miércoles, abril 24, 2024

HONRAR a los muertos “DESBARATA” el presupuesto

Conmemorar “el Día de Muertos” no es lo mismo de otros años, solo comprar flores y velas es un sacrificio al bolsillo en un país donde el sueldo mínimo no alcanza ni para una rosa

Recuerdo de niña ir con mi mamá al Cementerio Metropolitano, en Cabudare, un campo santo privado muy parecido al Cementerio del Este en Caracas. Yo tenía 9 años cuando mi abuelo murió. Honrábamos el Día de Muertos.

El Día de los Fieles Difuntos era usual acompañarla y observar el colapso del lugar. Carros con las luces intermitentes encendidas a orilla de la carretera y gente comprando el mejor ramo, como si uno después de muerto supiera el valor.

Algunos deudos consiguen los restos de sus familiares sin craneo. Los venden a los paleros. Foto: Impacto Venezuela

Sin embargo con el pasar de los años comprendí que nunca estará demás honrar a nuestros ancestros. Mantenerlos vivos en el recuerdo e intentar gestos que trasciendan a la muerte. Una vela o una flor para hacer honor a la nostalgia.

Al recorrer el Cementerio General del Sur, el más antiguo de la capital esa sensación de duelo revivió. Esta vez estaba acompañada de miradas cansadas y rostros de hambre con los que me encontré de frente.

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Conmemorar “el Día de Muertos” no es lo mismo de otros años escuchaba entre el murmullo de quienes caminaban desde la entrada intentando con esfuerzo encontrar la lápida de su deudo entre la maleza de metro y medio de altura que nubla la visión.

Le robaron el cráneo

“A mi papá le robaron el cráneo. Tuve que poner más concreto para evitar que paleros se lo lleven completo”, me dijo un hombre que  vestía una camisa de un ente público. Por obvias razones no quiso identificarse.

Y si, quienes lloran a sus difuntos en este camposanto deben lidiar con la profanación y “aguantar” que los huesos de sus familiares se negocien al mejor postor.

Cobran entre 20 y 30 mil bolívares por trasladar agua. Foto: Impacto Venezuela

Grecia Piñango estaba sentada en el panteón familiar en la segunda transversal del cementerio. Su papá y un hermano reposan en este sitio.

Cuenta que solo los visita en la mañana y ahora con menos frecuencia porque vive en Cua, estado Miranda. “Conseguir el efectivo es súper difícil, a veces vengo solo a rezar porque no puedo comprarle ni una flor”.

Como ella, cientos de personas que acuden al cementerio los domingos o cada 2 de noviembre.

Caminando entre las tumbas nos encontramos con Alicia Martínez. Estaba conmovida. Llorando cuenta que vive en el sector el cementerio “pero en la punta del cerro” y que camina ida y vuelta para ahorrar pasaje.

“Nunca podemos olvidar a nuestros familiares. Debemos amarlos cuando están vivos y después de muertos”.

Con dulzura dice que rezarles es gratis pues al igual que Grecia muchas veces llega a la tumba de sus seres queridos con las manos vacías.

Destrozado

Destrozado el campo santo de los muertos

En una mirada general al principal cementerio municipal de la capital está podemos resumir en una sola frase que está destruido.

Lápidas destrozadas, monumentos violentados y territorios dominados por bandas criminales. Miedo e irrespeto por restos de ciudadanos ilustres. Un patrimonio histórico convertido en chatarra.

Mucha gente llega caminando al cementerio. Foto: Impacto Venezuela

Frases de sus visitantes que retumban en mi cabeza como recordatorio de lo peligroso que se volvió el lugar.

“Para acá no puedes venir después de las 3 pm”. “No saques el celular” demuestran que quienes tienen familiares enterrados allí tienen que adaptarse para no exponerse más de la cuenta.

¡No hay descanso ni en vida, ni en muerte!

Este 2020 la huella de la pandemia se aprecia en cada esquina. La capilla del Cementerio General del Sur estuvo cerrada.

En sus alrededores “sepultureros” y trabajadores de las funerarias revolotean cual “zamuros” ofreciendo su servicio a quienes perdieron un ser querido.

De fondo se cuelan canciones de vallenato y salsa. Cada calle y vereda luce repleto de gente de todas partes de Caracas que acudieron a visitar, asear y orar por el eterno descanso de las almas.

La inseguridad es la constante en el Cementerio General del Sur. Foto: Impacto Venezuela

Espíritus que intentan elevarse mientras son violentados por el hampa. Eternas moradas abandonadas por la Alcaldía de Libertador, que ni por error se toma el trabajo al menos de cortar el monte o colocar un módulo policial para que los visitantes tengan “sensación de seguridad”.

Decenas de visitantes este 2 de noviembre llevaban consigo pimpinas, botellones de 5 litros o tobos con agua, pues la escasez de este servicio es a todo nivel.

Acercarla hasta las tumbas puede costar entre 20 y 30 mil bolívares según el tamaño del envase.

Para comprar una rosa, un girasol o un arreglo sencillo de flores los caraqueños deben invertir más de un mes de su salario es decir, uno o dos dólares. Otros arreglos más elaborados y para presupuestos más holgados se consiguen en 4 o 5 dólares.

Sobrevivir en Venezuela es duro, honrar a nuestros familiares difuntos tiene su cuota de sacrificio.

Hijos, esposas o hermanos deben priorizar en comprar alimentos y solo llevar en el corazón el amor por quienes se fueron a otro plano.

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