El Beatle Paul McCartney al conocer esta historia conmovedora, decide plasmarla en uno de sus temas
Las guerras sacan todo lo malo de un ser humano, pero también suelen estar rodeadas de historias de vida, que pueden mostrarle al mundo lo que realmente es primordial. El espíritu, la bondad y esa condición inherente de ser seres de bien.
Era diciembre de 1914. Apenas habían transcurrido unos meses del comienzo de la Primera Guerra Mundial y ya eran miles las bajas de ambos bandos. Las tropas del imperio alemán avanzaba hacia Bélgica y los aliados frenaban dicho avance con cruentas batallas en trincheras húmedas y frías, donde el inclemente temporal hacía de las suyas.
Los soldados o morían por una bala o el calado de una bayoneta o simplemente eran víctimas del frío inclemente y el clima inhóspito.
Según cuenta el historiador Stanley Weintraub, en su libro Silent Night, la mañana del 24 de diciembre las baterías pararon por un momento y el ensordecedor ruido de los cañones, disparos y gritos de dolor, fueron dando paso al sonido del viento, el tiritar de los cuerpos fríos de los soldados y poco a poco una paz se fue apoderando del ambiente.
Pasaron unas horas y la calma de la tarde era irrefutable. De pronto, en la trinchera británica, un centinela pidió silencio absoluto y con detenimiento intentó descifrar ese sonido tenue, armonioso y conocido que percibía a medias.
Del otro lado, en la trinchera alemana, los soldados habían aprovechado el cese del fuego para leer las cartas familiares, intercambiar palabras y algunos de ellos, recordando que era la fecha del nacimiento del Niño Jesús, lanzar algunos cánticos al viento, que llegarían a los oídos de sus enemigos británicos.
El Stille Nacht (Noche de Paz), en perfecto alemán, llegó como un relámpago a los británicos. A pesar de que era en un idioma diferente al suyo, la melodía era universal, por lo que los soldados británicos se pegaron al cántico.
“Tu no disparar, yo no disparar”
Desde ambas trincheras se comunicaban haciéndose promesas. “Si tu no disparar, yo no disparar”. Fue entonces cuando algunos se armaron de valor y salieron de sus trincheras.
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Compartieron cigarros, hablaron, vieron las fotos de sus familiares y hasta jugaron un emblemático partido de fútbol.
La compenetración entre los soldados alemanes y británicos llegó a tal punto, que juntos enterraron a los muertos que aún reposaban en el campo de batalla y hasta un párroco escocés celebró una misa en alemán e inglés.
Contaron sus anécdotas y hasta lloraron en conjunto, pues entendieron que tras esa tregua, tenían que volver a la realidad de la guerra.
Según Weintraub, Los mandos medios enviaron a sus generales una solicitud para ser reubicados, porque no podían enfrentarse a los soldados con los que terminaban de compartir la Nochebuena, pero las peticiones fueron desechadas.
La tregua de Navidad y Pipes Of Peace
En 1983, la estrella de rock Paul McCartney, conoció la historia de la tregua en Navidad. El hecho ocurrió en la ciudad de Ypes en Bélgica.
El músico, miembro de la banda más famosa de todos los tiempos, The Beatles, conoció la historia y comenzó con un proceso de elaboración del disco Pipe of Peace (Pipas de la Paz), donde logra toda una narrativa sobre esta historia.
