viernes, abril 26, 2024
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Andrés Villota Gómez
Andrés Villota Gómez
@AndresVillotaGo

El inevitable final
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La caída del dictador Nicolás Maduro con toda su camarilla es inminente. El reciente informe publicado por la ONU que acusa al régimen venezolano de crímenes de lesa humanidad parece haber sellado su destino. La época en que la retórica de los hermanos Rodríguez Gómez y la rimbombante oratoria de Jorge Arreaza aparentaba darle tiempo y una nueva oportunidad a la dictadura, llegó a su final. Es tan evidente el desenlace que hasta las lealtades pagadas con petrodólares, en la época de la abundancia, se debilitan o desaparecen.

El vacío de poder crea caos y presagia el final. Unos corren para tratar de salvarse y otros tratan de sacar el último provecho porque saben que se irán para jamás volver. Incluso, las otrora leales Fuerzas Armadas venezolanas entraron en combate con las FARC en territorio venezolano, algo impensable durante los últimos 20 años en los que Venezuela se convirtió en la retaguardia y centro de operaciones de los cárteles de las FARC y del ELN que, en la actualidad, son los principales proveedores de ingresos al dominar las economías ilegales en varios de los Estados de Venezuela por tratarse de una economía con la que ya nadie quiere transar para evitar las sanciones y represalias de una comunidad internacional que no acepta la connivencia con un régimen criminal.

“La época en que la retórica de los hermanos Rodríguez Gómez y la rimbombante oratoria de Jorge Arreaza aparentaba darle tiempo y una nueva oportunidad a la dictadura, llegó a su final”

En el año 2015 el diario español ABC había advertido que el 90% de la producción de cocaína de Colombia estaba siendo destinada a la comercialización hecha por el Cártel de los Soles. Ese dato coincide con el del Banco Central colombiano que muestra en el año 2019 una caída en el impacto del narcotráfico en el PIB que bajó del 3% al 2% a pesar del incremento de 5 veces los cultivos de coca en el territorio colombiano.

En Colombia al interior de los partidos políticos de centro izquierda y extrema izquierda ha causado revuelo la extradición de Alex Saab a los Estados Unidos, la publicación del informe de la ONU en el que se califica de criminales de lesa humanidad a la cúpula de la dictadura venezolana y los nexos continentales que podrían tener los actos terroristas que se han presentado en Bolivia, Ecuador, Chile, Colombia y Estados Unidos con Maduro. Las divisiones y las declaraciones que pretenden marcar distancia con la dictadura venezolana entre los miembros de los partidos políticos de la izquierda colombiana que han sido afines al proyecto del Socialismo del Siglo XXI venezolano, se están volviendo comunes en los últimos días.

A lo anterior se suma las intervenciones de varios de los jefes de Estado que participan en la Asamblea General de la ONU que han condenado al régimen de Nicolás Maduro y a su dictadura criminal. El cerco se cierra a nivel mundial. Argentina, México y España hacen tímidas declaraciones de respaldo a su mentor que, no se pueden ver reflejadas en apoyo financiero porque van rumbo a la debacle de sus economías por haber seguido al pie de la letra, precisamente, la fórmula del Castro-Chavísmo.

Mientras tanto, desde su escondite, el dictador Nicolás Maduro delira con las votaciones de diciembre que, asume, le devolverán la legitimidad a su gobierno y que le quitaran el mote de “dictador”. Delcy Eloina Rodríguez la ministra del Poder Popular de Economía y Finanzas añora la resurrección financiera de PDVSA que dejó de cumplir con sus obligaciones financieras desde el año 2017 pero que la ministra culpa, sin pudor, a las sanciones y al bloqueo que le impusieron a Venezuela varios años después del primer default de la empresa.

En los próximos días, alguna colombiana extrañará los días de esplendor y de shooping en la parisina Rue du Faubourg Saint-Honoré en compañía de la esposa del también colombiano Alex Saab. Otros colombianos extrañarán la financiación de sus campañas políticas con dineros de los venezolanos. Otros van a extrañar el escondite seguro que les ofrecía el territorio venezolano. Tal vez serán de los pocos que van a extrañar a Nicolás Maduro.

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