Para el presidente Iván Duque, la captura de alias “Otoniel” es un gran golpe de su gobierno al narcotráfico. Expertos en Seguridad Nacional difieren de la postura triunfalista del mandatario y aseguran que el Clan del Golfo está lejos de desaparecer. “Es una estructura descentralizada que no depende de una sola persona, y se maneja como franquicia”.
La captura de Dairo Antonio Úsuga David, mejor conocido como “Otoniel”, ha sido considerado por el presidente Iván Duque unos de los golpes más duro al narcotráfico en Colombia.
Alardea del éxito de la operación Osiris, lo compara con la captura de Pablo Escobar en los 90 y hasta asegura que este acontecimiento “marca el final del Clan del Golfo”.
Según el analista en Conflicto Armado, Néstor Rosanía, las 76 masacres reportadas el año pasado en Colombia por Naciones Unidas, el hecho de que el país sigue siendo el mayor productor de cocaína en el mundo y con una crisis de seguridad ciudadana muy profunda, Otoniel es “solo un respiro” para Duque.
“Para Iván Duque es un botín de guerra que en términos de poder le da éxito en materia de seguridad donde no ha tenido buenos resultados”, asegura en exclusiva a Impacto Venezuela.
Dice que es “una total mentira” que el Clan del Golfo -también llamado Autodefensas Gaitanistas, Los urabeños o Clan Úsuga- va a desaparecer.
Multinacional del crimen
El también director del Centro de Estudios en Seguridad y Paz insiste que el discurso del mandatario colombiano lo que busca es “distraer y generar un falso optimismo, un populismo en seguridad frente a una realidad que es el narcotráfico en Colombia”.
“El narcotráfico no depende de una sola persona, son estructuras (…) Así que la captura de un capo como Otoniel, Pablo Escobar o el Chapo Guzmán no implica mayor golpe para esas estructuras delictivas internacionales”.
Asegura que el Clan del Golfo “va a seguir operando sin ningún tipo de inconvenientes” porque “es una estructura descentralizada que no depende de una sola persona y que se maneja como franquicia”.
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“Hay mucha gente que opera bajo las siglas del Clan del Golfo y ni siquiera conocía a alias Otoniel”, enfatiza.
“Él manejaba algunas estructura pero no el 100% de ellas”, agrega Rosanía.
Precisa que la organización con o sin Otoniel, “seguirá produciendo drogas, la sacan por los puertos, tienen las cocinas en producción, tienen las rutas, tienen los clientes (…) Es una multinacional del crimen”.
Retaliaciones y nueva ola de violencia
César Niño, profesor de la Universidad de La Salle en Colombia y experto en Seguridad Nacional, considera que a corto o mediano plazo no se avizora la desaparición del Clan del Golfo.
Al contrario, es de los que cree que el Clan del Golfo es una estructura tan férrea, que perder un líder no significa que se va a desmoronar.
Según la Policía Nacional y la Fundación Paz y Reconciliación, el Clan del Golfo es la organización criminal con mayor control territorial en el país.
En entrevista a Impacto Venezuela, Niño explica que el también llamado Clan Úsuga es tan poderoso en Colombia que tiene presencia en 211 de los 1.103 municipios del país.
Esta organización delictiva ostenta entre 3.800 y 4.500 integrantes, según Inteligencia Militar.
Precisa que la mayoría de ellos son exmiembros de la extinta guerrilla del Ejército Popular de Liberación (EPL) y las autodefensas.
Pero el profesor de La Salle destaca que si bien es cierto que Otoniel “es el hombre más representativo del Clan y su captura significa para ellos un golpe mediático y jurídico importantísimo, está muy lejos de desaparecer como estructura”.
Asimismo, considera “un error” de Iván Duque, comparar está captura con lo sucedido con Pablo Escobar.
“Las estructuras del narcotráfico de Escobar si lograron doblegar el estado colombiano del momento. En esta oportunidad, el Clan del Golfo no”.
Los brazos de Otoniel: ‘Chiquito Malo’ y ‘Siopa’
César Niño recordó que Dairo Úsuga, capturado entre el cerro Yoki y el cerro Azul en el Nudo de Paramillo, tenía “ciertos acercamientos con las autoridades colombianas para una eventual negociación”.
Habló que hay dos personas que son los brazos de Otoniel que “han logrado poner en aprietos a las autoridades” y que continuarán con la organización delictiva.
Se trata de Jobanis Ávila Villadiego, alias “Chiquito Malo” y de Wilmer Antonio Quiroz, alias “Siopa”.
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Según el especialista en Seguridad Nacional, Iván Díaz, “alias ‘Chiquito Malo’ ha sido siempre la mano derecha de ‘Otoniel’, lleva más de 20 años con él, incluso llegaron juntos por el bloque bananero de las autodefensas”.
Pero considera que para las autoridades, especialmente para la Policía Nacional, “alias ‘Siopas’ termina siendo más importante”.
Advertidos, la violencia arrecia
El pasado 26 de octubre, el diario El Colombiano tuvo conocimiento de un documento de la Séptima Brigada del Ejército que recomendaba activar protocolos de vigilancia y seguridad.
Estos protocolos se activan especialmente en el Urabá antioqueño, donde el Clan tiene el control del tráfico de drogas a través del golfo, noroeste de Colombia.
Según funcionarios de la policía local, tienen el dominio también sobre el paso de los migrantes que ocurre en la frontera entre Colombia y Panamá durante su tránsito por el Tapón del Darién.
¿Qué advierten estos documentos? Que la guerrilla podía atentar con la activación de explosivos improvisados, plan pistola, ataques de francotiradores y hostigamiento a estaciones de Policía.
Esto hizo que el Ejército recomendara a los soldados no transitar solos, que el personal administrativo no porte uniformes en los cascos urbanos y que se activen planes de alertas tempranas con la comunidad, con el fin de evitar riesgos de atentados.
Sin embargo, el pasado martes se suscitaron dos ataques con explosivos en Urabá y en Ituango que ya dejan un saldo de cuatro soldados muertos y varios heridos.
Según César Niño, la retaliación es parte de las consecuencias de la operación Osiris que mantiene el gobierno en el golfo de Urabá.
“Tras esta captura, la agenda política colombiana en los próximos meses, “acerca aún más al país a las retaliaciones, a una nueva ola de violencia y a unos cambios estructurales de la manera como trafican”.
