martes, abril 16, 2024
EspecialesOpinión“Pal que le gusta lo malo”

“Pal que le gusta lo malo”

Un profesor de la universidad, cuando le preguntaban si algún nuevo material de estudio era bueno, respondía: “pal que le gusta lo malo”.  Jamás me atreví pedirle explicación acerca de lo que significaba la frase, era de esos abogados cortantes, no quería me saliera con una de las suyas.  Mi padre también la utilizaba, pero menos disipó la duda, la empleaba con sarcasmo y  quien usa la ironía como recurso frecuente de habla no aclara expresiones.  Me costó despejar la hesitación.     

Varias veces leí en Twitter  publicaciones de muchos usuarios defendiendo a la principal cadena de farmacias de Venezuela, como si fueran sus propietarios, cuando alguien denunciaba altos precios de  medicamentos o nunca tener vuelto en dólares para que se gastara todo el billete.  A quien  protestaba la mínima calificación que atribuían era  “chavista de closet”.  “Vayan a comprarle a Maduro”, aconsejaban, justificando su amenazante actitud alegando que por lo menos en ese comercio se conseguían las cosas, caras, pero se conseguían.    

Lo radical de los fanáticos de la botica me exasperó y escribí en la red social que fui a una de las sucursales buscando solución fisiológica, pera para enema, supositorios de glicerina e inyectadora tipo probeta y no tenían ni una de esas cosas elementales, me llamaron mentiroso.  ¿Qué soy, aspirante a chavista o chavista de closet? riposté, “estúpido” apareció del otro lado.  Por cierto, nadie me quita de la cabeza que esa compañía se sirve de “guerrilla comunicacional” parecida a la roja rojita, porque apenas la citas en negativo te caen como pirañas.

Otro caso.  Voy a un Centro Comercial donde reside otra cadena, de ferretería, la más grande del país.  Cargo cien dólares.  Entrando, aviso en caja que pienso gastar entre 50 a 60 y me dan visto bueno para el cambio.  Más de una hora de cola y cuando ven el billete lo rebotan.  Reclamo y aconsejan que gaste 80, me voy.  Al ir a pagar el estacionamiento entrego un dólar, no hay bolívares, el taquillero  dice que por “política de la empresa” no lo aceptan. Pido llame al supervisor… no hay solución.  Telefoneo para que me transfieran, no hay cobertura.  Al final un señor  me ayuda, “tranquilo, Yo pago, me ha pasado”.   

Otra experiencia.  Donde funcionaban primero los CADA y después los Abastos Bicentenario hay ahora bodegones iraníes.  Estoy en uno, ajetreado embolsando los productos y escucho un grito como de Tarzán:   “póngase bien el tapabocas”, no pienso es conmigo, pero sí, era el destinatario. Veo una inmensa mujer, como barloventeña, quien me repite la orden estilo militar, pero  notó que el de ella no  cubre tampoco la nariz,  le reclamo la falta de moral y fue peor. Procedo a retirarme pero me advierte que primero debo poner todo en los estantes… se formó el zafarrancho.

Necesitaba comida.  Me dirijo a otro supermercado, con gentilicio de ciudad portuguesa. Todo bien hasta que voy a la salida.  Revisan artículo por artículo con calma de tortuga, un abuso porque es sospecha de delito, después de haber cancelado son tuyos, nadie puede tocarlos.  Una botella de ginebra  la chequearon con tal fuerza que aflojaron el dispensador,  al llegar al carro había botado la mitad. Me regreso, hablo con el de seguridad y me acusa de dudar de “su” personal, condicionando el cambio a  revisar las cámaras de seguridad para determinar de quién fue la culpa, NCIS pues.  Milagro, hablo con el gerente y se da cuenta que tengo razón, listo.

Vía al hogar una alcabala de las FAES.  “Estaciónese a la derecha”, 20 minutos de espera, llega el malandro, digo, el funcionario.  Pide papeles, todo en regla, listo, pienso, pero no, viene lo bueno. “Baja el vidrio trasero”, ve las bolsas y los ojos le brillan.  “Factura”, no aparece.  Comienza el matraqueo, pero al bajarme del carro estaba en el asiento.  El tipo ruega “déjanos algo que no hemos desayunado”, jajajaja, me voy.  Llego a casa, saco hielo, sirvo el trago que merecía y se fue la luz, ah y el agua.  Lo saboreo y aunque es marca de tercera me supo a gloria… por fin entendí la frase “pal que le gusta lo malo”.  Sin calidad de vida y en Dictadura, lo peor es bueno.

@doctorgoitia

bitacorapenal.blogspot.com/

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