miércoles, abril 24, 2024
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Luis Somaza
Luis Somaza
@LuisSomazaC

Ningún país debe vivir lo que ocurre en Venezuela
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Venezuela se ha convertido en un país donde en una fecha como el Día de las Madres hay más nostalgia y sufrimiento que felicidad y fiesta, la crisis generada por la dictadura ha provocado la migración forzada de más de seis millones de venezolanos, así como la muerte de niños inocentes por falta de tratamientos y trasplantes.

Este fin de semana, seis niños más se sumaron a la lista de fallecidos en el Hospital J.M. de los Ríos por falta de medicinas y por los trasplantes que nunca terminan de llegar para salvar sus vidas, la Fundación Simón Bolívar, la cual se supone debía encargarse de hacer realidad esta segunda oportunidad para los venezolanos tiene años manejando listas que solo buscan jugar con la esperanza de las familias venezolanas.

La corrupción y la desidia condujeron a nuestro país a una emergencia humanitaria que cobra la vida de miles de personas, nuestra gente no solo pierde la vida a causa de la falta de protección y de vacunas contra el Covid-19, sino que desde hace años apaga la luz de quienes padecen hasta las enfermedades más simples.

Por eso, mientras ayer hubo madres que celebraron su día acompañadas de sus hijos, muchas otras lo hicieron a través de videollamadas y, lamentablemente, también hubo quienes despidieron a sus seres más queridos.

No existen explicaciones que puedan justificar el daño tan grande que le han ocasionado al país más de 22 años de arbitrariedades y saqueo, todos los sectores de Venezuela están destruidos y con ellos las oportunidades de más de 30 millones de personas.

La crisis económica mata de hambre a los venezolanos, esto es una realidad, aún hay cientos que hurgan entre la basura para conseguir alimentos, así como también es un hecho que nuestras morgues no tienen la capacidad para recibir a más cadáveres.

Este modelo político fracasado con el que orgullosamente hablan desde la dictadura ha generado la creación de fosas comunes, que nuestra gente traslade por sí misma a sus muertos, que mueran de mengua, fiebre amarilla y de muchas más enfermedades que ya deberían estar erradicadas.

La llamada revolución aún mantiene secuestrados a más de 300 presos políticos entre ellos civiles y militares, incluso a un adolescente, solo por salir a las calles a exigir el restablecimiento de nuestros derechos fundamentales y democracia.

Ningún país debe vivir lo que vive Venezuela, ningún país de la comunidad internacional debe hacer caso omiso del sufrimiento que vive nuestra gente – dentro y fuera de nuestro territorio- así como tampoco debemos dejar de Alzar la Voz por las más de 600 ONG que solo intentan evitar que la línea de decesos siga aumentando.

Venezuela clama justicia y libertad, la presión internacional ha sido fundamental para el reconocimiento de nuestra situación, por ello nuestra insistencia desde el Gobierno Encargado en lo necesario de la presión interna para respaldar sus acciones contra Maduro.

Habrá justicia para los venezolanos y para nuestra nación pero el régimen comunista que hoy atemoriza a nuestro país, no debemos permitir que esparza su discurso por nuestra región. El único legado de la revolución es y será hambre, miseria y muerte.

Ningún país merece tanto daño.

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