viernes, abril 26, 2024
EspecialesOpiniónDel timbo al tambo con la pandemia

Del timbo al tambo con la pandemia
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“… Estamos pensando desde ya en apretar la mano en la flexibilización decembrina y en el 7 + 7 en enero, estoy pensando en un arranque radical de 14 días…” anunció Nicolás Maduro el 13 de diciembre, agregando que en alianza con la Federación Rusa, en abril se iniciaría la inmunización masiva con vacunas Sputnik V. 

Lo de ajustar el relajo en que se convirtió su “flexibilización segura”, difícil, 24 y 31 están encima; lo del 7 + 7 con rigor de 14 días en enero, contradictorio, serán dos semanas de encierro y el método que calificó como más exitoso en el mundo,  parte de una sí y una no;  lo de la vacuna, “amanecerá y veremos”, quiera Dios Putin no se “haga el sueco” si se le pide crédito para adquirirla o deje en larga cola de espera aún pagándolas, su país tiene 146 millones de habitantes y lógico es que la producción vaya primero a ellos (son dos dosis por individuo).

 El coronavirus ataca con más fuerza, el descuido estatal y ciudadano lo permitieron.  Holanda impuso el 14 de diciembre un cierre nacional de cinco semanas.  El 16 de diciembre Gran Bretaña implementó restricciones de alto nivel, que durarán hasta bien entrado enero.  Italia ha prohibido la movilidad interna entre el 21 de diciembre y 6 de enero, al extremo de extenderla a la salida de municipios, 25 y 26 de diciembre, y 1° de enero;  cuarentena a quienes regresen del extranjero en esas fechas.  En Sudáfrica el 16 de diciembre se ordenó el cierre de playas de zonas turísticas y toque de queda nocturno.   En Venezuela se decidió esperar hasta enero;  se confía en los rusos, en el 7 + 7 y DR-10.  Para Maduro “… las predicciones macabras se estrellaron contra un poderoso sistema de salud…”.

El 9 de septiembre la Academia de Ciencias Físicas, Matemáticas y Naturales, en su segundo “Informe sobre el estado actual de la epidemia de la Covid-19 en Venezuela y sus posibles trayectorias”, advirtió que cualquier diseño de flexibilización debía estar atado a que se aumentaran urgentemente las pruebas RT-PCR a mínimo 8000 diarias,  sino entre octubre-diciembre los contagios serían 14.000 diarios.   El 8 de noviembre el Ejecutivo decretó la suspensión temporal del 7 + 7 desde el 1° al 31 de diciembre, acomodamiento para tener navidades felices, “si nos cuidamos bien cuidaditos”.

            La Academia, en su Boletín N° 39 de noviembre 2020, participó que la cifra de nuevos casos  era la proyectada en su segundo informe;  que la epidemia no estaba controlada como sugerían reportes oficiales;  que sus modelos matemáticos  arrojaban desde fines de octubre ascenso numérico que coincidía con aumento en la movilidad de las personas;  y que preocupaba la flexibilización total en navidad, porque el diagnóstico, imprescindible para la vigilancia epidemiológica, por razones desconocidas se había reducido.   

Muchos de quienes detentan el poder creen saberlo todo (Síndrome de Hubris).  Gobiernan apelando llanamente al mando, es la falacia.   La buena fe de las autoridades para proteger la salud pública se presume, pero no las exime -ni aún en estado de alarma-  de justificar los motivos que impulsan sus decisiones.  Explicar por qué se adopta una medida de regencia es el sustento del principio constitucional que atañe a la responsabilidad por error, usurpación o abuso de funcionarios públicos.  

El quid de la cuestión es que la discrecionalidad en emergencia sanitaria no puede ser arbitrariedad.   Jamás se han dado las razones científicas de por qué el 7 + 7 es efectivo para controlar los contagios y menos de arrinconarlo por 31 días de tanto contacto físico colectivo.  Se divulgan descubrimientos milagrosos que destruyen el virus con plantas y nadie tiene acceso a ellos.  Se ilusiona con la vacuna rusa para abril, pero se utiliza el condicionante  “si todo sale bien”.   Tienen a la nación del timbo al tambo y eso es ilícito.   

A un músico, en juerga pidieron una canción, no la sabía y dijo:  “Intentaré, la autopsia dirá en qué fallé”, todos rieron, mal cantó y nada pasó… ojalá la historia tuviera adaptación a la pandemia.    

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