El régimen chavista ha hundido a Venezuela en desidia y una crisis humanitaria que día a día se incrementa por la corrupción. Dicen que el futuro de un país son los niños. Hoy la niñez venezolana está condenados por el chavismo, teniendo que mostrar un rostro resiliente para enfrentarse a la cruda realidad que es más grande que ellos. María Ysabel Rojas es uno de estos rostros
María Ysabel Rojas tiene 9 años de edad. Cuando nació ya Hugo Chávez estaba en el poder corrupto e incapaz. Y poco después ese poder lo ocuparía Nicolás Maduro, quien condenó aún más a la generación del futuro.
Desde hace 3 años María Ysabel practica karate. Todo comenzó cuando su mamá estaba en la búsqueda de un deporte para su hermano mayor, y vieron un papelógrafo que hacía un llamado a inscribirse en esta destreza.
Desde el primer día María Ysabel supo que el karate era para ella. De inmediato, con tan solo 6 años, habló firme y segura el querer comenzar en el karate.
Su mamá, quien es maestra de profesión, buscó todo lo que necesitaba María Ysabel para comenzar. El primer paso en casa fue crear una alcancía para reunir el dinero suficiente para cada torneo. Pues María Ysabel se desenvolvió muy bien desde el principio en el karate: algo les decía que pronto saldrían gastos, por ejemplo, para torneos.
Para ese entonces, en el año 2017, la alcancía estaba llena y podía cubrir los gastos del sueño de María Ysabel. Ese dinero alcanzaba para uniformes, pasajes de traslado fuera de Caracas y comida para llevar. Pero la opción de la alcancía no resultó por mucho tiempo, más podía la hiperinflación que el esmero por reunir. En casa no se pudo reunir más para cubrir los gastos del karate, se vieron obligados a que todos los ingresos fuesen para comida.
Además, María Ysabel debe tener un control médico. No sólo se enfrenta a la crisis venezolana, también se enfrenta a problemas hormonales, de crecimiento por su hemoglobina baja y perdida de calcio.
María Ysabel, a media sonrisa, asegura para Impacto Venezuela, que lamenta y entristece las burlas hacia su tamaño, un metro con cuarenta centímetros y sus 18 kilos.
“En la escuela me dicen enana, ya todos son más altos que yo. En el karate creen que no puedo ganar”, expresa.
Un padecimiento que influye en la rutina diaria
En el karate hay categorías para pelear, por peso, tamaño y edad. María Ysabel ha tenido muchos problemas por el padecimiento en su desarrollo.
Para pelear en el karate es por categorías de peso, tamaño y edad. Con 9 años María Ysabel debería medir y pesar más, pero lamentablemente no es así. Problema que ha impedido que pueda participar en torneos internacionales en la categoría que corresponde.
“Yo he tenido que pelear con niñas de mi misma edad, pero con son muy altas y de más peso, pero igual les he ganado. No es tan malo ser chiquita”, cuenta mientras demuestra un movimiento de karate ante la cámara.
En la escuela los compañeros se burlan por ser tan “pequeñita”. Pronto vestirá de azul para comenzar bachillerato y todavía “parece de segundo grado”.
Ganas de salir adelante: resiliencia enfrentándose a un régimen
El sueldo de la mamá de María Ysabel no es más que unos cuatro dólares mensuales. Cuatro dólares para costear los gastos de la casa y las necesidades de tres niños. Ante esto, el karate pasó a ser casi imposible de pagar.
Depende de la caja de alimentos del Comité Local de Abastecimiento y Producción (Clap) para sobrevivir un mes con esta caja que no trae proteínas, lo que tanto necesita María Ysabel para su crecimiento. La carne, pescado y pollo es, a veces, que se presenta en el hogar.
Según explicó la nutricionista y profesora Susana Raffalli para el segmento Mesa de Análisis del canal de YouTube de Impacto Venezuela, el 33% de los niños venezolanos tienen retardo en el crecimiento. Es decir, más de un tercio de los niños de Venezuela -sobre todo de las zonas más empobrecidas del país- ya tienen un retardo en el crecimiento.
Con tan solo 9 años de edad, María Ysabel Rojas actúa como una persona madura. Recordó la alcancía que mamá creó para costear el karate. La buscó y pensó en formas de volver a llenarla para poder seguir en la destreza que tanto ama “para toda la vida”.
Comenzó a hacer galletas, ponqués y torta para vender en la escuela y en la zona donde vive. Todo se vendió y poco a poco fue llenando la alcancía.
Todavía le faltaba dinero, más del que imaginaba. Así que compró helados, caramelos y golosinas para seguir vendiendo. Sin pena y con mucha esperanza de vender, salió a ofrecer lo que compró: se repitió lo mismo, todo se vendió.
Inocente de la hiperinflación que arrasa con el bolsillo de los venezolanos, María Ysabel vio llena la alcancía y pensó que había vendido lo necesario para sus gastos, pero no fue así cuando su mamá contó el dinero. Todavía faltaba la mitad.
Siguió y consiguió reunir el dinero para el último torneo al que asistió y ganó. Cada vez se le ha hecho más cuesta arriba pagar la mensualidad del karate, pues es la mitad del sueldo de su mamá. Por lo que se ven obligados a poner por encima los gastos de la casa, que la destreza a la que se quiere dedicar María Ysabel “toda su vida”.
No deja de soñar y quiere ser como Antonio Díaz, destacado venezolano en el karate. María Ysabel desea ir a torneos en otros países, las ganas y el talento no se ponen en duda ni están escasos.
Lo que se pone en duda es si la crisis social, económica y humanitaria que atraviesa Venezuela por culpa del régimen de Maduro permitirá que esta niña avance en sus sueños. María Ysabel es la otra cara de Venezuela, una niña en resiliencia y que persiste por lograr sus sueños a pesar de grave crisis venezolana.
“Quiero dejar en alto el nombre de país, ser un referente del karate en todo el mundo, ese es mi sueño”, finaliza.
