sábado, abril 27, 2024
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Andrés Villota Gómez
Andrés Villota Gómez
@AndresVillotaGo

El poder de los bufones
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La plaza principal del campus de la más importante y prestigiosa universidad de Colombia está presidida por el retrato del asesino homófobo, Ernesto Guevara alías “El Che”, que le da su nombre a la plaza, y por el retrato del piloto de avioneta y cuenta chistes, Jaime Garzón alias “Heidi”.

Los estudiantes, a pesar de su alto nivel académico, han preferido rendirle un sentido homenaje a un asesino homófobo y a un humorista que, también, vivía de negociar secuestros. Un honor que consideran inmerecido para la pléyade de egresados ilustres, de verdad, que sí recibieron su grado de esa universidad.

Probablemente, para seguir con la misma línea del perfil de los homenajeados, la minoría de estudiantes, guardianes violentos de esos retratos, podrían pintar el retrato del cuenta chistes Alejandro Riaño.

Riaño fue famoso, en su época de adolescente, por haber sido expulsado por vago e indisciplinado de varios de los colegios privados donde estudian los hijos de la pseudo aristocracia bogotana.

Se representa a sí mismo en Juanpis, un personaje bueno para nada, básico, clasista, ignorante y frívolo, el perfecto perdedor de la sociedad bogotana, cuyo personaje fue clave para que Gustavo Petro arrasara con los votos de los bogotanos que se auto perciben iguales a Juanpis.

Santiago Alarcón, un comediante que se inmortalizó después de protagonizar la serie, “El Man es Germán”, se convirtió en el faro ideológico de la extrema izquierda colombiana y su personaje de Germán Quintero es considerado un ícono, objeto de culto de los que votaron por Gustavo Petro que se identifican plenamente, no solo con el personaje, sino con el perfil comunista del actor.

En Colombia, la fascinación que han ejercido los cuenta chistes, se explica por la facilidad que tienen para reírse de su cotidianidad, que es la misma cotidianidad de su audiencia y porque dicen la verdad de una manera que parece ficción.

Ideal para el colombiano promedio que customiza su verdad y su realidad, y quiere vivir en un mundo paralelo para evitar conocer y aceptar la cruda realidad de su entorno. Muchas mujeres colombianas, por ejemplo, escogen a su pareja, solo porque “las hace reír” o porque “el tipo es muy chistoso”

El humorista, Jimmy Morales, se convirtió en el presidente de Guatemala en el año 2016. Morales le ganó el pulso al jefe de la Comisión Internacional Contra la Impunidad en Guatemala (CICIG), el colombiano Iván Velásquez, que investigaba a Morales por corrupción. Morales, el humorista, logró que Velásquez fuera declarado como persona no grata y expulsado del país.

Algunos guatemaltecos dijeron que Velásquez se había convertido en un extorsionista de alto vuelo para forzar a que le prorrogaran por término indefinido su misión en Guatemala, llegando a extorsionar, incluso, al presidente, Jimmy Morales. Lo único cierto es que, el humorista, triunfó.

En Venezuela, el cómico Benjamín Rausseo, más conocido como “El Conde del Guácharo”, aparece y desaparece del panorama político, como el muñeco de un ventrílocuo que lo sacan de la maleta cada vez que lo considera necesario.

El humorista es el comodín del comunismo venezolano que lo hace aparecer cada vez que el chavismo necesita dividir y contrarrestar la fuerza evidente de la oposición al régimen. El régimen de Nicolás Maduro sabe que, solo un humorista, puede frenar al inmenso movimiento patriota de María Corina Machado que, si las elecciones fueran transparentes, sería la nueva presidente de Venezuela..

El bufón más poderoso del mundo, hoy, se llama Volodimir Zelensky. El presidente de Ucrania, otro humorista que tiene al mundo a sus pies. El comediante que interpretaba al presidente de Ucrania en una sátira de televisión, logró ganarle a Petro Poroshenko, el presidente puesto por Barack Obama tras un golpe de Estado en el año 2014, patrocinado por él y por Biden, su vicepresidente. Zelensky resultó ser más poderoso que el títere del más poderoso.

Zelensky domina a su antojo el presupuesto de las naciones más poderosas, presupuesto del que se apropia con el beneplácito de los gobernantes de turno, ante la mirada atónita de sus ciudadanos (los de las naciones poderosas) que no entienden la razón por la que los impuestos que pagan, no son para su beneficio sino para el beneficio de Zelensky.

Nadie dice nada, ni cuestiona la malversación de los recursos porque un humorista, alguien tan chistoso, jamás sería corrupto. Por el contrario, Kiev, se ha convertido en un sitio de peregrinación de los más importantes líderes políticos y de celebridades del apocalipsis climático como Greta Thunberg. Las fuentes de información rusa han calificado como una romería de personalidades que acude, en masa, a cobrar los honorarios por su oficio de promotores de Zelensky.

El comediante ha logrado imponer la censura en todo el mundo occidental que se considera libre para que él, se convierta en el amo absoluto del manejo de la información. Solo lo dicho por él puede ser tenido en cuenta, gracias a la complicidad de los comunicadores sociales que abandonaron el rigor periodístico de confrontar la información y contrastar a las fuentes para dedicarse, simplemente, a repetir la narrativa que el humorista los obliga a repetir.

Las fuentes de información ucranianas han sido prolijas en presentar información falsa que algunos justifican por tratarse de una estrategia de guerra como, por ejemplo, el video de un ataque ficticio a París para concientizar al mundo de las amenazas de una guerra.

Zelensky ha mostrado escenas de videojuegos y presenta a los militares rusos como a unos perfectos ineptos que no han dado de baja a un solo soldado ucraniano o afectado a alguna instalación militar ucraniana y, por el contario, solo han destruido jardines infantiles, hospitales, hogares geriátricos, orfanatos, manicomios, colegios de niños y hasta pizzerías que permanecen abiertas para los turistas extranjeros a pesar de los ataques con misiles.

Sin duda, la muestra más grande de poder del humorista ucraniano, es haber logrado el desmonte del orden internacional vigente desde el final de la Segunda Guerra Mundial.

Prohibió el uso del dólar americano por parte de los rusos, que degeneró en la desaparición del dólar americano como moneda de referencia mundial para el comercio internacional y promovió, sin saberlo, el empoderamiento de los BRICS que hizo migrar al mundo de un esquema de poder unipolar ejercido por los Estados Unidos a un esquema multipolar.

Ordenó la expropiación de los activos de los rusos en el mundo, que afectó de manera grave la confianza inversionista, que produjo la migración de capitales hacia los mercados locales. Los inversionistas vieron amenazados sus capitales frente a medidas arbitrarias en las que pueden perderlo todo, sin tener en cuenta su condición de civiles.

Produjo fisuras al interior de la Unión Europea que le hizo perder su capacidad de influir en el panorama mundial y demostró la inutilidad de oenegés como la ONU y la OTAN, al igual que dejó inservibles a las políticas globalistas financieras del FMI y del Banco Mundial.

El poder de los bufones parece revivir, a niveles superiores, de lo ocurrido en la Edad Media cuando, el bufón, era el único que podía cuestionar y burlarse del rey.

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