Después del famoso capo, Pablo Escobar, Gilberto Rodríguez Orejuela, alias “El Ajedrecista” se convirtió en uno de los más duros jefes del Cartel de Cali en los 90. Controlaba el 80 % de la producción mundial de cocaína y lo atraparon y extraditaron a Estados Unidos en 2004, donde se suponía cumpliría condena hasta el 2034. Falleció este miércoles a los 83 años
El ex jefe del Cartel de Cali, Gilberto Rodríguez Orejuela, alias “El Ajedrecista”, falleció la mañana de este miércoles en una cárcel de Estados Unidos.
Según versiones extraoficiales, el narcotraficante de 83 años de edad sufrió muerte cerebral, además de tener varios padecimientos como cáncer de colon, de próstata, hipertensión, gota y trastornos psiquiátricos.
“El Ajedrecista” fue capturado el 9 de junio de 1995 y era el narcotraficante más poderoso, tras sobrevivir a una guerra declarada del Cartel de Cali contra Pablo Escobar, que incluyó la bomba contra el edificio Mónaco, en Medellín, donde vivía la familia del capo antioqueño.
Orejuela, incluso patrocinó a Los Pepes, el escuadrón que lo persiguió después de la muerte de Escobar.
El Ajedrecista y su hermano Miguel se convirtieron en los narcos más buscados, y se calcula que movieron hasta el 80 por ciento de la producción mundial de cocaína.
De la captura a la extradición
En 1995 Gilberto Rodríguez había sido capturado, después de una intensa búsqueda, fue descubierto en un compartimiento secreto que se encontraba detrás de un armario.
Sin oponer resistencia el capo se entregó e inmediatamente fue trasladado a Bogotá para que rindiera su primera declaración ante la fiscalía, reseñó La Vanguardia.
En 2002 recobró su libertad por orden de un juez, cuatro meses después fue recapturado en el barrio Versalles de la ciudad de Cali.
En 2004 fue extraditado a Estados Unidos, donde debió cumplir condena hasta el 2034, pero la muerte se lo llevó este miércoles en la cárcel Federal de Butner, en Carolina del Norte.
Una familia de narcotraficantes
Según la revista Semana, el hermano de El Ajedrecista, Miguel, está preso en otra prisión, en Carolina del Norte.
En 2016, ambos reaparecieron en Colombia, por medio de pantallas, en audiencias en las que procesaban a sus familiares por lavado de activos.
Fue allí donde se veía a Gilberto deteriorado y como un anciano. “Una condena de 25 años a mi edad es cadena perpetua”, dijo en entrevista al medio colombiano.
La pandemia para la libertad
Al iniciar la pandemia de la Covid-19, la defensa del fundador del Cartel de Cali hizo la petición de libertad, con el objetivo de que pasara sus últimos años de vida junto a su familia en Colombia.
Pero el juez Federico Moreno desestimó aplicarle a Rodríguez Orejuela la Ley del Primer Paso, aprobada en Estados Unidos en 2018 para descongestionar cárceles, con la que ya han salido más de 3.000 reclusos.
En la corte del Distrito Sur de Florida “pesó más el recuerdo del peligroso señor de la droga que la imagen del anciano enfermo que presentó su defensa, encabezada por el abogado David Oscar Markus”.
Comisión de La Verdad no lo ayudó
Se conoció hace poco que Gilberto Rodríguez Orejuela quería comparecer ante la Comisión de la Verdad para contar su versión de la influencia del narcotráfico en la política en Colombia.
Colombia estuvo en expectativa ante el hecho de que el excapo hablara sobre la financiación de la campaña presidencial de Ernesto Samper, en los años 90.
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En una carta a la Comisión de La Verdad expresó algunos detalles sobre su relación con el poder político, militar y económico en Colombia que reseñó el diario El Tiempo.
“Soy consiente que todos los que hemos tenido alguna relación con el poder político, económico o militar tenemos la mayor culpabilidad de la tragedia que ha vivido el pueblo colombiano, en los últimos cincuenta años. Por lo tanto, ir ante ustedes a contribuir con mi culpa, y con lo que sé de lo que sucedió en Colombia con la verdad histórica, es un imperativo moral que me obliga, como colombiano, como ser humano y como hijo de Dios”, expresó.
Asimismo, agregó: “También soy consiente de que este ejercicio, aparentemente noble, si no se hace con absoluta humildad sincera, sin condiciones, es un ejercicio inútil”.
“Finalmente, y solo para aclarar algunas insinuaciones periodísticas que han aparecido, solo aspiro a dos cosas: que mi testimonio sea reservado, con absoluta prudencia, y que sea personalmente con el miembro o los miembros de esta comisión que ustedes dispongan. Con el sentimiento de admiración y respeto, Gilberto Rodríguez Orejuela”, finalizaba la comunicación.
