sábado, abril 20, 2024

LES PIDEN PLATA Y LOS MALTRATAN: relato de los repatriados desde Curazao y Aruba

Los venezolanos repatriados desde Curazao y Aruba denunciaron irregularidades y vejaciones

En los recientes vuelos de Conviasa y Láser, con venezolanos repatriados desde Curazao y Aruba, se han presentado varias irregularidades, desde violaciones a los DD.HH., hasta presunto cobro de comisiones.

La denuncia la hicieron grupos de venezolanos que estaban detenidos en la isla y que retornaron al país, entre el 11 y el 18 de septiembre, según reseña el portal Crónicas del Caribe.

Del vuelo que aterrizó en el aeropuerto internacional de Maiquetía, el 11 de septiembre, los pasajeros denunciaron agresiones y chantajes por parte de funcionarios de los organismos de seguridad.

Según los testimonios, “intentaron extorsionar a los repatriados solicitando el pago de 30 dólares para agilizar el retorno a sus diferentes ciudades”.

El 18 de septiembre aterrizó el segundo grupo de venezolanos, en un vuelo desde Aruba operado por la aerolínea Láser. Este llegó al aeropuerto Internacional Josefa Camejo de Punto Fijo, estado Falcón y luego en el aeropuerto internacional de Caracas. 

Datos oficiales indican que arribaron 95 personas: 48 hombres, 36 mujeres, dos de ellas embarazadas, y 11 infantes. Todos repartidos entre el Distrito Capital y los estados Falcón, Carabobo y Zulia.

Lea también: Los encierran con delincuentes: denuncian vejaciones contra migrantes venezolanos detenidos en Curazao

Atrapado y expulsado

Pedro Navarro –identidad ficticia por miedo a represalias- es oriundo del barrio San José de Coro, capital del estado Falcón. Tiene 22 años y en su tierra se dedica a distribuir agua por cisterna.

Impulsado por el sueño de una mejor calidad de vida, partió rumbo a Aruba desde la península de Paraguaná la noche del 31 de agosto con otras 23 personas. El viaje ilegal le costó 500 dólares. Pero no pudo alcanzar su destino, pues la embarcación fue interceptada por las autoridades de la isla.

Navarro fue deportado el 18 de septiembre. “Me fui con el sueño de trabajar, uno arriesga su vida ahí”, declara.

Cuenta que la embarcación zarpó con un solo motor. La travesía fue coordinada desde Aruba. En dos ocasiones tuvieron que interrumpir el viaje, por fallas mecánicas y debido a la presencia de dos barcos que pensaban eran Guardacostas.

Según su testimonio, uno de esos barcos no identificados les advirtió que su peñero se estaba hundiendo. Navarro describe la noche de terror que vivió en altamar. “Gritábamos auxilio, otros lloraban y rezaban, tuvimos que calmarnos y nos rendimos, no quisimos nadar, nadie quería morir… fue, entonces, cuando en cuestión de segundos llegó un helicóptero y nos detuvieron”.

Reconoce que las autoridades de la isla respetaron sus derechos durante el tiempo que permaneció en el Centro de Detención Dakota. “Nos dieron la comida durante los 17 días que estuve preso y nos contaron el peligro que existe en altamar por el tráfico de humanos que lideran los piratas colombianos, que se llevan a los venezolanos para extraer sus órganos con el fin de beneficiar a los narcos”, comenta el joven.

Tras desembarcar en el aeropuerto de Punto Fijo, revela que un funcionario policial le insinuó que tenía que cancelar “lo que pudiera” para irse a casa. “No aparecía en el sistema, mi número de identidad no aparece y me tuvieron detenido ahí por esa razón, pero no pague nada, no pasó a mayores”, señala.

Humillados

Diana de Piña comparte la experiencia que vivió al aterrizar en Maiquetía el 11 de septiembre. “Me querían montar en un bus cuando mi hijo ya había pagado un taxi privado. Además, nos querían llevar a un hotel para cumplir cuarentena, pero mis pruebas arrojaron negativo en Curazao y aquí. Querían plata y me les escapé”, describe la señora de 63 años de edad, quien reside en La Vela de Coro.

Tres horas de caos presenció Piña, quien desde el año 2019 quedó atrapada con su hijo indocumentado en Curazao. Dos años sin trabajar y asediados por el virus de la COVID-19 y la policía. 

“Me sentí humillada en el aeropuerto, la Guardia Nacional Bolivariana (GNB) hacía lo que quería con uno. En Migración no tuvimos ningún inconveniente, todo el problema fue con ellos (GNB), pero se calmaron cuando supieron que uno de los pasajeros era un funcionario del Consulado, que alzó su voz en defensa de todos”, detalla el episodio.

Piña afirma que, cansados del viaje, los pasajeros les ofrecían 30 dólares a los funcionarios para agilizar la salida del lugar, pero estos se negaron. Asegura que algunos fueron detenidos porque no lograron escaparse en medio del forcejeo que se registró en una de las puertas del aeropuerto.

“Como 30 personas logramos salir, luego de que nuestros familiares nos ayudaron por otras vías a sacar las maletas. A mí me intentaron detener, pero me monté en mi carro de regreso a La Vela”, apunta. 

Piña subraya que no hubo detenidos mientras permaneció en el lugar, pero algunos de sus vecinos que viajaron con ella, llegaron tres días más tarde al puerto de La Vela. 

Los consultados coincidieron en que las autoridades de las islas activan una cacería de indocumentados venezolanos e ingresan violentamente a las residencias y lugares de trabajo. El objetivo es deportarlos en el próximo vuelo que tengan programado.

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