Colombia ama el fútbol, es una pasión y un deporte de satisfacciones, ha servido de catalizador para un país violento históricamente. Pero, tiene un lado oscuro
Después de 16 meses de pandemia el fútbol regresaba este 3 de agosto a Bogotá. El estadio El Campín recibía a hinchas de todo tipo de condiciones.
Familias enteras con sus niños formaban parte de las tribunas entusiasmadas por volver al espectáculo que tantas alegrías le ha dado a Colombia.
Y el cual constituye el deporte por excelencia preferido por los colombianos no en vano también sus jugadores son “tipo exportación”, figuras mundiales del fútbol, admirados por muchos y por siempre.
Sin embargo, el lado oscuro del fútbol colombiano resurgió en la noche de este martes, barras bravas de los equipos Santa Fe y Nacional resurgieron “monstruosamente”.
Como si hubiesen estado esperando y reprimiéndose durante los 16 meses que estuvo suspendido el torneo de balon pie en Colombia.
Una espera que se tornó violenta, sangrienta, angustiosa, desesperada… Hinchas desadaptados saltaron a la cancha en el entretiempo del juego.
Mientras los ojos asombrados de niños, madres, padres y abuelos que “reinauguraban” el espectáculo en El Campín presenciaban cómo el escenario se convertía en una batalla campal.
Golpes hasta dejar inconsciente a un hincha, vayas de seguridad violentadas, insultos, empujones, linchamientos, improperios y hasta más, se vieron en las imágenes que ahora recorren el mundo.
Hinchas invadiendo la cancha durante el entretiempo, mientras otros se enfrentan en las graderías entre ellos y con la Policía quedaran en la memoria de quienes iban a “disfrutar” la reapertura.
Los aficonados de bien, que son la gran mayoría, huían despavoridos del “dantesco” escenario, cargaban a sus niños en brazos para que no presenciaran “semejante espectáculo”.
Edison Romario, de 26 años, fue uno de los hinchas atacados. Resultó golpeado brutalmente por seguidores de Nacional. Presentó trauma cráneoencefálico moderado y fractura en la nariz.
Al final, 26 hinchas y seis policías heridos tras la jornada violenta en El Campín.
Además de la prohibición de ingreso de hinchas a los estadios de Bogotá y veto por un año a la hinchada de Nacional en la capital colombiana.
“Inaceptable y sin sentido”, manifestaba Claudia López, alcaldesa de Bogotá el comportamiento de “unos hinchas desadaptados y violentos”.
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Un monstruo dormido
La pandemia de COVID-19 y la consecuente paralización del fútbol terminó dejando en el olvido el problema de la violencia en el fútbol colombiano.
Las cifras más recientes dan cuenta de 149 muertos relacionados con este espectáculo en los últimos en 12 años en las principales ciudades de Colombia.
Y aunque la violencia en el fútbol es un fenómeno común en Suramérica, heredado de Europa con los Hooligan (hinchas británicos que producen disturbios o realizan actos vandálicos, que pueden derivar en tragedias).
Lo cierto es que en Colombia se posiciona de manera alarmante donde víctimas y victimarios sufren el vínculo entre las barras bravas y el narcotráfico.
En este sentido se convierte en un problema mortal en los países de América Latina.
Los casos más graves de violencia en el fútbol sudamericano suelen estar vinculados con el fenómeno de las barras bravas.
Caracterizadas por ser grupos mediamente organizados y de particular fervor que desde su surgimiento ejercen ataque sobre hinchas rivales.
Cifras en Colombia
El Colombia de esas 149 muertes en el fútbol registradas por la Fiscalía, Medicina Legal y registros periodísticos, indica que se dieron fuera de los estadios.
Pero estuvieron vinculadas con conflictos iniciados por la pertenencia a hinchadas.
El América de Cali encabeza la fatídica cifra de hinchas muertos (37), le siguen Atlético Nacional (32), Deportivo Cali (22), Millonarios (15), Independiente Medellín (8).
Las armas blancas aparecen como las más usadas (en 99 casos), los disparos de armas de fuego fueron 36 y resulta llamativo las caídas desde altura que provocaron la muerte de 9 hinchas entre 2008 y 2020.
Vínculo con el crimen organizado
También la cultura de las barras bravas tiene un estrecho vínculo con el crimen organizado. América de Cali, con su barra Barón Rojo Sur, tiene un triste liderazgo en este campo, asegura El país.
Redes de narcotráfico y lavado de dinero dentro de las barras y disputas internas, produjeron otros 21 asesinatos.
Las barras de Independiente de Medellín y de Atlético Nacional también fueron investigadas por el tráfico de drogas.
Reacciones al regreso de barras bravas
Para el exalcalde de Bogotá, Enrique Peñalosa la violencia en el futbol colombiano trae consigo otra triste consecuencia.
“Mientras haya violencia en los estadios, el fútbol colombiano no tendrá los recursos para ser exitoso internacionalmente. Porque millones de ciudadanos se abstendrán de ir, especialmente aquellos con niños. Y esto deja a los equipos sin los recursos necesarios”, explicó.
Por su parte el periódico Las dos orillas aseguró que “los estadios han sido testigos del problema histórico de la falta de seguridad”.
Y el analista deportivo Juan Felipe Cadavid describe lo que pasa con la hinchada colombiana y hace un llamado a la reflexión.
“Que esa familia no debió meterse en “el lugar de la barra”, qué Higuita nos provocó, qué ellos empezaron, etc, etc, siempre una excusa para ser violentos. Amigos azules, verdes, rojos, amarillos, blancos, grises, de todos los colores que creen que el fútbol es excusa para ser”.
Por ahora Bogotá vuelve a quedarse son el espectáculo que les “embomba” el corazón al país entero. Las decisiones que se tomaron en la capital en las últimas horas seguramente repercutirán en el resto del territorio colombiano.
