La playa de Chaguaramas en Güiria es ahora escenario de despedidas y muertes. Por allí salen cientos de venezolanos que escapan de la tragedia de la pobreza y encuentran la muerte en los naufragios
La tragedia se consuma con cada vez más frecuencia en las aguas de Güiria, en el estado Sucre. La playa de Chaguaramas, la más cercana a Trinidad y Tobago, es ahora en un activo corredor de traficantes de migrantes venezolanos. Pero los naufragios ocasionados por la precariedad de las embarcaciones y las fuertes corrientes, están cobrando cada vez más víctimas.
Esos menos de 100 kilómetros que la separan de TT, son un escenario de muerte y despedidas. “La gente se está escapando”, debido a la crisis. Ahora, se les conoce como “los balseros”.
Esto se evidenció este fin de semana. La marea llevó a esa playa los 19 cuerpos de esos venezolanos que huyeron el 6 de diciembre a Trinidad. Encontraron la muerte en altamar.
Este domingo, 11 de ellos ya habían sido trasladados del muelle del puerto de Güiria a la morgue del hospital de Carúpano, publicó El País. Eran cuatro hombres, cuatro mujeres y tres niños, uno de ellos un bebé de meses.
La fotografía de los cadáveres hinchados y visiblemente descompuestos, causó horror y tristeza. Los cuerpos estaban colocados sobre el piso de cemento de la marina de Güiria. La gráfica corrió como pólvora por las redes sociales.
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Dos embarcaciones
Residentes de Güiria cuentan que la noche del 6 de diciembre, dos embarcaciones, Mi esperanza y Mi recuerdo, zaparon de las costas venezolanas. Cada una llevaba más de 20 pasajeros.
Las dos balsas se reportaron desaparecidas el mismo día. Una semana después, se sabe el barco que tuvo problemas fue Mi esperanza. Los vecinos lo saben por los tatuajes de uno de los cuerpos hallados, el de Gabriela Subero.
Este domingo, algunos familiares esperaban en el muelle más noticias sobre los otros pasajeros. Xioleimar Mata se acercó a la instalación para averiguar sobre dos de sus amigos que se montaron en Mi recuerdo.
“Hablé con la esposa de uno de ellos que está en Trinidad. Pero allá las autoridades no les dan información. No saben nada. Ellos presumen que están presos, ojalá, y que no hayan naufragado”, cuenta la mujer por teléfono.
Algunas informaciones indican que los migrantes que iban en Mi recuerdo avisaron de que ya habían tocado tierra. Pero siguen desaparecidos.
Naufragios en Boca de dragón
Reporteros señalan que familiares descartaron que los cuerpos hallados correspondieran a los de algunos de los que iban en ese bote. 11 de los pasajeros pertenecen a una misma familia que emigraba junta.
Mata también lo descarta, pues dice que sus amigos son altísimos. Miden más de dos metros, y no hay ningún cadáver con esas características. Son dos tragedias que se cruzaron en las peligrosas aguas de Boca de Dragón.
La pareja de Mata, Isidro Villegas, perdió a su hijo el año pasado en uno de esos viajes. Andy había emigrado a Trinidad y Tobago. Regresó a Güiria en diciembre de 2018 para recoger a su esposa y su hijo e instalarse definitivamente en el país insular.
Los pasaportes no salieron y la reunificación de la familia tuvo que postergarse. El joven que hoy debería tener 33 años partió de vuelta a la isla el 16 de mayo de 2019. El bote Ana María desapareció sin dejar rastro.
Es parte de más de un centenar de venezolanos que la Organización Internacional para las Migraciones reportó como migrantes desaparecidos en el Caribe en 2019.
Villegas se integró con otras familias en un comité para denunciar la presencia de redes de trata de personas. Ellas actúan con complicidad de autoridades venezolanas, de Trinidad y Tobago y las ex Antillas neerlandesas de Aruba y Curazao.
Ante el estancamiento en los tribunales venezolanos del caso de su hijo y de otros dos barcos más que desaparecieron el año pasado, las familias han acudido a la Comisión Interamericana de Derechos Humanos.
“Esto es algo que no ha dejado de pasar, porque en Venezuela la gente está escapando, porque hagas lo que hagas no te alcanzará siquiera para poder comer”.
A la deriva
Villegas dice que la salida por Güiria es la más económica y rápida. Los migrantes pagan 300 dólares por el viaje. Al poner un pie en la playa de Chaguaramas, les toca correr para escapar de la policía de Trinidad.
El mayor riesgo, además de los naufragios o la deportación, es caer en una balsa de traficantes de personas para su explotación. “Esta zona siempre ha sido usado por contrabandistas de todo tipo. Sacan droga, combustible, materiales estratégicos como cobre, aluminio, minerales, uranio, y ahora también sacan gente”.
De todas partes de Venezuela llegan migrantes para salir en los zarpes ilegales. Estos ocurren casi de forma diaria en las costas de Güiria, Irapa o Delta Amacuro, denuncia el diputado opositor Robert Alcalá.
Mata dice que la semana pasada conoció a dos muchachos, una chica y un chico, en la panadería del pueblo, que esperaban por una de esas salidas. “No sé si ahora ellos estarán en ese naufragio”.
El Gobierno de Trinidad ha puesto un cerco a la migración venezolana, que alcanza ya más de 40.000 personas.
A finales de noviembre un grupo de venezolanos entre los que había 16 niños fue deportado en dos balsas y dejado a la deriva un día. Por una orden de un tribunal, los niños fueron regresados pero permanecen detenidos en Trinidad.
Las denuncias de maltratos y detenciones son frecuentes en la isla. Y en la política de deportaciones parecen haber encontrado en Venezuela un aliado.
Después de este incidente que fue condenado internacionalmente, al menos 160 venezolanos regresaron al país en una operación de deportación coordinada por las Fuerzas Armadas de Venezuela.
