Una estación espacial china ubicada en el desierto de Neuquén, Argentina, ha causado malestar entre algunos sectores de la población
El senador argentino Julio Martínez ha expresado su preocupación de que el extremo secretismo que rodea a las operaciones chinas en Neuquén pueda ser indicativo de espionaje a otros gobiernos.
Aquí mostramos un informe del enviado especial Leandro Landín, quien intentó ingresar a la base pero no tuvo éxito.
Se cree que la base es una instalación militar con condiciones similares a otras bases militares, y el pueblo argentino comparte las sospechas y dudas de gobiernos extranjeros sobre su verdadero propósito y actividades.
La antena principal de la base tiene 45 metros de altura y 35 metros de diámetro, y tiene el poder de observar el lado oscuro de la Luna e incluso Marte.
La base está supervisada por el Ejército Popular Chino, que tiene influencia sobre el ecosistema espacial y es responsable de la guerra cibernética y electrónica.
El secretismo que envuelve todas sus operaciones, así como el hecho de que el personal chino dentro de la base se rige por las leyes de China y no por las leyes nacionales, sitúa a la base en una suerte de extraterritorialidad.
A pesar de su controversia y denuncias de espionaje, los acuerdos entre Argentina, EE. UU. y China establecen que todo lo que se haga sobre la base debe ser de carácter civil.
Sin embargo, EE.UU. teme que se puedan violar los acuerdos sin que Argentina se entere, y la administración Trump fue la primera en sembrar dudas sobre la base.
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