Venezuela no estaba acostumbrada a que su gente emigrara; sin embargo, hasta que la crisis se acentuó familias y jóvenes, decidieron irse
Desde el 2013 los venezolanos comenzaron a irse de su país natal en busca de nuevas oportunidades, pero sobretodo, calidad de vida que les permitiera progresar y le garantizara seguridad.
De acuerdo con Acnur (Agencia de la ONU para Refugiados) más de 4.7 millones de venezolanos se encuentran refugiados en el mundo.
De acuerdo con la agencia, más de 760.000 emitieron solicitud de asilo. Más de dos millones viven bajo otras formas legales de estadía en las Américas.
Lo más alarmante es el incremento de refugios en distintos países. Acnur aseguró que incrementó el 8 mil por ciento de las solicitudes de refugiados.
La mayoría de los refugiados y migrantes de Venezuela que llegan a los países vecinos son familias con hijos, mujeres embarazadas, adultos mayores y personas con discapacidad.
Los países y comunidades de acogida en Argentina, Brasil, Chile, Colombia, Costa Rica, Ecuador, México, Panamá, Perú y el sur del Caribe.
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Jóvenes venezolanos: la mayor población migrante
De acuerdo con la Organización Internacional para las Migraciones (OIM), el 60 % de los migrantes venezolanos en América Latina y el Caribe son menores de 35 años.
Mientras que el 50% no tiene pareja, reseñó un informe de la organización que aplicaron durante el 2019.
Además la aplicaron a aproximadamente 33.000 migrantes venezolanos en Argentina, Brasil, Chile, Colombia, Costa Rica, Ecuador, Guyana, Paraguay, Perú, Trinidad y Tobago y Uruguay.
Según la encuesta en Brasil, Colombia, Guyana y Trinidad y Tobago, países fronterizos con Venezuela, los migrantes venezolanos son jóvenes, solteros y tienen un nivel educativo bajo.
En Ecuador y Perú, los migrantes también tienden a ser jóvenes y más de la mitad eran solteros, pero con mayores niveles educativos.
El 20 % de los encuestados en ambos países dijo tener educación universitaria o superior, mientras nivel técnico afirmó tener un 19 % en el primero y un 15 % en el segundo.
Los desplazados hacia Argentina, Chile, Costa Rica, Paraguay y Uruguay se caracterizan por tener altos niveles educativos, pues la más de la mitad de los encuestados dijo tener posgrado o maestrías.
No quieren regresar a Venezuela
Pese a que el informe de la organización fue antes de la pandemia por COVID-19, la mayoría deseaba estabilizarse en otro país que no fuese Venezuela.
El 100% de los encuestados en Chile deseaba quedarse allí, lo mismo que en Guyana con un 98 %, en Costa Rica 97 %), Brasil (96 %), Uruguay (95 %), en Paraguay (93 %), en Argentina (91 %), y Trinidad y Tobago (87 %).
En Colombia, el 17% dijo que pensaba regresar.
La mayoría de los jóvenes que emigraron desean tener una mejor calidad de vida que en algún momento vieron cuesta arriba realizarla en su país natal.
La crisis que aqueja al país se vinculó actualmente con la pandemia que puso en riesgo aún más la vida del venezolano.
Sin embargo, la vulnerabilidad acompaña a todos los que de alguna forma padecieron de inseguridad económica por la pandemia.
Solo cambio de políticas gubernamentales ayudaría a contrarrestar la crisis, y quizá permitiría que los jóvenes que están en diversos lugares del mundo se regresen a construir un país mejor.
Lo difícil de dejarlo todo
Emely Rojas, una venezolana de 21 años de edad partió de Venezuela en 2017, casi a punto de lograr su objetivo de ser una ingeniera de la República en una de las mejores universidades, la Universidad Centroccidental Lisandro Alvarado (UCLA) en el estado Lara.
En su salida de Venezuela partió junto con su madre quien posee nacionalidad chilena, un año después se encontró junto a su papá, hermana, sobrinos y cuñado.
En Venezuela dejaron todo; sin embargo, a lo largo del tiempo solo les quedaba la duda “cuando volver a casa”.
Emely, como todo joven al llegar a Chile, busco trabajo y comenzó a laborar en una lavandería, con eso pagaba sus estudios de ingeniería civil, pero con la pandemia por el COVID-19 y tras superar la enfermedad, se quedó sin empleo.
Al recuperarse buscó la forma de seguir pagándose sus estudios y comenzó a trabajar en una panadería en Santiago de Chile. Para llegar a su empleo Emely siempre iba en bicicleta, puesto que no le gustaba montarse en un microbús.
La tragedia le tocó a la familia
La mañana del jueves 12 de noviembre, Emely de 24 años perdió la vida al ser impactada por un autobús cuando se dirigía a su empleo.
Su hermana, la periodista venezolana Pabla Rojas, dijo el día del suceso que quien conducía el microbús le truncó sus sueños a la futura ingeniera.
Alma noble y dulce
Tras conocerse el deceso de Emily las muestras de apoyo para esta familia chilena – venezolano no se hicieron esperar y ciclistas de ese país decidieron protestar en rechazo a la muerte de la ciclista.
Grupos de Scout y compañeros la recordaron como una joven ejemplar, solidaria y activista defensora de los derechos de los ciudadanos.
Lo difícil de que no lleguen ni siquiera tus cenizas al país
También existen otras historias de venezolanos que huyeron de la crisis económica, pero su destino no les permitió ni siquiera volver junto a sus seres queridos.
Es el caso de Alirio Andrés Rodríguez Veliz, un ex policía del estado Lara que salió de Venezuela, en marzo de 2019, en búsqueda de una mejor calidad de vida y en mayo la xenofobia le arrebató la vida.
Llamadas inesperadas
Transcurría el 15 de mayo de 2019 y un pariente de Andrés, que es reportero, tenía mucha incertidumbre, estaba inquieto, no podía dormir hasta que la madrugada del 16 de mayo una llamada vía whatsaap le notificó que su pariente había recibido dos proyectiles de bala por la xenofobia en un barrio de Medellín.
Fueron horas de incertidumbre para el periodista, pues no sabía cómo decirle a la familia lo que le había sucedido a su pariente.
Cerca de las 6:00 de la mañana de ese día, el comunicador social decidió informarle a sus parientes lo ocurrido, para el momento solo se tenía reunidos unos 90 dólares lo que aceleró la salida de la hermana y el reportero a Medellín.
Tras cruzar trochas llegaron a territorio colombiano allí fueron estafados por quienes venden boletos de transporte público para ese entonces el pasaje costaba unos 64 mil pesos y por el simple hecho de ser venezolanos les cobraron el doble más una comisión de 50 mil pesos a quien hizo el trámite.
Al llegar a Medellín tras diecinueve horas de viaje, la policía explicó que el deceso de este venezolano se originó por guerras entre bandas que ordenaron el desplazamiento de todos los connacionales de la zona en la que él estaba.
Trámites engorrosos para entregar el cuerpo
Fueron innumerables visitas que se hicieron a medicina legal y a fiscalía para poder retirar el cuerpo.
La esperanza de su familia en Barquisimeto era que lo cremaran y al menos pudieran traer sus restos.
Sin embargo, tras cinco días de trámites el cuerpo por orden de la fiscal que llevaba el caso decidió ordenar que se le diera cristiana sepultura en ese país.
Un shock emocional que causó en la familia del ex policía que observó su entierro a través de videollamada de whatsaap.
Impotencia
El reportero que es familiar del fallecido es reconocido en Venezuela, en Colombia se sentía como un indigente explica “Me sentía así porque para arriba y para abajo cargábamos las maletas nos cambiábamos de hotel todos los días”.
Lamentó que en ese país, no tuviera los contactos que en un caso de emergencia podía tener como Venezuela.
Ese periodista que redacta esa nota soy yo Ramón Veliz, para poder terminarla me costó, debido a que no es fácil superar pérdida de personas importantes que desde pequeño se criaron con uno.
A los hermanos venezolanos que están en el extranjero apoyen a sus paisanos, bríndenles la ayuda cuando la requieren, ellos salieron en búsqueda de un futuro mejor para mantener a sus parientes que hoy en día sufren los embates de la crisis económica que arropa a Venezuela.
