Nuestros temores llevan al pánico, angustiándonos porque cualquiera de las dos potencias falle en sus cálculos y estalle un conflicto bélico que se globalice, prende las alarmas de la comunidad internacional
Hace unos días todos los ojos estuvieron puestos, tensionándonos, por el desenlace que podría desencadenar la desafiante gira asiática de Nancy Pelosi -presidenta de la Cámara de Representantes norteamericana- quien molestó muchísimo al gobierno chino por la visita de la alta congresista gringa a Taiwán.
Máxime porque entre USA y China hay una gran rivalidad política, desde que el gigante asiático empezó una expansión económica que tiene en jaque a EE.UU. al punto de quitarle la hegemonía como primera potencia del mundo.
La guerra en Ucrania, recrudeciendo enfrentamientos económicos entre Occidente y Rusia, deviene en tensiones agravando el tablero donde chocan bloques de países a la usanza pasada; polvorines que parecían apagados tras aquella guerra fría.
Aunque Pelosi viajó representado al Congreso y no al gobierno estadounidense, para las autoridades chinas es lo mismo y advierten que se trató de una provocación a la que responderán contundentes.
Así las cosas, con Washington y Pekín mostrándose dientes, ambos con potentes armamentos y muchos militares, asustan a la humanidad.
Es que un error de cálculo de cualquiera de las dos potencias desencadenaría una guerra de fatales consecuencias y que se podría tornar en irreversible.
Jaime Ferri, profesor de ciencias políticas en la Universidad Complutense – experto en política comparada y conflictos- considera que la visita de Pelosi tiene una relación directa con la invasión rusa de Ucrania y el tímido apoyo que ha mostrado China a Moscú:
“Su interés es accidental, han utilizado a la presidenta del Congreso como un peón para presionar a Pekín y mandar un mensaje al eje Rusia-China de que no se van a dejar amedrentar por sus amenazas, siempre con el pretexto de fondo de la defensa de la democracia y los Derechos Humanos”. Sin embargo, advierte que “cuando una escalada tensión como esta se abre es muy difícil cerrarla luego”.
Tensa visita a Taiwán
A pesar de que las relaciones entre China y Estados Unidos nunca han sido amigables, impresionó la escalada de tensiones entre estas dos potencias.
La reacción de los chinos es lógica: el gigante asiatico considera a la isla taiwanesa como una provincia suya, y por ende territorio chino.
Al principio en la agenda de la gira asiática de Pelosi no estaba prevista una visita a la isla, la congresista demócrata decidió añadirla parada, provocando esto las advertencias y amenazas de China, tratando de evitar su llegada a Taiwán.
Y desde Washington vieron que esa era una buena opción retar al gigante asiático y prosiguieron con sus planes,
El presidente Xi Jin-Ping calificó de “temerarias y provocadores” estas acciones de EE.UU, mientras que ha llamado a consultas al embajador en Pekín.
Añadiéndose que el Ministerio de Defensa de China anunció “maniobras militares dirigidas” con fuego real con el objetivo de “defender decididamente la soberanía nacional y la integridad territorial” del país.
La pelea entre China y Taiwán
El conflicto entre Taiwán y China se remonta al final de la Segunda Guerra Mundial, cuando Pekín — quien ganó el conflicto al posicionarse con el bando aliado— recibió el permiso de EEUU y Reino Unido de gobernar la isla.
Empero, cinco años despues, en 1949, el Partido Comunista de Mao Zedong venció en la guerra civil y expulsó a los miembros del partido nacionalista al mando hasta entonces, llamado Kuomintang.
Estos chinos “disidentes” huyeron a Taiwán y constituyeron su propio gobierno en la isla, yendo a contracorriente de las políticas que se llevaban a cabo en China, instaurando una democracia y expandiendo poco a poco su industria de semiconductores de alta gama, lo que le ha llevado a ser la 21ª potencia económica mundial. Desde entonces Pekín tiene intención de anexionarlo a su territorio.
Así el mundo ve a Taiwán
En la isla de Taiwán viven cerca de 23,5 millones de personas y, a diferencia de Honk Kong, no está considerada una región administrativa especial de China.
Es una democracia que cuenta con una Constitución y su propio ejército de unos 300.000 efectivos.
Sin embargo, ara China es una provincia “rebelde” de su país cuyo Gobierno es “ilegítimo”, por lo que hace constantes esfuerzos para que internacionalmente las relaciones diplomáticas se canalicen a través de sus representantes, ahondando en el discurso de que China solo hay una y esta incluye su soberanía sobre la isla.
Mientras que la China de Xi Jing Ping se llama oficialmente República Popular China, mientras que Taiwán recibe el nombre de República de China.
En relación a cómo ve la comunidad internacional a la isla, apenas existen trece países que mantienen vínculos diplomáticos con Taiwán sin pasar por China, además de el Vaticano.
A pesar de su autogobierno nunca ha declarado su independencia oficial de China, aunque se considera a sí misma un país independiente.
El reconocimiento a esta supuesta independencia solo se puede producir a través de relaciones diplomáticas que ignoren a los representantes chinos, una práctica que realizan menos de una quincena de estados.
La gran mayoría de su población (60%) de la población se siente taiwanesa, y el restante 40% que se considera chino-taiwanesa.
Intereses de USA en Taiwán
Aunque Nancy Pelosi ha insistido durante su visita en que el objetivo de EEUU es “defender la democracia”, hay otros aspectos que invitan a pensar que este no es el único motivo por el que se posicionan del lado taiwanés.
En primer lugar, Washington es el principal proovedor de armas de la región asiática y sería su mayor aliado militar en un hipotético conflicto bélico, lo que le aporta muchísimos beneficios económicos.
Por otro lado, desde lo geopolítico, la isla de Taiwán, se encuentra apenas a 160 kilómetros de China y forma parte de la llama “primera cadena de islas”, un conjunto de archipiélagos asiáticos alineados con Estados Unidos, a través de los cuales Washington ejerce su influencia en la región Asia-Pacífico.
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Consecuencias de la visita
Sobre la decisión de EEUU, China ya ha advertido que “los que juegan con fuego no tendrán un buen final” y ha anunciado “medidas contundentes”.
En lo que respecta a Taiwán, el gigante asiático ha bloqueado casi dos tercios de las exportaciones a la isla, pero la gran cuestión es qué hará contra Washington.
Ferri considera que lo que está meditando el Gobierno de Pekín es “cómo agraviar y perjudicar a EEUU sin que ello provoque consecuencias irreparables”, como podría ser una guerra.
Taylor Fravel, director del programa de Estudios de Seguridad del MIT (Massachusetts Institute of Technology) especializado en China, cree que “casi seguro la respuesta incluirá un componente militar, muy probablemente con una demostración de fuerza en primera instancia”.
Además, apunta a que Xi Ji Ping y su entorno deben medir al mílimetro su respuesta militar, ya que esta incluye “la posibilidad de un error de cálculo”.
En definitiva, busca tensar aún más relaciones pero sin que se desencadene el conflicto bélico.
La buena noticia es que el gobierno chino ha afirmado que “nadie quiere una guerra mundial” y hay que “evitar que el mundo pague un precio tan alto”; así dijo el canciller de China Wang Wenbin.
Opinión en la que coincide Éléonore Caroit, Diputada (Congresista) en la Asamblea Nacional de Francia, quien confía en esfuerzos para desescalar tensiones, en la que muchos países sumarían esfuerzos, papel que jugaría hasta Venezuela que es aliada de China y está recomponiendo sus relaciones con EE.UU.
La actual situación, tan grave y tensa, bien podría atenuarse pues hay suficientes interlocutores en la comunidad internacional capaces de evitar un fatal escenario bélico.
Sin embargo, a pesar de que ahora hay una relativa tranquilidad, todos los escenarios están abiertos, y es latente la amenaza de una tercera guerra mundial.
