Una montaña de basura como paisaje. Esta es la vista para quienes viven en el barrio Julián Blanco en el municipio Sucre. Por 5 años los desechos se acumulan y la alcaldía ahora dirigida por José Vicente Rangel Avalos guarda silencio
Para llegar al barrio debes tomar la carretera hacia Mariches. Ya a unos 200 metros antes del arco de Julián Blanco el olor es vomitivo. La putrefacción se mitiga por el tapaboca.
Al llegar nos recibió Nancy Santa Fe habitante del barrio de toda la vida. Su voz se nota afectada, pero no es una ronquera propia de gripe o alergia. Se trata de afectaciones de salud que como ella, miles de habitantes sufren.
Son unas 5 mil 600 familias que sufren esta pesadilla y debieron adaptar sus casa a la podredumbre.
“Cuando hace calor o llueve debemos poner trapos o periódicos en las ventanas para que no se meta el olor”.
Ni hablar de la invasión de moscas. “Las moscas y cucarachas abundan, a veces están por todas partes y tenemos que gastar un dineral en productos de limpieza”.
Vivir en la pobreza y en pandemia
Habitantes de Julián Blanco no solo viven entre el cerro de basura que en pandemia aumento de tamaño.
En Venezuela los problemas se intensifican con la tan nombrada “situación país” que hace cualquier crisis en calvario.
La falta de gasoil dificulta el traslado de los desechos hacia su depósito final en La Bonanza.
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La paralización por la pandemia suma una dificultad más al rosario. Más personas en casa, más basura.
La escasez de agua es otro dolor. Daniela Acosta nació en Julián Blanco. Tiene 31 años y los últimos 5 luchando con la contaminación de la zona y haciendo maromas para que su familia salga airosa.
“Tenemos que limpiar constantemente. En mi casa hay niños pequeños y nos da terror que los alimentos se contaminen. Día a día estamos rodeados de zamuros y ratas”.
Cundidos de enfermedades
Virus, enfermedades respiratorias y de la piel abundan entre los habitantes de este populoso sector del municipio Sucre en Miranda.
Escabiosis, tos, alergias y otras patologías le quitan el sueño a habitantes de Julián Blanco.
En el basurero que acumula unas 3 mil toneladas de desperdicios constantemente hay máquinas retroexcavadoras removiendo y los gases que llegan de inmediato con la brisa.
Tos y dolores de cabeza están a la orden del día. Un olor nauseabundo que impregna la ropa, cortinas y se queda en las paredes recordándole a la gente la desidia que hunde a un municipio que ellos mismos califican como “olvidado”.
Recuerdan que durante dos periodos con Carlos Ocariz como alcalde lograron descansar de la suciedad. Pero que cuando llegó el burgomaestre del PSUV todo cambió.
“Rangel Avalos que solo vino por aquí en campaña, se metió y dejó ese basurero allí. Antes ese vertedero era una planta de transferencia y los desechos no se acumulaban, ahora miren esa inmensa montaña de basura”.
