jueves, marzo 28, 2024

LA VIDA POR UN TRASPLANTE: venezolanos venden hasta sus bienes para poder costearlo

Franklin Delgado
Franklin Delgado
Periodista digital

Los pacientes renales rondan entre seis mil y siete mil en el país, de los cuales aproximadamente el 30 % tiene las esperanzas del trasplante

Hacerse un trasplante de órgano en Venezuela se ha convertido en una absoluta odisea. Lágrimas derramadas, sacrificios y buscar elevadas sumas de dinero se requieren para alargar la vida con un trasplante.

Fundaciones precisan que el avance no ha tenido la mayor cobertura en el país, mientras los familiares siguen desesperados acudiendo a la colaboración y venta de bienes para lograr cubrir el protocolo con los exámenes que puede superar los dos mil dólares, incluyendo al posible donante. Otros buscan apoyo para lograr la intervención fuera del país, obligados a abandonar al resto de familiares en procura de la recuperación del paciente, reseña un trabajo de la Prensa de Lara.

La búsqueda es permanente y familiares fijan las esperanzas en ese anuncio de la reactivación del plan para trasplantes en noviembre de 2023. Además que la Fundación Venezolana de Donaciones y Trasplantes de Órganos, Tejidos y Células (Fundavene) precisó que del 13 al 19 de febrero 2023 practicaron trasplantes renales con donantes vivos, de médula ósea y tejido corneal. Las intervenciones fueron realizadas en la Unidad de Trasplante de Médula Ósea “Dr. Abraham Sumoza” en Valencia, Clínica popular El Paraíso “Dr. Francisco Salazar Meneses” del Distrito Capital y en el Hospital “Dr. Francisco Rísquez”, en Miranda.

Reymer Villamizar, titular de la organización Amigos del Trasplantado en Venezuela, precisa que se trata de un ambiente de opacidad y que la atención desde centros asistenciales públicos debería tener mayor alcance a nivel nacional, al considerar ese grado mayor de dificultad para los pacientes que deben salir de municipios foráneos y gestionar en esas principales ciudades del país.

Lamenta esa preocupación doble, con la familia arrastrada por los gastos del control médico de la enfermedad crónica, siendo las más comunes renal, hepática, leucemia, entre otras.

Los protocolos de exámenes pueden variar de acuerdo con la afección y llegar a superar los 25 estudios, los cuales deben practicarse tanto al paciente como al posible donante y puede rondar los 2.500 dólares. Los resultados de la prueba cruzada confirmarán la compatibilidad, independientemente de la cercanía del grado de consanguinidad entre ambos. Se trata de una extensa lista de exámenes, empezando por la evaluación en lo psicosocial, cardiovascular, neumonología, gastroenterología, urología, nefrología, otorrinolaringología, serología, entre otros.

Trasplantes renales

Villamizar estima que según la última data referida en 2022 por el Instituto Venezolano de los Seguros Sociales (IVSS), los pacientes renales rondan entre seis mil y siete mil en el país, de los cuales aproximadamente el 30 % tiene las esperanzas del trasplante.

Según Héctor Colmenares, titular de la Fundación Amigos del Paciente Renal de Lara (Fundaprel), lamenta que aproximadamente hay 20 pacientes con leucemia que necesitan el trasplante de médula ósea. “Son casos que les cuesta hasta para movilizarse a las diligencias a los centros asistenciales de Caracas para solicitar atención”, precisa de esas dificultades que empiezan por los inconvenientes de traslado.

Considera que el avance es más lento en aquellos que ameritan hígado y que en páncreas están más avanzados en otros países que permitiría la recuperación de pacientes diabéticos. Por ejemplo, en Lara hay alrededor de 50 renales que siguen insistiendo en la receptividad del Hospital Coromoto de Maracaibo.

Van por garantía de atención

La enfermedad crónica no sólo trae consigo los gastos permanentes, sino que obliga a salir en busca de atención especializada. explica la Prensa de Lara.

Tal como lo confirman esos testimonios de familiares que les toca dejar sus residencias en el interior del país, buscando diagnósticos y control médico en centros asistenciales de la región centroccidental, así como las principales ciudades de Distrito Capital y Carabobo.

No existen fronteras, cuando prevalece la preocupación por motivos de salud y es así como padres de Puerto Ayacucho son atendidos en Barquisimeto. Además de casos extremos, como la familia Romero Martínez que gracias a la caridad lograron salir de Monagas y finalmente concretarán el trasplante de médula ósea para su hijo de 4 años.

Cada esfuerzo es concebido como un respiro de vida, aliento que les permite seguir luchando y confiando en la recuperación de su hijo. Lamentan que el contexto en Venezuela es muy complejo, que cuesta para cubrir tratamientos y más aún abarcar esa lista de estudios del protocolo para paciente y donante.

Necesitan más información

Las fundaciones son los pilares para la ayuda y orientación de los familiares con pacientes que ameritan trasplantes.

Asesorías que son más consecuentes al tratarse de solicitudes de atención en otros países y que representa un trajín, para sacar tiempo del acompañamiento al paciente y averiguar los trámites. Lo más importante es tener al día los requisitos migratorios y sólo esperar por la recaudación del presupuesto para viáticos.

Esto lo confirma Luis Romero, quien tenía todos los documentos para viajar a España. Confiesa que se encuentran entusiastas por el trasplante de médula ósea a su hijo, pero le ha sido difícil para conseguir alojamiento. Su esposa se encuentra acompañando a su niño en el hospital y él no cuenta con ese estimado de 400 euros que pueda costar un alquiler.

Confesó que andaba buscando un refugio, pero les exigen que debe ser habitado con la familia completa. De allí, la dificultad para asegurar un techo seguro, mientras otros venezolanos les averiguan de posibilidades de apoyo, aunque sea de manera provisional hasta conseguir un espacio definitivo.

Su ocupación era de albañil en Maturín, teniendo recursos de la construcción y ocasionalmente de chofer. Aspira seguir resolviendo su situación legal y poder ubicar un trabajo para costear sus gastos de alimentación. Ignora por cuánto tiempo deben seguir radicados en España, pero están dispuestos a que sea todo lo necesario para confirmar la tolerancia de este tejido y recuperación del niño. Sólo así superan el duelo por la distancia que los separa de sus dos hijos que quedaron en Venezuela.

Un paso más distante debe dar Dilianny Flores y Yeison Arrieche, padres de José Ignacio, quienes también solicitan el apoyo para sacar los pasaportes y así empezar a tramitar la atención desde España. No han podido por sus propios medios, porque hasta han perdido la cuenta de los gastos entre los ciclos de quimioterapias.

Se aferran a Dios y agradecen infinitamente ese apoyo incondicional de fundaciones. Cada aporte les permite avanzar en el control médico y recuperación del paciente.

Con información de Prensa de Lara

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