viernes, abril 19, 2024
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Andrés Villota Gómez
Andrés Villota Gómez
@AndresVillotaGo

El regreso de la sensatez y del sentido común
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Se termina el reality Keeping out with the Kardashians. La causa principal, probablemente, fue la estafa que realizó la menor del clan, Kylie Jenner, presentando información financiera falsa para vender su empresa Kylie Cosmetics a un mejor precio y poder aparecer en el listado de las jóvenes más ricas del mundo que publica la revista Forbes. Por elemental empatía ética los anunciantes no quieren que su marca aparezca al lado de una joven estafadora. La otra razón, no menos importante, es que los anunciantes no estaban viendo reflejada la inmensa inversión publicitaria que realizaban en el programa de televisión del canal E! con un incremento real en las ventas de sus productos y servicios.

Tras el aislamiento obligatorio la sociedad replanteó muchos de sus paradigmas frente a los que se autodenominaron líderes de opinión, los medios de comunicación tradicionales y las redes sociales por la falta de objetividad, la poca idoneidad, la baja calidad y la nula utilidad de los contenidos publicados. De hecho, en el mundo, las redes sociales son consideradas como la fuente de información menos creíble y menos confiable. La desaparición del programa de la familia Kardashian-Jenner marca, también, el principio del final de una era en la que la sensatez y el sentido común parecieron ausentarse de la sociedad.

“La desaparición del programa de la familia Kardashian-Jenner marca, también, el principio del final de una era en la que la sensatez y el sentido común parecieron ausentarse de la sociedad”

En el año 2015 Umberto Eco en una entrevista publicada por el diario español ABC, dijo: “La televisión ha promovido al tonto del pueblo, con respecto al cual el espectador se siente superior. El drama de internet es que ha promovido al tonto del pueblo al nivel de portador de la verdad”. Lo que señaló Eco antes de su muerte es una tendencia que parece estar llegando a su fin.

En Colombia se volvió habitual que sean los humoristas los que opinan y proponen políticas públicas frente a los diferentes problemas nacionales. Son tan importantes los humoristas en Colombia que los estudiantes de la Universidad pública más importante del país, adoptaron a un humorista del siglo pasado como el icono que los representa, incluso, por encima de presidentes de la república, científicos, ingenieros y grandes empresarios que sí fueron egresados de esa universidad.

En las redes sociales las ex modelos y las ex reinas de belleza opinan sobre el cambio climático. Los actores plantean falsos dilemas sobre al fracking como tomarse un vaso con agua o tomarse un vaso con gasolina. Frente a la minería legal, le preguntan a sus pocos seguidores si prefieren tomarse un vaso con agua o comerse un lingote de oro. Hasta en el plebiscito para refrendar el Acuerdo de Paz con las FARC plantearon el falso dilema que los colombianos iban a votar si preferían vivir en paz o vivir en guerra.

Las consecuencias de la cuarentena obligatoria empiezan a manifestarse. En medio del naufragio los que se vanagloriaban de saber nadar tuvieron que demostrar si de verdad lo sabían hacer para poder salvarse. La cuarentena y la pandemia desnudó la realidad y la verdad de muchos, y la sociedad aprendió a asignarle valor a lo verdaderamente valioso y a considerar importante a lo verdaderamente útil. Las personas ya no “tragan entero”.

“La cuarentena y la pandemia desnudó la realidad y la verdad de muchos, y la sociedad aprendió a asignarle valor a lo verdaderamente valioso y a considerar importante a lo verdaderamente útil. Las personas ya no ‘tragan entero'”

Hoy las personas se cuestionan y no entienden cómo el actor que les propone tomarse un vaso con gasolina para proteger el medio ambiente no ha dicho nada sobre los 3.600 ecocidios causados por las FARC y el ELN cada vez que destruyen un tramo de los oleoductos colombianos. O los jóvenes de Soacha, Cundinamarca no entienden bien cómo una de sus paisanas les habla de justicia social y los invita a salir a las calles a protestar, desde la comodidad de la mansión de su pareja en Beverly Hills. O las mujeres españolas no entienden el silencio de las líderes feministas cuando las mujeres del partido VOX fueron apedreadas por seguidores del partido comunista PODEMOS. O muchos no entienden la posición de la activista radical que protege el Estado laico colombiano de cualquier manifestación religiosa personal del presidente pero que a su vez es ferviente admiradora y defensora de la dictadura islámica de Irán.

Los más entusiastas con promover un cambio en medio del aislamiento obligatorio, los que parecían haber recibido la misión mesiánica de cambiar al mundo, al parecer, lo lograron. Pero no para el lado que ellos hubieran querido. El mundo cambió, volvió la sensatez y el sentido común.

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