Enredos con la justicia golpean y dejan acorralada a Piedad Córdoba; enfrenta una serie de cuestionamientos por sus visitas a cárceles y por la investigación sobre “Farcpolítica”
En poco más de par de meses Piedad Córdoba asumirá la curul en el Senado que consiguió con la ayuda que le dio Gustavo Petro al incluirla en la lista cerrada del Pacto Histórico.
Sin siquiera haberse posesionado, la Senadora electa está atravesando por uno de los momentos más críticos de su carrera política por cuenta de los escándalos judiciales que a la fecha la rodean.
Se acaban de conocer tres nuevos hechos en torno a las cuentas pendientes de Córdoba con la justicia, que representan un nuevo golpe para Córdoba en medio de los cuestionamientos que ha afrontado y de la distancia que decidió tomar el propio Petro, quien le pidió que se mantenga distante de su campaña presidencial.
Primero se reveló una carta firmada por un narcotraficante –que está a la espera de su extradición– en la que se confirmó que ella estuvo de visita en la cárcel La Picota.
Luego se reveló el testimonio de Álvaro Uribe Vélez en su contra dentro de la investigación sobre “Farcpolítica”.
Y se conoció la declaración de un exasesor suyo que ventiló que ella intentó afianzar sus relaciones con empresarios y políticos venezolanos.
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Pésimo momento de Córdoba
Por estos días, la Senadora electa no está precisamente pensando en los temas que trabajará desde su curul en el Senado desde el 20 de julio, pues se ha enfocado en solucionar sus problemas judiciales y políticos, que parece que la están distanciando de sus aliados más cercanos, los miembros del Pacto Histórico.
Por un lado su hermano Álvaro Fredy Córdoba Ruiz está a la espera de ser extraditado a los Estados Unidos, donde es solicitado por los delitos de tráfico de drogas, armas de fuego y conspiración, señalado tener nexos con narcotraficantes, entre ellos el disidente “Gentil Duarte”.
Además, sobre ella recaen investigaciones judiciales en Colombia y EE.UU. por sus presuntos nexos con Álex Saab, a quien la justicia estadounidense señala de ser testaferro del presidente de Venezuela, Nicolás Maduro.
A estos enredos se les suma que la Corte Suprema le abrió una investigación preliminar para determinar si se aprovechó de los secuestrados de las extintas Farc para negociar sus liberaciones.
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Narco confirma
La propia Piedad Córdoba reveló una carta del narcotraficante Juan Carlos Cuesta, alias “Gordo Rufla”, hombre de confianza de Dairo Antonio Úsuga, alias “Otoniel”, en la que se confirma que ella visitó la cárcel La Picota y habló con presos.
Piedad Córdoba recurrió al criminal preso para tratar de desmentir que haya ofrecido beneficios judiciales y apoyos para llegar a la Presidencia.
En la misiva Cuesta aclaró que Piedad Córdoba lo buscaba para establecer si él conocía aspectos de interés para la defensa de su hermano preso, Álvaro Fredy Córdoba.
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Complicidad con Chavistas
Ricardo Montenegro, exasesor de Córdoba, le aseguró a la magistrada Cristina Lombana, de la Corte Suprema, que Piedad Córdoba tuvo apoyo de empresarios venezolanos y buscaba llegara a la Presidencia de Colombia.
El exasesor aseguró que Piedad Córdoba tuvo relación cercana y fue financiada por Carlos Battistini, empresario cuestionado por sus vínculos con Álex Saab.
“Battistini creía en el proyecto político de Córdoba y que ella podía ser presidenta de Colombia. Él empezó a sufragar algunos de sus gastos”, dijo Montenegro.
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