miércoles, abril 24, 2024

“Pobres e indígenas”: el cóctel de crueldad que afecta a las comunidades Wayuu, Yukpa y Bari

En las comunidades indígenas del estado Zulia, la pandemia está haciendo estragos. No solamente por las escasas medidas de protección, sino que han disminuido sus posibilidades de adquirir alimentos

La situación de las etnias indígenas en Venezuela es precaria. Pero, la pandemia de COVID-19 ha empeorado la vida de las comunidades indígenas, en especial a las mujeres, niños y ancianos. La información la dio a conocer Ingrid Graterol, directora de Cáritas en la Diócesis de Machiques, al sur del Zulia.

“La pandemia está agravando la precaria situación de la mayoría de los pueblos indígenas Wayuu, Yukpa y Bari”, dijo a Fe y Alegría Noticias.

“La mujer indígena es tres veces más vulnerable, primero por mujer, por ser indígena y por ser pobre. En la emergencia que vivimos en nuestro país ya la estaban pasando bastante mal con el acceso a los alimentos. Luego aparecieron los productos, pero con una hiperinflación que no le permitía el acceso a ellos”, agregó.

No obstante, todo se agrava “con la llegada de la COVID-19. Antes de la pandemia y la cuarentena por lo menos podían salir a buscar aunque sea una de las tres comidas que se necesitan”, apuntó.

Graterol señaló que con la pandemia también se ha visto disminuido el comercio informal. A lo que hay que agregar la crisis de combustible y de transporte.

 “Entonces la alimentación de estas mujeres está basada en carbohidratos, sin nada de proteína. Hemos visto una fuerte desnutrición en ellas, sobre todo en las más vulnerables como las gestantes y las lactantes», agregó.

”Puedo asegurarte que antes de la COVID-19, el comercio informal resolvía un poco la situación. Podían movilizarse para medio resolver pero ahora no, por la falta de combustible y transporte en las comunidades indígenas”, lamentó.

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La dura realidad de la zona

La activista aseguró que evalúan un promedio de 50 mujeres indígenas embarazadas y lactantes. De ellas aproximadamente 80% puede salir con desnutrición.

“Nuestro trabajo, una vez identificadas con algún grado de desnutrición, es ayudar con alimentos, vitaminas, nutrialimentos y apoyo para que puedan adquirir las proteínas.. Así salvamos dos vidas, la de la mamá y la del bebé”, explicó.

Medidas urgentes

La ONG sostiene que son necesarias medidas urgentes para atender a las mujeres, sobre todo en las zonas vulnerables.

«La mujer indígena necesita de ayudas más específicas y de acciones humanitarias, porque es multi problemático lo que a ellas les acontece. Entonces los planes de ayuda tienen que ser multidisciplinarios. La ayuda debe salir, bien sea de las organizaciones independientes, del gobierno nacional de turno y de la misma comunidad», enfatizó Graterol.

La directora de Cáritas comentó que para salvar la vida de las mujeres, lo primero es salvar la nutrición. “No es sólo comer; lo fundamental es que estén nutridas para poder luchar y enfrentar la vida”.

Derecho a la alimentación

Katty Martínez, directora de la oficina de Derechos Humanos de los pueblos indígenas Abel Pete, destacó que la COVID-19 ha generado graves efectos en los pueblos indígenas.

“La producción y las cosechas de plátanos, yuca y maíz de las comunidades indígenas ha sido un aporte para los municipios de la subregión Perijá. En este caso, dicha producción ha sido necesaria para complementar e intercambiar alimentos entre las zonas indígenas y las no indígenas”, acotó.

Ahora sin intermediarios

Con la llegada de la COVID-19, el indígena ha tratado de buscar mecanismos para poder sobrevivir al confinamiento. Esto ha hecho que el yukpa lleve directamente sus productos hasta los municipios Rosario y Machiques de Perijá.

Esta situación pone en riesgo a los indígenas a que puedan contagiarse con el virus. En estos sectores han sido mínimos los planes de formación en prevención y orientación sobre cómo protegerse.

Ante la aparición de la pandemia se creó en la comunidad de El Tukuko un centro de intercambio. Pero en la zona se ha malinterpretado.” Por ejemplo, el indígena ha llegado a cambiar un saco de plátanos por dos pares de medias y ese no es el sentido de la creación del centro”.

También mencionó que en las zonas indígenas hay casos de desnutrición en las mujeres embarazadas, lactantes y niños.

“Urge un mecanismo real de atención donde los afectados tengan acceso a una buena alimentación balanceada y adecuada para su proceso de nutrición y crecimiento. No solo el comer plátanos y yuca es suficiente para una alimentación saludable”, señaló.

La bolsa CLAP no alimenta

Katty Martínez pidió al Estado garantizar el derecho a la alimentación que está establecido dentro del marco legal para los pueblos y comunidades indígenas.

A su juicio, «la bolsa de comida del programa de alimentación CLAP no contiene productos balanceados, solo traen carbohidratos y carecen totalmente de proteínas como carne, pollo, leche y huevos”.

Destacó que para paliar la situación de desnutrición en la Sierra de Perijá, la iglesia católica estableció una sede de Cáritas indígena con un programa de nutrición para mujeres embarazadas, lactantes y niños, pero sigue siendo limitado.

Detalló que el programa nutricional solo atiende a un número específico y deben cumplir con unos requisitos para estar dentro del vivero nutricional.

Sin embargo, Martínez manifestó que ese no debe ser el único apoyo, pues el Estado debe garantizar a los pueblos indígenas las iniciativas propias de evaluar estos mecanismos para que puedan producir.

Dicha atención servirá para contrarrestar la mortalidad por desnutrición, las enfermedades que se presentan a consecuencia de una mala alimentación en las comunidades indígenas, y que todos esos planes se canalicen conjuntamente con los líderes originarios para la atención de su pueblo y de las mujeres que están en situación de riesgo y vulnerabilidad.

Migrar para comer

“También nos vemos afectados por la migración. Hay hermanas yukpas que han tenido que irse a Colombia en busca de otros ingresos para la alimentación básica de sus niños. Simplemente buscan dinero para un plato de comida para sus familias”, puntualizó.

Igualmente aseguró que esta situación ha hecho más difícil que puedan acceder a las proteínas como carne, pollo, huevos y leche. Por consiguiente, las familias indígenas no tienen posibilidad de comprar productos de calidad.

“Esto nos pone en un alto riesgo, porque si no hay una buena alimentación nuestros bebés pueden presentar dificultad en su salud. Las mujeres, ancianas incluso niños se nos están muriendo por falta de una alimentación adecuada”, aseguró.

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