domingo, abril 28, 2024

LA INCREÍBLE HISTORIA DE LYDIE: periodistas narran con dignidad y respeto la eutanasia de una “mujer extraordinaria”

Reporteros de la agencia AFP siguieron por un año un caso de eutanasia que conmocionó a Bélgica y revelan los dilemas de semejante cobertura y la relación que fueron construyendo con Lydie

Nacida hemipléjica y prácticamente ciega, la francesa Lydie Imhoff decidió que ya no quería “vivir en un cuerpo muerto” y optó este mes por someterse a la eutanasia en Bélgica, al término de un largo camino seguido por la AFP.

Dos periodistas -el fotógrafo Simon Wohlfhart y el videasta Dimitri Korczak- estuvieron a su lado durante casi un año, desde el día en que la mujer recibió la autorización para su eutanasia, en marzo de 2023, hasta sus últimos instantes en un hospital belga.

En este relato, los dos reporteros revelan los dilemas de semejante cobertura y la relación que fueron construyendo con Lydie.

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Primer contacto


Simon tuvo su primer contacto con Lydie en marzo de 2023, cuando ella viajó a Bruselas para una consulta con un psiquiatra, el primer paso para acceder a la eutanasia.

El estado de Lydie, de 43 años, se agravó tras un accidente durante un paseo a caballo, una actividad que le apasionaba.

Desde ese primer encuentro, Simon percibió el efecto “liberador” que tuvo para ella el visto bueno del psiquiatra.

A partir de ese momento, el fotógrafo fue descubriendo su personalidad y su gran sentido del humor.

Durante los 10 meses que pasaron entre esa primera consulta médica y la eutanasia, que tuvo lugar el 1 de febrero, Simon estuvo en contacto con ella a través de numerosas llamadas telefónicas y mensajes de texto.

“Me mandaba siempre mensajes con bromas y muchos memes, cosas humorísticas. También se burlaba de nosotros todo el tiempo, porque éramos sus paparazzi”, contó el fotógrafo.

Para Simon, Lydie accedió a exponer sus últimos días ante las cámaras porque “no entendía por qué tenía que irse al extranjero” para poder acceder a la eutanasia.

“Creo que fue una forma de criticar esa situación” en su país, Francia, donde la eutanasia es ilegal.

“Respetar su voluntad”


Durante todo ese proceso, Simon y Dimitri tuvieron tiempo para ponerse de acuerdo en qué mostrarían y qué no de los últimos momentos de Lydie.

Estaba claro que ella tendría “el control total de su imagen” y podía pedir en cualquier momento parar el reportaje, explicó Simon. “Era, básicamente, una cuestión de confianza”.

“Claramente, un punto central era decidir si debíamos estar presentes en el momento de la inyección. Lydie no quería que estemos presentes y tampoco quería ser fotografiada en ese momento”, contó el fotógrafo.

Se trataba, según Simon, de “su dignidad y su elección. Simplemente respetamos sus deseos y así fue durante toda le cobertura”.

A pesar de que quiso hacer pública su situación, “Lydie quiso guardarse algunos momentos para ella”.

Para Dimitri, aunque Lydie era claramente una bromista, “el sufrimiento estaba tan arraigado en ella ella que no necesariamente quería compartir todo con nosotros”.

Esto “hizo aún más conmovedor el recorrido que hicimos con ella, ya que nos ofreció la oportunidad de acompañarla, pero sin exponernos a la parte más difícil. La parte más difícil se la guardó para sí misma”, contó el videasta.

Tema divisivo


Más allá de la confianza que se estableció entre Lydie y los dos reporteros de la AFP, la eutanasia sigue siendo un asunto sumamente controvertido, lo que hizo mucho más difícil la cobertura.

“Es tan controvertido que mucha gente no quería aparecer ante las cámaras para no ser asociados con el procedimiento”, contó Simon.

También había personas “que cuidaban de Lydie y no querían aparecer (…) Tuvimos que hablar con algunas, para tranquilizarlas. Algunas aceptaron, otras no”.

El hospital belga donde se llevó a cabo el procedimiento, por ejemplo, no quiso ser identificado, por temor a recibir una avalancha de llamados para preguntar sobre el procedimiento.

Los dos periodistas querían ser testigos, observadores, manteniendo siempre una cierta distancia con Lydie.

“A pesar del apego que pudimos haber tenido, de todos los momentos que vivimos, de los momentos en que reíamos fuera de cámara (…), teníamos el objetivo periodístico de registrar algo que refleje la realidad”, señaló Dimitri.

“Apenas contamos la historia de uno entre decenas de casos de franceses que van a Bélgica cada año para someterse al procedimiento”, dijo. “Intentamos mostrarlo con la mayor dignidad y respeto posible”.

Escondidos tras la cámara


Simon y Dimitri admitieron “esconderse detrás de la cámara, en el trabajo”, al abordar una situación de tan elevada carga emocional.

Pero de retorno a sus casas, al ver las imágenes que habían captado, sus defensas cayeron.

“Fue un momento extremadamente poderoso. Haber estado allí para presenciarlo, eso te marca para siempre”, dijo Simon.

Dimitri, por su parte, afirmó que se sintió conmocionado durante varios días una vez terminada la cobertura. “Me basta mirar las imágenes para que todo vuelva”, afirmó. Aún recuerda con intensidad la mirada amable de Lydie, que “nos atravesó a todos”.

Los dos jóvenes reporteros dijeron tener la esperanza de haber contribuido a captar algo de una “mujer extraordinaria”, así como un poco de la “emoción” de haberla acompañado.

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