Hay millones de venezolanos viviendo fuera del país, de esto no hay cifras oficiales, pero solo basta con hacer un censo familiar para darse cuenta de que aquí falta gente
Más allá de las acusaciones de la administración de Maduro en contra de los que escriben sobre la migración, hay una triste realidad que arruga el corazón de las familias de venezolanas que cada día se tienen que comunicar con sus familiares que están a miles de kilómetros de distancia.
La inseguridad, la inflación, los costos de salud y educación son algunos de los factores que han llevado a muchos venezolanos a dejar su vida en el país que aman para empezar desde cero en otro lugar.
Migración: tragedia familiar
Un gran porcentaje de las personas que se fueron del país añora su tierra, pero al ver que están trabajando incluso en cosas que no son su profesión original, explican que prefieren quedarse en otro país que regresar a Venezuela.
Y no es porque no quieran estar con sus familiares o porque sean apátridas, es que las condiciones de vida no están garantizadas.
Tulio Cano, migró a España con su familia en 2018, por una mejor calidad de vida para sus hijas. “Vivimos mejor porque, aun cuando trabajas muchísimo más, sabes que tienes seguridad de conseguir lo básico necesario para vivir, ves como invierten los impuestos que pagas y disfrutas de esas cosas, estás seguro de contar con los servicios esenciales”, describe.
El nivel de vida del venezolano bajó considerablemente, y aunque ahorita hay una crisis mundial, resulta un poco difícil vivir en un país donde el sueldo mínimo son $6 y en la Serie del Caribe, baratico como dicen los influencers, te venden una cajita de pequeños en $5.
La tranquilidad no tiene precio
Vanessa es una venezolana de 35 años, radicada en Madrid. «Amo a Venezuela, pero no me regresaría. Aquí me siento segura, puedo sacar mi teléfono donde quiero. Cuando trabajaba en la heladería salía tarde, que quedaba lejos, llegaba a las 2:00 am tranquila. Nada de sustos y zozobras».
“En Venezuela queda mi mamá, mi papá y coquito (su perro). Mi hermana mayor está en México con su esposo y mis dos sobrinos; y mi hermana menor está en EE.UU.. No creo que me regrese. Me gustaría que me vinieran a visitar”.
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Las cuentas no dan
Y es que en la canasta de supervivencia se ubica en $20 aproximadamente, por lo que un sueldo mínimo no lo cubre. Y aparte hay que tener varios trabajos para poder cubrir los costos y una sola persona no es capaz de cubrir las necesidades de un hogar.
El drama de la salud
Los presupuestos se vienen abajo aún más cuando hay una emergencia de salud, ya que ir a una clínica es prácticamente imposible para un venezolano promedio y operarse mucho menos.
Algunos migrantes venezolanos han tenido que cubrir los gastos médicos de sus familiares enviando dinero, y endeudándose, pues no todo el que migra vive a sus anchas.
Vanessa una migrante venezolana en España compartió su experiencia sobre este particular. “Yo mando dinero para mi casa. Ahorita estoy endeuda por lo que tuve que mandar para el pago de la clínica, pero lo importante es que conseguí el dinero. Estando allá no hubiese podido llevarlo a la clínica”, relata.
En su mayoría son personas que trabajan haciendo oficios diferentes a su profesión y que con mucho esfuerzo pagan el arriendo, sus gastos de comida, de transporte y envían remesas para su familia.
