jueves, marzo 28, 2024
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Alejandra Yanez
Alejandra Yanez
Periodista. Family Coach.

Conocer nuestras emociones nos permite conectar con nuestros hijos
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Entender a nuestros hijos es el resultado de  un proceso de conciencia de cada momento vivido, cómo también de la calidad de conexión que tengamos con ellos; esto nos permite discernir su demanda, desde un silencio hasta una rabieta.

Cada vivencia son emociones expresadas o silenciadas. “La emoción tiene un significado, una intención. La emoción cura. Las descargas emocionales son el medio de liberarse de las consecuencias de experiencias dolorosas”.

Para la psicoterapeuta, autora del libro “El mundo emocional del niño” es urgente aprender a identificar, a nombrar, a comprender, a expresar, a utilizar positivamente las emociones, ya que nos podemos convertir en esclavo de las mismas, por el bien de nuestros hijos y de los adultos en que un día se convertirán.

Cuando nuestro hijo experimente una emoción la pregunta que le podemos formular es: ¿Qué sientes? para ayudarle a tener consciencia de lo que pasa en su interior.

Con escucha empática lograr que confíe en nosotros y nos manifieste su queja, su parecer, su angustia, su frustración, en fin su sentir en ese momento.

Al adulto nos corresponde sanar heridas en tiempo real que atendemos las emociones de nuestros hijos.

El cerebro del adulto es completamente maduro, y nos da la posibilidad de administrar solos nuestras emociones, aunque muchas veces es merecedor un acompañamiento familiar o profesional.

En cambio el cerebro del niño no ha terminado su desarrollo, las áreas frontales que ayudan a centrarse sobre otra persona, las zonas corticales que permiten apoyar las emociones, es decir verbalizarlas, se están construyendo.

El cerebro límbico ordena temores, risas o lágrimas sin la mediación de las áreas llamadas superiores. Por ende el niño necesita el acompañamiento del adulto para que no invadan y superen sus efectos, para canalizar su energía, para aprender a expresar sus necesidades y que se sientan bien con ellos mismos.Sin lugar a dudas los padres tienen “la responsabilidad afectiva de los niños”.

Los niños están en el momento presente, aún no han desarrollado la capacidad de proyectarse hacia el futuro, desconocen si su dolor, su rabia, su frustración , su ira pasará, y que podrán experimentar nuevas emociones que les genere más tranquilidad.

Los niños necesitan sentir la solidez de sus padres cuando viven una emoción. Cuando sus progenitores manifiestan amor incondicional hacia sus hijos, ellos entienden que no son peligrosas para su existencia.

Sugerencias a los padres:

Escucha empática

Preguntarle ¿que sientes?

¿Cómo te puedo apoyar?

Respetar su espacio, estar cerca, modo preventivo.

Escuchar nuestra intuición.

No etiquetar la emoción.

Ayudarle a identificar esa emoción.

Cuando ellos lo permitan, abrazarlos muy fuerte.

Alejandra Yánez

Periodista/Family Coach

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