viernes, marzo 29, 2024

De los granos a los criptos ¿Cómo se inventaron las monedas?

Las monedas aparecen como método de pago alrededor del siglo VI o V a.C., pero su invención está envuelta en el misterio

El concepto de dinero ha estado entre nosotros desde que aparecieron las primeras civilizaciones.

Así, hace 5000 años en la antigua China usaban conchas como moneda y los mesopotámicos incluso desarrollaron un sistema bancario donde las personas podían “depositar” granos, ganado y otros objetos de valor para su custodia o comercio.

Cuestión aparte es el origen de las monedas. Aparecen como método de pago alrededor del siglo VI o V a.C., pero su invención está envuelta en el misterio, reseña el portal Muy Interesante.

Según el historiador griego Heródoto, se inventaron en Lidia, en la Anatolia: “Hasta donde sabemos, ellos [los lidios] fueron las primeras personas en introducir el uso de monedas de oro y plata, y los primeros en vender productos al por menor”.

Esas monedas, bastantes toscas, con forma de alubia y con la figura de un león impresa, estaban hechas de electro, una aleación que se da de forma natural entre el oro y, como mucho, un 44% de plata, además de tener trazas de cobre y otros metales.

Sin embargo, según Aristóteles las primeras monedas fueron acuñadas por Demodike de Kyrme (o Hermodike II), la esposa del rey Midas de Frigia.

Sin embargo, y como sucede en todas las fábulas, hay un problema con las fechas. Hubo un verdadero rey Midas de Frigia pero vivió en el siglo VIII a.C., y las monedas no aparecieron hasta tres siglos después.

Una tercera opción, defendida por numerosos numismáticos, es que las primeras monedas se acuñaron en la isla griega de Egina, ya fuera por los gobernantes locales o por el rey Feidón de Argos.


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De Anatolia al mundo entero


Sea como fuere, lo cierto es que desde Anatolia las monedas se exportaron a todo el mundo: Egina, Samos y Mileto acuñaron monedas para los egipcios, cuando Lydia fue conquistada por los persas en 546 a.C., las monedas invadieron Persia.

Los fenicios no acuñaron monedas hasta mediados del siglo V a.C., y desde ahí rápidamente se extendió a los cartagineses, que acuñaron monedas en Sicilia. Los romanos comenzaron a hacerlo a partir del 326 a. C.


Por su parte el papel moneda apareció por primera vez durante la dinastía Tang, entre el 618 y el 907. El desarrollo surgió de los comerciantes de té, uno de los productos más vendidos de China.

Ellos tenían reparos a tener que transportar los valiosos lingotes de plata de un lado para otro, así que preferían usar unos recibos que se conocían como “dinero volador”.

Esta primera forma de papel moneda no fue realmente un gran éxito, pues cuando tenían que hacer transacciones grandes, les daba más seguridad llevar consigo los lingotes de plata.


Y llegó el dólar


Cuando en 1782 se fundaron los Estados Unidos uno de los problemas con que se enfrentaron fue la ausencia de una moneda única.

Los norteamericanos utilizaban los doblones y reales de a ocho españoles, los juanes portugueses, las libras, chelines y peniques británicos, los francos y guineas francesas y otras como los ducados y coronas, cada una de ellas con diferentes valores en cada estado de la Unión.

El hombre que puso orden en aquel revoltijo de monedas fue un aristócrata de una sola pierna, embajador de su país durante el Reinado del Terror en Francia, miembro del Congreso Continental, ayudante del ministro de Hacienda y autor del preámbulo de la Constitución norteamericana que comienza con las tres famosas palabras We the people”:

En 1782 el Congreso le pidió que realizara un informe sobre la situación de las monedas que circulaban por los diferentes estados.

Al final de su escrito sugería un plan de decimalización para el futuro sistema monetario americano.

Era una idea nueva, pues los países europeos no seguían el sistema de fraccionamiento decimal tan usado hoy día. Así, el real de a ocho de plata valía 272 maravedíes. La idea interesó a Thomas Jefferson y decidió que la moneda oficial sería el real de a ocho, establecido por los Reyes Católicos conocido en el mundo anglosajón como dólar español, dividido en cien centavos.

Sería representado por un símbolo “mezcla” de las letras P y S de la palabra española ‘pesos’. Así nació el famoso símbolo que lo representa.


¿Pero y el nombre de dólar, de dónde salió? De la moneda de plata austríaca thaler o tálero. Aunque famoso en Europa, no tenía la difusión del real de a ocho. Eso sí, el nombre de la moneda austríaca en inglés (daller) sirvió para que en Estados Unidos se rebautizara el real a Spanish daller, que derivó a Spanish dollar.


Y aunque la historia no ha reconocido debidamente a Morris su labor en el nacimiento del dólar, sí lo ha hecho como el que ideó un plan para comunicar mediante un canal los Grandes Lagos con el Atlántico.

Inaugurado en 1825 este canal de 580 km de longitud conecta Buffalo, en el lago Eire, con Albany, en el río Hudson. Fue considerado como una de las grandes obras de ingeniería de la época y catalogado como la octava maravilla del mundo.

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