Cada año la retórica se repite en los discursos de los mandatarios de los 193 estados miembros de la ONU
Por: Roberto Trobajo Hernández. En más de siete décadas de creada la Organización de las Naciones Unidas (ONU), la mayor organización internacional existente, lo único novedoso acontecido son las secciones virtuales en que transcurre esta 75 Asamblea General
Cada año la retórica se repite en los discursos de los mandatarios de los 193 estados miembros de la ONU.
Cooperación, justicia, democratización de las Naciones Unidas, siguen siendo las constantes prevalecientes en las alocuciones de los líderes mundiales.
Voces latinas
Latinoamérica –países que siguen enfrentando tragedias sociales, económicas, sanitarias- dedicó intervenciones para defenderse o atacar por los incendios forestales en Brasil, las masacres en Colombia, y las sanciones de USA a Cuba, Venezuela, Nicaragua.
¿Y la paz? El presidente de Colombia Iván Duque pidió avanzarse hacía una “paz de verdad” diciendo casi lo mismo que el presidente de Chile, Sebastián Piñera, quien al defender su gestión también aseguró que hará “todos los esfuerzos para que no haya impunidad ni que se vulneren los derechos humanos”
La tibieza latina tuvo su mayor exponente en Andrés Manuel López Obrador, AMLO dijo estar empeñado en cambiar a México por cuarta vez, y pretendiendo quedar bien con todo el mundo se confesó “creyente en el credo de la fraternidad universal”.
Además del presidente mexicano, otro debutante ante la ONU, es el jefe de Estado argentino Alberto Fernández, quien instó a “vacunarse contra la injusticia social, reestructurándose las deudas de los países para evitarse los atrasos del subdesarrollo que provoca el endeudamiento tóxico irresponsable” abogando por la necesidad de “construirse puentes entre personas, naciones, regiones”.
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Los también debutantes Luis Lacalle (Uruguay), Matín Vizcarra (Perú), Carlos Alvarado (Costa Rica) hablaron de lo mismo aunque reforzando por abogar para que el multilateralismo –palabra de moda entre los mandatarios del mundo- ayude a vencer la pandemia del COVID-19: la señalada protagonista culpable de las crisis de este año.
Oportunismos del eje del mal latinoamericano
El régimen cubano, en cabeza de Miguel Díaz-Canel, siguió con sus “denuncias” a ese tal bloqueo de EE.UU contra Cuba, arreciando sus ataques a Trump, al tiempo en que defendió a sus pares de Nicaragua y Venezuela.
Nicaragua secundó a Cuba, pero agregando por la inclusión de Taiwán en la Agenda 2030; osada coquetería del canciller nicaragüense, Denis Moncada, que podría costarle a Daniel Ortega regaños de una China empeñada en anular a la pequeña isla que se independizó del gigante asiático.
Nicolás Maduro, copiándole al cubano Díaz-Canel, también atacó a EE.UU.; arremetiendo con Duque, y aprovechó la vitrina que le dio esta 75 Asamblea de la ONU para “buscar legitimizar” las próximas elecciones en Venezuela: dizque invitando a que el Secretario General de las Naciones Unidas envíe a Caracas una comisión que “acompañe” a las elecciones legislativas del 6 de diciembre. Y obvio que defendió a sus “amigos” China, Irán, Cuba, Rusia, Nicaragua, en indudable abogó por reciprocidad.
Y el mundo ¿Qué?
Rusia y China vuelven a exhibirse como “amigos de la humanidad” prometiendo solidaridad y cooperación, repostando a EE.UU. que sigue enfrascado en confrontaciones geopolíticas contra los rusos y chinos, tan gladiadores como los estadounidenses en las pujas diplomáticas.
Todo el mundo habla de reformarse la ONU, “reclamos” que serán reiterados en las intervenciones de los líderes que seguirán interviniendo en las secciones virtuales de esta septuagésima Asamblea de las Naciones Unidas…
Empero nunca lograrse “democratizar” a la ONU mientras los 5 miembros permanentes del Consejo de Seguridad (China, Rusia, USA, Francia, Reino Unido) puedan vetar –tan sólo con el voto de uno de ellos- las propuestas de los otros 10 países que cada año son renovados; y así casi nunca se concretan medidas contra regímenes violadores de derechos humanos.
Tampoco se impone obligatoriedades para que se cumplan resoluciones sancionatorias ni se materializan cooperaciones globales para enfrentarse pobrezas y enfermedades.
Lo que sí es seguro es que la acumulación de penurias y desigualdades empujarán a que llegue el día en que los pueblos del mundo presionen para que sus presidentes protagonicen cambios positivos y dejen de utilizar a las Naciones Unidas para defenderse y atacarse entre líderes de países; porque la humanidad clama por un mundo mejor, que aunque así las cosas, todavía sigue siendo posible.
