viernes, abril 19, 2024

Isaías Medina se hunde en BASURA Y SEQUÍA

Eloy nació y se crió en el barrio Isaías Medina en Catia. A lo largo de los años ha visto frente a sus ojos el deterioro de una comunidad que sobrevive, como cualquier sector popular a la carencia

Según cuenta Eloy, el problema más grave en el barrio Isaías Medina en Catia es tener que lidiar con moscas, cucarachas y otros animales rastreros propios de un lugar donde no existe el servicio de aseo urbano.

“Los camiones subían constantemente. Hace unos meses empezó a fallar y de un momento a otro el aseo no vino más nunca”.

La solución de la comunidad a la insalubridad, ha sido llevar la basura consigo al momento de salir.

Entre la pobreza y la tristeza viven los vecinos del barrio Isaías Medina. Foto: Impacto Venezuela

Olga Herrera cuenta que si va al bulevar de Catia o a otro de los barrios más bajos de lleva su bolsa hasta el contenedor más cercano.

“Mantener nuestros hogares limpios es una calamidad. La basura, el sucio y con poca agua. De verdad hacemos milagros”.

Isaías Medina está seco

Desde hace 1 año el suministro de agua es intermitente. Llega una o dos veces por semana cada 15 días, así que la dinámica del hogar se adapta al cronograma.

“Es muy difícil para nosotros llegar de la calle y lavarnos las manos. Esa agua debemos ahorrarla para tener como cocinar”.

Según Monitor Ciudad en Caracas el deterioro de los principales embalses ha pasado factura, sobre todo en cotas altas de los sectores populares, quienes para contar con el servicio deben hacer malabares.

De 168 horas semanales solo hay suministro unas 60, según un cálculo de 2 días de agua.

Improvisan la venta de pescado para sobrevivir. Foto: Impacto Venezuela

El resto de la semana la gente se rebusca en caños, quebradas o llevaderos como el de la Cota Mil.

Un botellón de agua cuesta más de un dólar y una cisterna más de 70.

Con un sueldo mínimo de aproximadamente 3 dólares no es mucho lo que pueden hacer.

Mientras conversamos con Eloy en una de las calles del barrios notamos que la ropa que usa no se adapta a su cuerpo, le queda “volando”.

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Su tapabocas está remendado y desgastado, se nota a leguas que la pobreza es su más fiel compañera.

“Yo he bajado más de 10 kilos. Hace 1 año pesaba como 85, ahora voy por menos de 75. Mi salud está afectada”.

Comer proteína es un recuerdo

En este sector de callejones angostos y escalinatas empinadas se come proteínas una o dos días por semana.

Es una comunidad donde la mayoría de los servicios están controlados por los consejos comunales.

Hay más de 15 solo en la zona llamada la piscina. El gas deben buscarlo en la parte alta del barrio y son los jefes de calle y grupos chavistas quienes las entregan.

La mayoría de quienes viven en este lugar sonríen, dicen que reír es el único refugio para una realidad que está lejos de cambiar.

Desde hace 1 año el suministro de agua es intermitente. Foto: Impacto Venezuela

En cada esquina de este barrios se observan puestos de pan, pescado fresco y artículos de primera necesidad.

Se trata de una suerte de economía urbana para el mismo sector que poco cuenta con transporte y medios para movilizarse.

Un lugar en Caracas que irónicamente pareciera estar lejos de la ciudad, con millones de personas que “bregan” a diario con una esperanza férrea de que todo pronto mejore.

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