015 y la falta de oportunidades en la televisión, hicieron que se radicara en Miami. Las ilusiones que tenía cuando dejó su La Habana natal no las tenía cuando dejó Venezuela. Pero aún así se aventuró.
Pero su corazón se quedó en la Caracas que la cobijó por más de dos décadas y que le permitió, entre muchas otras cosas, interpretar a uno de los personajes icónicos de la historia de Venezuela. Aun sin ser venezolana, Manuela Sáenz.
Beatriz Valdés Fidalgo comenzó desde muy niña en el mundo artístico. A los 8 años recibió el apoyo materno para comenzar su formación artística. Participó en talleres de formación en la capital cubana. Esto le permitió participar en producciones en la televisión de ese país. Su primer trabajo fue en Algo más que soñar, a los 22 años.
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Pero en esa producción no solo se destacó como actriz; una de las cuatro protagonistas de la historia ambientada en los años 70. En ella, Beatriz Valdés también cantaba. Porque el canto es una de sus facetas menos conocida. Ese primer tema lo escribió Pablo Milanés para la serie, Ya se va aquella edad.
También el cine tuvo oportunidad de destacarse a temprana edad. Se trató de Los pájaros tirándole a la escopeta (1984), una comedia dirigida por Rolando Díaz. En la gran pantalla tuvo oportunidad de continuar trabajando hasta que llegó su gran protagonización.
En 1989, uno de los personajes más importantes de la movida teatral cubana cobró vida en la gran pantalla y la llamaron a ella para que le diera vida. Fue así como Beatriz Valdés estuvo al frente del elenco de La bella del Alhambra, de Enrique Pineda Barnet, basada en la novela “Canción de Rachel” de Miguel Barnet.
Gracias a ese trabajo, Beatriz llegó a Venezuela y, dos años después, volvió pero para trabajar. Se instaló una temporada en Mérida para rodar Grisalla. Y eso le cambió la vida. No solo porque por una decisión personal hizo vida en un nuevo país, sino porque también su carrera como actriz tomó otro giro.
Comenzó en la televisión venezolana en 1993 en Piel, una telenovela que hizo la productora Marte TV con Alba Roversi y José Luis Rodríguez. Luego pasó a Rctv, donde estuvo cuatro años. Luego firmó con Venevisión donde hizo la mayoría de los dramones y sus mejores personajes. En ese canal hizo su último trabajo en el país, en la producción Válgame de Dios, con Sabrina Seara y Eduardo Orozco.
Pero la catapulta para la carrera de Beatriz Valdés se lo dio su protagonización en Manuela Sáenz: La Libertadora del Libertador, de Diego Rísquez. Eso le abrió las puertas también del cine venezolano. También el teatro venezolano la tuvo en sus elencos, permitiéndole consagrar su trabajo como primera actriz.
Los amores de Beatriz Valdés
Poco antes de radicarse definitivamente en Venezuela, Valdés tuvo a Mauricio su único hijo. Producto de su relación con el cantautor cubano Silvio Rodríguez, en la misma entrevista con Varnagy, confesó que no fue ni la falta de amor; ni los ideales políticos los que produjeron la ruptura entre ellos.
Identificada con la revolución cubana y por su cercanía con ella, a Beatriz Valdés la señalaron en algún momento como amante de Fidel Castro. Cosa que ella siempre ha negado. Como también lo hizo cuando la señalaron de hacer el mismo rol con Hugo Chávez.
Sin embargo, en Venezuela el amor tuvo mucho que ver con su decisión de radicarse en ella. Durante la filmación de su película en Mérida, Beatriz inició una relación con un joven miembro del equipo de producción. Sin embargo, al poco tiempo rompieron y, aun así, ella decidió quedarse.
Actualmente, vive entre Miami y Puerto Rico, donde se instaló un tiempo para visitar a su amiga Elba Escobar. Además de trabajar como actriz, también escribe, dirige y trabaja en un libro. Asimismo, tiene una fundación sin fines de lucro para formar actores.
