jueves, marzo 28, 2024
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Andrés Villota Gómez
Andrés Villota Gómez
@AndresVillotaGo

La Temporada del Machete
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Radio Télévision Libre des Milles Collines (RTLM), un canal de radio y televisión privado, fue determinante para incitar y dirigir el exterminio de la población tutsi en Ruanda, según los relatos de 10 de los autores de las masacres que fueron compilados por Jean Hatzfeld en su libro Machete Season.

El locutor Georges Ruggiu, por ejemplo, construyó toda la narrativa de la esclavitud con base a una supuesta discriminación tutsi contra los hutus en el sistema educativo colonial, contando la historia de la primera escuela para tutsis en 1917 que, supuestamente, negó la educación para los hutus que convirtió a los hutus en los esclavos de los tutsis. El discurso de Riuggiu en esas transmisiones logró presentar la esclavitud hutu como algo real porque puso de referencia a unos supuestos “documentos históricos” y aseveró, sin ninguna evidencia histórica real, que los tutsis habían exterminado a los reyes hutus y esclavizado al pueblo hutu.

Los hutus, que perpetraron el genocidio, fueron tan fácilmente influenciables y manipulables porque eran analfabetas funcionales que, salvo por lo que decían en la radio, no tenían motivos reales para haber asesinado a machetazos a los tutsis, según se lo relataron a Hatzfeld. De hecho, había uno que estaba casado con una tutsi, casi todos tenían amigos o jugaban al fútbol con los tutsis, y casi todos esperaban volver a sus casas y seguir con su vida familiar normal después de haber perpetrado la masacre porque consideraban más que justificada su acción salvaje con base a la narrativa de la libertad de los esclavos hutus.

Meghan Lyon de la Universidad de Duke, analizó los programas radiales de RTLM y pudo establecer que los comunicadores sociales ruandeses se apoderaron de una narrativa que construyeron y difundieron como la única verdad existente, lo que llevó a Lyon a concluir que existe un fenómeno político, universal, que es la necesidad de contar historias para darle soporte, valides, naturalidad, legitimidad y aceptación social a las barbaridades y atrocidades que pueda cometer en el futuro el grupo o grupos políticos favorecidos con la creación de la narrativa.

“existe un fenómeno político, universal, que es la necesidad de contar historias para darle soporte, valides, naturalidad, legitimidad y aceptación social a las barbaridades y atrocidades que pueda cometer en el futuro el grupo o grupos políticos favorecidos con la creación de la narrativa”

Andrés Villota Gómez

En los Estados Unidos la narrativa fue el racismo, por eso, los Demócratas rápidamente fabricaron una historia que los desmarcara de haber sido racistas, esclavistas, segregacionistas, haber fundado el Ku Klux Klan y haber promulgado las Leyes Jim Crow, acusando al presidente Donald Trump y a los Republicanos de ser racistas y supremacistas raciales. Joe Biden y su partido Demócrata, apoyaron financieramente al grupo terrorista Black Lives Matters, promovieron sus marchas y condenaron airadamente la presencia de la fuerza pública para contener los ataques terroristas, el pillaje de bienes y el asesinato de policías y civiles indefensos.

En la histeria del racismo, comunicadores sociales del New York Times sugirieron destruir las estatuas de Abraham Lincoln, el presidente Republicano que acabó con la esclavitud en el siglo XIX en contra de los Demócratas esclavistas del sur que se opusieron ferozmente a su abolición. En CNN fueron más allá y, en una acción temeraria, se inventaron contra toda evidencia histórica, y semántica, que un partido que se llamaba Nacional Socialista Obrero Alemán (NAZI) era una organización de “extrema derecha” y, sin ningún pudor intelectual, lo compararon con el partido Republicano por tener la misma “ideología”. Obvio, se lo creyeron los más ignorantes de la sociedad estadounidense, los más vulnerables por su poca formación académica.

En Colombia, la narrativa creada por los periodistas de los grandes medios para justificar e incitar a la barbarie y al salvajismo de la extrema Izquierda, ha mutado en el tiempo, aunque ha guardado una base de datos que mezcla a su antojo, acorde con las necesidades del momento y de lo que quieran promover, alineado con los intereses de los que manejan a la prensa agazapados en sus cubiles. El grave problema para los agitadores profesionales de extrema Izquierda es que los grandes medios perdieron su audiencia por la falta de credibilidad en sus contenidos.

El éxito de la Marcha sobre Roma de Benito Mussolini y el fracaso del Putsch en Múnich de Adolfo Hitler fue la ausencia y la presencia de la fuerza pública, respectivamente. Gracias al Ejército de Colombia fracasaron los golpes de Estado en contra de los presidentes Mariano Ospina y Belisario Betancourt, entonces, es clave construir una narrativa que justifique desaparecer a la fuerza pública o que neutralice su accionar. El Ejército de Colombia y la Policía Nacional de Colombia son instituciones con altos niveles de favorabilidad entre la sociedad colombiana de acuerdo con las mediciones que hacía la venerable Gallup, por eso la única narrativa que les ha servido es denunciar supuestas violaciones a los derechos humanos en medio de las protestas sociales

Se ha promovido una narrativa que no es popular entre la mayoría de la población productiva colombiana. Decir que la fuerza pública es mala, y que toca quitarle el presupuesto asignado y acabarla o reformarla es algo que no debería decir un periodista por simple sentido común porque el sueldo que le pagan proviene de los que pagan la pauta publicitaria que a su vez dependen de los consumidores de sus productos que esperan un entorno seguro propicio para la estabilidad económica. Eso, tal vez, le queda bien decirlo al CEO de un caspete para halagar y mantener cautiva a su clientela.

Sin embargo, ese tema de los derechos humanos tiene gran acogida entre los jóvenes con menor grado de escolaridad que, por el bajo nivel en la calidad de la educación que recibieron, no les enseñaron a leer de manera crítica, lo que los hace altamente vulnerables a repetir todo lo que les dicen sin realizar ningún tipo de ejercicio mental. Los convencieron que son una generación sin derechos a pesar de ser la generación con más derechos y privilegios en toda la historia de la humanidad. Se volvió común que los NINIS hagan todo lo que les dicen que hagan celebridades como alias “Epa Colombia”, ex reinas de belleza, canta autores como alías “Residente” o artistas en líos tributarios de muchos millones de euros.

“Las consecuencias de lo que está pasando en Colombia van a tener un costo enorme para los diseñadores de narrativas. La pandemia dejó la sensación que los periodistas, sindicalistas, políticos, académicos y demás impulsadores de las revueltas se han salvado a costa de la desgracia de los demás. Y eso es inolvidable e imperdonable”

Andrés Villota Gómez

Las consecuencias de lo que está pasando en Colombia van a tener un costo enorme para los diseñadores de narrativas. La pandemia dejó la sensación que los periodistas, sindicalistas, políticos, académicos y demás impulsadores de las revueltas se han salvado a costa de la desgracia de los demás. Y eso es inolvidable e imperdonable. Sumado al error de cálculo político de asumir que los colombianos aceptan la violencia como método después de 50 años de amenaza terrorista permanente. El otro gran error, fue creer que Joe Biden ganó.

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