jueves, abril 18, 2024

¿PUDO EVITARSE? 5 CLAVES que explican la tragedia de Las Tejerías

Pese a lo ocurrido en Vargas, en el año 1999 y con más de 22 años de administraciones chavistas, se siguen cometiendo los mismos errores que traen como consecuencia sucesos como los de Las Tejerías

¿La tragedia de las Tejerías se pudo evitar? ¿Qué paso realmente el sábado 8 de octubre para que la montaña se viniera abajo y arrasara con todo a su paso? ¿La administración de Nicolás Maduro sabía con antelación del peligro que se corría y no dijo nada?

Son preguntas que a cinco días del deslave los venezolanos nos hacemos, sobre todo porque tenemos la amarga experiencia ocurrida en el estado Vargas. ¿No se aprendió nada de eso?

A continuación, las 5 claves que podrían explicar lo ocurrido.

Sin estaciones hidrometeorológicas para monitorear

María Eugenia Gil, directora de la Fundación ambientalista AguaClara, aseguró la administración de Maduro no ha sabido aplicar el conocimiento científico.

La lluvia es un fenómeno natural que ha existido desde siempre, por lo que la tragedia en Las Tejerías pudo haberse evitado o, al menos, minimizado el impacto, explicó la experta.

Recordó que anteriormente, en Venezuela existió un sistema de medición de estaciones hidrometeorológicas que funcionaba en todo el país. Eran lugares donde se monitoreaba la cantidad de agua de lluvia que recibía una zona en específico en un tiempo determinado.

«Había una red de estaciones hidrometeorológicas que se ha venido abajo. Esa red ya no existe, obviamente, porque la tecnología ha cambiado. Cuando hubo la tragedia del Limón en el 87, el Gobierno de Japón regaló dos estaciones pluviométricas muy importantes para que esa tragedia no se repitiese, una se colocó en el Parque Henri Pittier y la otra en el pueblo de Ocumare. ¿Dónde están esas estaciones? ¿Se le hizo mantenimiento, fueron sustituidas por unas mejores? ¿Dónde están?», preguntó, en entrevista con el diario Tal Cual.

Remarcó que no solo se desconocen las maneras científicas que existen para conocer el comportamiento de las fluctuaciones y la variabilidad climática, sino que para ello es importante que haya personal capacitado, instrumentos tecnológicos y educación ambiental.

«Hay maneras de evitar estas tragedias que van de la mano con el conocimiento científico, como es la educación y la divulgación de información. Esa información y conocimiento científico debe permear a través de los distintos organismos encargados, de la necesidad que se presente y se pueda determinar las acciones que se van a tomar», manifestó.

Aprovechó para cuestionar que, por ejemplo, en Los Corales, que fue arrasado cuando la tragedia de Vargas, en 1999, hay construcciones de la Misión Vivienda y privadas sin conocer ni haber estudiado el período de retorno de esas aguas.

También, se refirió al caso del Lago de Valencia, donde los habitantes locales están constantemente amenazados por la crecida de las aguas.

Aseguró que la situación en Carabobo es una «crónica de una tragedia anunciada», pues en el año 2005 se realizó un muro que tuvo tres años de vida útil y ya han pasado 14 años y aún no se han hecho los trabajos pertinentes.

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No hay estudios de cuencas


Maria Elena Gil Criticó que el conocimiento que tienen los hidrometeorólogos no permea ni hacia el Gobierno ni hacia la población, porque se desbarató la institucionalidad en el país.

«Antes de este gobierno había conocimiento, había una dirección de cuencas, había una dirección de hidrometeorología donde se hacían mediciones a las fluctuaciones, a la variabilidad climática, a la calidad del agua. Todo eso se perdió, eso no existe», aseguró.

«La función de un ente ambiental no solo es para que diga cuándo y dónde va a llover, es también para que se lleve un registro, estudios; pero ¿Dónde está ahora el Ministerio del Ambiente que ahora está en manos del Ministerio de Interior Justicia y Paz? Eso no tiene sentido», aseveró.

Tampoco es el cambio climático

Por su parte, Juan Carlos Sánchez Martínez, miembro fundador de la Cátedra Libre de Cambio Climático de la Universidad Central de Venezuela (UCV) y antiguo asesor de la delegación venezolana para el Panel Internacional del Cambio Climático (IPCC), aseveró que, si bien existe evidencia de los impactos del cambio climático en Venezuela, no se le puede atribuir el factor climático exclusivamente a un evento aislado como el alud ocurrido en Las Tejerías.

«Hay que comprender que el cambio climático es un concepto estadístico, un promedio del contexto o la situación meteorológica en un intervalo de tiempo bastante grande. Digamos, como 30 años. Entonces, es imposible establecer con un solo evento si está ocasionado por el cambio climático o no. Lo que sí se está viendo es que en Venezuela cada vez es más frecuente estos fenómenos, esa frecuencia e intensidad sí es atribuible al cambio climático», explicó.

Sánchez estableció que los desastres ligados a eventos climatológicos extremos están más relacionados con los patrones de poblamiento de las zonas cercanas a las desembocaduras de ríos y quebradas, así como con la erosión de los suelos en el lugar.

«El evento que se produjo en Tejerías está más ligado a la cantidad de días que estuvo lloviendo continuamente, a la cantidad de agua que cayó, lo que se conoce como un alud torrencial», dijo. «La Cordillera de la Costa es vulnerable a los aludes debido a la capacidad restringida que tiene las cimas de las montañas de absorber el agua en poco tiempo, la falta de control municipal y estatal sobre la construcciones de viviendas improvisadas en las márgenes de las quebradas y la falta de alertas a la población o acciones preventivas por parte del Estado venezolano. Eso contribuye a la severidad de estos eventos».

No hay información oficial


Sánchez denunció que en Venezuela no existe un registro constante de los eventos climatológicos extremos por parte de las instituciones públicas para sistematizar el impacto del aumento de la temperatura en el país.

«Lamentablemente, no se llevan unas estadísticas. Tenemos que recoger los datos de la prensa», afirmó. «Yo he reunido una línea de tiempo con esos recursos y, efectivamente, cada vez son más frecuentes e intensos los eventos climatológicos extremos en Venezuela y las pérdidas humanas y estructurales relacionadas a ello. Entonces, sí se está viendo que hay una incidencia del cambio climático, en términos de que está aumentando la frecuencia y la intensidad de estos eventos en el país. El Panel Internacional del Cambio Climático previó desde el 2005 que la frecuencia de estos eventos iba a ser mayor por incidencia del cambio y la vulnerabilidad del país frente a esto es grande, pero el Estado venezolano tiene una desconexión con la comunidad científica nacional e internacional».

El experto sobre el cambio climático aseveró que la vulnerabilidad venezolana a fenómenos climatológicos extremos obedece a dos razones: primero, al fenómeno climático per sé, es decir, a las lluvias intensas; el segundo factor es la pobreza de la población.

«La condición de pobreza del país aumenta las condiciones de riesgo y vulnerabilidad, porque la gente se asienta en lugares de riesgo cuando buscan un sustento», advirtió Sánchez.

José Pereira, presidente del Instituto Nacional de Meteorología e Hidrología (Inameh), aseguró el lunes 10 de octubre que el agua que cayó en las seis horas de lluvia en Las Tejerías, Aragua, corresponden a un mes de precipitaciones.

En una entrevista a Unión Radio, Pereira especificó que hubo una recolección de agua de 108 litros por metro cuadrado y estimó que la cantidad podría ascender a 150 o 200 litros por metro cuadrado en los sectores montañosos.

Para el momento de publicación de este texto, el Inameh no respondió a nuestras solicitudes para evaluar el historial de lluvias en la zona.

Sánchez también advirtió que la falta de datos demográficos son una traba para la prevención, análisis y solución de estos fenómenos. La última actualización de los patrones de población en Venezuela por las instituciones públicas fue el Censo Nacional del 2011.

De acuerdo con el Instituto Nacional de Estadística, el ente encargado de publicar los censos nacionales, la frecuencia de estos documentos debería ser cada 10 años como máximo.

«Existen esquemas de solución inmediata, como los sistemas de alerta temprana para informar a la gente, avisarle de los riesgos para que evacúen antes. Pero esa no es la solución de raíz. La solución de raíz es mejorar la economía de esa persona, y eso se evalúa con datos demográficos y socioeconómicos constantes», explicó el profesor de la UCV.

«Lo ideal es llevar este conocimiento a la gente para crear cooperativas, ser emprendedores y que realmente tengan los recursos para valerse por sí mismo y no depender enteramente del Estado en temas económicos. Al reducir la fragilidad socioeconómica de una población, menos necesidad tendrá de crear asentamientos improvisados para buscar sustento y ser vulnerables a eventos climatológicos extremos. Eso solo se puede articular con datos constantes y actualizados para crear

No hay prevención de riesgos


«Todo desastre es prevenible, en cualquier parte y en cualquier lugar. Es por eso que existe una campaña mundial que establece que ningún desastre es ocasionado solo por efectos de la naturaleza ni por fallas tecnológicas, sino por efectos socioambientales. Un desastre ocurre cuando hay una población humana afectada por un evento. Entonces, si los efectos son socioambientales, el componente social vuelve al desastre algo prevenible», explicó Obiel Xiraú Nuñez, ingeniero venezolano especializado en administración de desastres y coordinador del programa de Monitoreo y Evaluación de Programas Sociales de la presidencia argentina.

Nuñez recalcó que las declaraciones de Maduro sobre las inundaciones 10 días antes del deslave en Las Tejerías es un indicativo de que las instituciones tienen información de los patrones de riesgos para prevenir, pero que no comunican sus hallazgos a la población.

“La situación en Las Tejerías, así como cualquier otra, siempre pudo haberse previsto. De hecho, puedo decir que hasta cierto punto se previó por el levantamiento de información que he visto en la prensa venezolana y estatal. Los expertos sabían que se podía ver», aseveró. «Ahora, la cuestión está en evaluar hasta qué punto se pueden atender estos eventos. Las Tejerías es el ejemplo de la falta de información oportuna a la gente afectada, porque en efecto el alud ocurrió, fue —y es— catastrófico y ya se está atendiendo, lamentablemente, desde un punto de vista de la recuperación”, explica.

Obiel opinó que el esquema de atención a desastres normalmente se enfoca en fases: antes de un evento riesgoso (prevención y notificaciones de alertas), durante (disminución de afectaciones) y después (recuperación y reparación). En el caso venezolano, se enfoca sobremanera en el después, sobre todo en la búsqueda de supuestas causas y responsables.

«Hay muchas localidades como Las Tejerías: poblados que están asentados en valles fluviales con distintas quebradas y ríos y que han crecido sin planificación recientemente. Eso hay que tenerlo en cuenta desde el punto de vista de prevención», abundó.

«Normalmente, tenemos una cultura de reacción, como lo vemos con los sistemas de rescate de las víctimas. Un caso inusual con este alud en Las Tejerías es que, por primera vez, el Ministerio Público investigará el caso. Tocará esperar a ver si será un análisis forense de las causas del deslave o buscarán responsabilizar a algún ente. De ser el primer caso que menciono, sería una estrategia interesante para la evaluación y prevención de eventos similares», agregó.

El ingeniero especializado en desastres recalcó que, si bien las instituciones públicas manejan la información preventiva, existe un problema para transmitir o comunicar dicha información a la población venezolana.

«Lo que se debe reflexionar es cómo las instituciones públicas y las organizaciones no gubernamentales afrontan el momento preventivo de las situaciones», expresó Nuñez. «Las instituciones públicas pueden manejar la información de manera oportuna, pero si no la publican en sus plataformas no puede ser aprovechada por la sociedad», advirtió.

Nuñez comentó que tanto los entes públicos como privados deben mantener un registro de los riesgos socioambientales de manera transparente y de fácil acceso, para incentivar una “cultura evaluativa” que permita el monitoreo de la vulnerabilidad de las poblaciones, aún más cuando los patrones de urbanización no son planificados.

«Desde el 2015 no se actualizan los mapas de riesgos a nivel nacional. Uno visita las páginas web de las instituciones públicas y encuentra que la mayoría de su contenido es propaganda (…). Eso perjudica a la prevención de riesgos y desastres. En un país desarrollado, se debería obtener la información de vulnerabilidad en cada región, e incluso a nivel local, cada tres meses. Eso antes se hacía, ahora no. Esa responsabilidad de informar va desde lo nacional hasta lo estatal y municipal», concluyó.

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