miércoles, abril 24, 2024
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Andrés Villota Gómez
Andrés Villota Gómez
@AndresVillotaGo

El verdadero antídoto contra la inflación
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El Banco de la República subió su tasa de intervención en el mercado. El antídoto contra el veneno que, el mismo banco, inoculó en la economía colombiana. El objetivo de esa decisión es hacer que los colombianos tengan menos dinero en las manos para tratar de bajar la inflación. Cuando hay mucha más plata que la necesaria para poder comprar la oferta de bienes y servicios que existe en una economía, los precios se encargan de ajustar esa masa de dinero gigante con esa oferta de bienes y servicios, más pequeña, por culpa de no trabajar durante las cuarentenas obligatorias y los bloqueos terroristas que casi destruyen el aparato productivo colombiano.

El veneno es la emisión, descontrolada e irresponsable, de billetes sin ningún tipo de respaldo, usada para poder pagarle, cumplidamente, el sueldo a todos los burócratas y contratistas del Estado, los subsidios y los demás privilegios a los que solo tienen acceso las minorías supremacistas, la costosa membresía a todo ese pocoton de oenegés inútiles, obsoletas, parásitas como la ONU, la OEA, el BID, la CAF y, en general, para poder pagar todo lo que el Estado no alcanza a pagar con el recaudo de los impuestos y con la plata que pide prestada en los mercados de deuda pública.

Sí sube la tasa de interés que paga y que cobra el Banco de la República, sube el piso del costo del dinero por ser considerado el Banco Central, de cualquier nación, como el ente menos riesgoso de todo el mercado financiero porque, se supone, siempre va a responder por sus obligaciones y no existe el riesgo de incumplimiento de su parte porque tiene las imprentas para hacer los billetes con los que puede pagarlo todo.

Los bancos comerciales, para poder competir por los recursos del mercado, están obligados a subir sus tasas de interés de captación si quieren motivar a los ahorradores para que depositen la parte de su ingreso que no se gastan. El banco comercial, a su vez, debe subir la tasa de colocación, lo que sube el costo financiero de todos los colombianos que solicitan un crédito. Si el costo del dinero sube, las personas van a dejar de demandar más dinero y la cantidad de dinero en el mercado disminuye.

La Inflación aumenta la pobreza porque, a pesar de mantenerse el mismo nivel de ingreso o que aumente el salario mínimo, en términos nominales, el poder adquisitivo de la moneda se cae y cada vez se puede comprar mucho menos. Eso ya pasó en la Venezuela progresista de Hugo Chávez y de Nicolás Maduro, que provocó un éxodo masivo de los venezolanos, tratando de huir de la miseria que trajo la emisión desaforada e irracional de billetes para tapar el hueco dejado por la caída de la producción, causada por las políticas comunistas que suprimen las libertades económicas y promueven la eliminación de la propiedad privada.

Hoy, los venezolanos que viven en el exilio, cambian billetes por “lo que les quieran dar” por conmiseración, por misericordia, en la moneda local del país al que huyeron. Cambian papelitos sin ningún valor real, que les han quitado varias veces los ceros a la derecha como una medida cosmética, no efectiva ni real, para atacar a la hiperinflación. El Bolívar Digital es la actual moneda venezolana que le quitó seis (6) ceros al Bolívar Soberano que funcionó desde el 2018 para quitarle cinco (5) ceros al Bolívar Fuerte que a su vez reemplazó al Bolívar desde el año 2008. Tres monedas han tenido que crear en Venezuela desde la llegada de la desgracia del Progresismo (el mismo Progresismo de Gustavo Petro) para tratar de hacerle el quite a la hiperinflación.

Cualquier persona con conocimientos básicos de economía o con una pizca de sentido común, sabe que la misma debacle económica de Venezuela, va a suceder en la Colombia Humana Progresista de Gustavo Petro, cuando cierre las industrias, expropia las empresas y haga que huyan todos los grandes empresarios con sus capitales y tengan que encender las imprentas de hacer billetes las 24 horas del día para poder tapar ese hueco inmenso de ingresos de la nación y puedan pagarle el sueldo a todos los burócratas de los nuevos ministerios, que va a crear, como el de la “Igualdad”, la dosis diaria de todos los drogadictos colombianos o la asignación mensual que van a tener los cabecillas de las minorías supremacistas de los aborígenes, las aborteras, los veganos, los animalistas, los afros y el resto de privilegiados que están muy por encima de la mayoría de los colombianos.

Se irán todos los empresarios, todos menos la familia Gilinski que apoya a Gustavo Petro. No se irán de Colombia porque, primero, le tienen que devolver la plata que irresponsablemente usaron de los ahorradores de su banco, el Banco GNB Sudameris, para dársela a la campaña de Petro, creando un conflicto de interés con su revista, la revista Semana, que ahora solo puede apoyar a Petro o se le puede embolatar la plata que le tienen que devolver a los ahorradores de su banco (el GNB Sudameris) y, segundo, porque van a ser los amos y dueños absolutos de lo poco que quede de Colombia.

Ser los amos y aumentar su ya inmensa fortuna, ese es el premio mayor, el premio gordo, que le dan a los empresarios que apoyan a los comunistas como Gustavo Petro. Ese fue el premio que le dieron los comunistas, en Venezuela, a Gustavo Cisneros, a Lorenzo Mendoza y a Alex Saab. Y a los políticos extranjeros amigos, les regalan el patrimonio nacional, como a José Luis Rodríguez Zapatero que le dieron una mina de oro que le quitaron a todos los venezolanos para dársela al ex presidente español que ha manifestado, públicamente, su apoyo a Gustavo Petro, supongo, a cambio de un par de minas, una de esmeraldas en Boyacá y otra de oro en el Chocó.

Rodríguez Zapatero la tiene clara. Sabe que el oro es el verdadero antídoto contra la inflación. En medio de la crisis de confianza mundial, que se manifiesta en la inflación, si la gente no cree que un pedazo de papel vale lo que dice que vale, busca refugio en activos tangibles como el oro o los metales preciosos o las piedras preciosas. En el mundo está pasando eso, las joyerías y las platerías no dan abasto para atender la demanda que se disparó. Un joyero español decía hace un par de días que, en Madrid, estaba escaseando el oro. En Colombia, las platerías y joyerías han aumentado sus ventas. Y en los Estados Unidos, con la inflación llegando a los dos dígitos, la demanda de oro, plata y platino está disparada.

Las sanciones impuestas a Rusia, más que sancionar a Rusia, han tenido un efecto boomerang que terminó afectando, seriamente, a los que se inventaron las sanciones. El Dólar Americano y el Euro están siendo reemplazados, en las transacciones de comercio internacional, por las monedas que tienen respaldo en oro, monedas nacionales que se han revaluado frente a las monedas fiduciarias como el Dólar y el Euro que, en la actualidad, están más cerca del lado de las Criptomonedas que del lado del Rublo ruso, del Yuan chino, de las Rupias indias o del Riyal saudí. Un nuevo club de naciones sin inflación porque las monedas que ya no son físicas sino que son digitales, son emitidas con respaldo en oro. El Banco Central de Israel, por ejemplo, compró $206 billones de Yuanes para reemplazar, en sus reservas internacionales, a los devaluados Dólares Americanos y a los devaluados Euros, según Bloomberg.

En el momento que se consiga más Rublos rusos a cambio de oro que, a cambio de Dólares Americanos o Euros, se va a producir un proceso de arbitraje en los mercados que terminará por derrumbar el sistema actual del Patrón Dólar. Las monedas devaluadas, con tipo de cambio favorables para los que tengan monedas respaldadas en oro, que les va a salir muy barato comprar oro en las economías que presenten inflaciones altas con tipos de cambio débiles. El arbitraje de monedas precede los grandes cambios estructurales del Sistema Financiero mundial. La historia así lo demuestra.

Los precios de las cosas van a caer a los niveles de hace 100 años, no porque le quiten ceros a los billetes que es una solución cosmética, sino porque la masa monetaria se tiene que reducir, drásticamente, a las justas proporciones del respaldo en oro y demás activos tangibles. Las casas, los carros, las fincas, van a tener el mismo valor que tenían en el testamento del bisabuelo. 

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