viernes, abril 26, 2024

Migrante venezolana y sus dos hijas menores VIVEN ENTRE LA BASURA en Aruba

Yalmira señala que ha sido imposible acreditar su estancia legal en Aruba y conseguir un empleo

La crisis migratoria venezolana sigue dejando víctimas entre sus ciudadanos. Tanto que algunos ni siquiera consiguen refugio o asilo para un estatus legal en los países destino.

Este es el caso de Yalmira Mora y sus hijas, quienes huyeron a Aruba en busca de un mejor porvenir sin tener idea de la cruda realidad que los perseguiría.

Crónicas del Caribe cuenta como esta venezolana, que hace siete años se vio forzada a dejar su país natal para migrar hacia Aruba, sobrevive junto a sus dos hijas menores de edad en condiciones desgarradoras.

Aun con un padre nativo, Yalmira señaló que fue imposible acreditar su estancia legal en Aruba y obtener un empleo.

En medio del desespero por no tener un trabajo, y sin los recursos económicos para pagar la renta de una vivienda, se vio en la penosa necesidad de invadir un inmueble abandonado que era frecuentado por personas en condición de calle y con problemas de adicción.

Desde entonces, Yalmira y sus dos hijas menores de edad residen en el sitio, sin suministro de agua potable, rodeadas de desperdicios, chatarras, animales muertos, víboras y con el temor de que un indigente les haga daño.

“Hemos tratado de vivir, de resistir con nuestro desastre que vivimos acá. Hemos hecho un llamado a que nos ayuden, incluso al gobierno, pero nadie ha ayudado”, manifiesta.

Foto: Crónicas del Caribe

Lea también: “A cuidarse mi gente que el Diablo anda suelto”: el llamado de un migrante venezolano en Chile

Sobrevive con ayuda de la comunidad

En una condición de pobreza extrema y sin poder cubrir sus necesidades básicas, Yalmira detalló que duermen en colchonetas, con un ventilador para intentar aplacar el calor sofocante y una pequeña nevera que solo contiene unas cajas de leche que reciben como donación de fundaciones.

La mujer prepara y vende quesillos para tratar de tener ingresos propios, pero apenas le alcanza para cubrir parte de los gastos del transporte escolar para una de sus hijas, quien estudia en un colegio público.

Los vecinos les suministran de vez en cuando un poco de agua en cubetas y alimentos. En siete años no han tenido acceso a la atención médica por falta de un estatus legal, añadió.

“Regina -una de sus hijas- padece disautonomía, yo misma sufro de taquicardia, y no ha habido nadie que nos ayude porque no tenemos papeles”, manifestó.

Dubreska, de tan solo 13 años, evidentemente afectada por la situación que padece junto a su madre y hermana, aseguró que a veces no tiene nada que comer y tiene que salir a la calle para pedir que le den comida. Con lágrimas en los ojos, solicitó a la comunidad y a las instituciones correspondientes que les ayuden con alimentos y agua.

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